Para hacerle
caso al título, el principio de Las mujeres llegan tarde llega tarde, con el
metraje bastante avanzado; obligando a que el final se precipite demasiado
rápido, sin el tiempo necesario para explorar las aristas más que interesantes
que esta opera prima de Marcela Balza presenta pero no profundiza. Y ese terminará
siendo, tal vez, su mayor problema. Sobre todo, por tratarse de un thriller
psicológico deudor de la tragedia griega, el suspenso hitchcockiano y la
textura introspectiva de Las diabólicas, obra cumbre del francés Henri-Georges
Clouzot.
Desde su factura clásica, la película despliega una provocadora mirada femenina del universo, con personajes masculinos que aparecen encadenados a las decisiones/omisiones con que las mujeres van definiendo las características existenciales de la vida. Está claro que Balza busca indagar en el alma humana, particularmente entre los pliegues de una relación madre-hija signada por la insatisfacción, azotada por la crisis económica y acosada por el precipicio emocional que les significará el fin de su universo conocido. Regina y Fernanda (Marilú Marini y Erica Rivas), madre e hija, dueñas de un hotel familiar enterrado por las deudas y el peso de una hipoteca imposible de levantar en las condiciones que les toca atravesar, son prisioneras de un pueblo con ritmos lentos, agobiantes, angustiantes, aplastantes. Un pueblo que las obliga a esperar el regreso del hijo/hermano pródigo que supo/pudo/quiso despegar. Un pueblo que les permite soñar con la partida, pero nunca les dará las alas para salir volando.
A ese hotel, en ese momento, llega un extraño pasajero (Rafael Spregelburd), con mucho dinero y la sombra de una mujer misteriosa (Andrea Pietra), a quien parece unirla la casualidad del robo y la determinación del destino. Con los peones sobre el tablero, la partida de ajedrez se disparará una noche de tormenta. La muerte traerá de la mano el impacto psicológico de las consecuencias morales del crimen, el asomo de la locura, la irrupción del remordimiento. El azar desatará su fuerza demoledora para reordenarlo todo sin pedir permisos. Pero el cine, como arte, no acompañará estos procesos internos vapuleados por fuerzas externas. La película levanta una atractiva puesta en escena, pero no termina de construir atmósferas que la pueblen de sentidos. Imprime escenas de belleza conceptual pero no llega a cargarlas de la tensión que requieren para latir. Explicita verbalmente el drama, apelando a diálogos literarios muy poco creíbles; y nunca lo dota de progresión escénica. Agrega personajes secundarios sin sentido (el de Mike Amigorena, por ejemplo), que entorpecen la trama sin sumarle complejidad alguna.
Las mujeres llegan tarde cuenta con actuaciones enormes, como las de Marilú Marini, Erica Rivas y Tato Pavlovski, que le ponen cuerpo y alma a algunas forzadas situaciones que pretenden instalar y desarrollar los conflictos. También muestra cuestiones formales de estilo que le abren un amplio crédito a la directora. Pero eso no alcanza. Balza comete el pecado de privilegiar el discurso por sobre la narración, abortando aquello a lo que aspira. Por incomprensible que parezca, la película no llega a ser. Como una crisálida incapaz de romperse, a mitad de camino entre la larva originaria y la mariposa que debería nacer. Lo transitorio hecho permanente. Detenida en el tiempo, como el pueblo que le permite soñar con la partida, pero nunca le dará las alas para salir volando.
Fernando Ariel García
Las mujeres llegan tarde. Directora: Marcela Balza. Protagonistas: Marilú Marini, Erica Rivas, Rafael Spregelburd, Andrea Pietra, Enrique Dumont, Guillermo Pfening, Eduardo Tato Pavlovsky, Susana Evans, Mike Amigorena, Martina Gusmán, Carlos Da Silva y Pedro Roth. Guionista: Marcela Balza, con la colaboración autoral de Luis Gusmán y Dody Scheuer. Sereno Producciones. Argentina, 2012.
Desde su factura clásica, la película despliega una provocadora mirada femenina del universo, con personajes masculinos que aparecen encadenados a las decisiones/omisiones con que las mujeres van definiendo las características existenciales de la vida. Está claro que Balza busca indagar en el alma humana, particularmente entre los pliegues de una relación madre-hija signada por la insatisfacción, azotada por la crisis económica y acosada por el precipicio emocional que les significará el fin de su universo conocido. Regina y Fernanda (Marilú Marini y Erica Rivas), madre e hija, dueñas de un hotel familiar enterrado por las deudas y el peso de una hipoteca imposible de levantar en las condiciones que les toca atravesar, son prisioneras de un pueblo con ritmos lentos, agobiantes, angustiantes, aplastantes. Un pueblo que las obliga a esperar el regreso del hijo/hermano pródigo que supo/pudo/quiso despegar. Un pueblo que les permite soñar con la partida, pero nunca les dará las alas para salir volando.
A ese hotel, en ese momento, llega un extraño pasajero (Rafael Spregelburd), con mucho dinero y la sombra de una mujer misteriosa (Andrea Pietra), a quien parece unirla la casualidad del robo y la determinación del destino. Con los peones sobre el tablero, la partida de ajedrez se disparará una noche de tormenta. La muerte traerá de la mano el impacto psicológico de las consecuencias morales del crimen, el asomo de la locura, la irrupción del remordimiento. El azar desatará su fuerza demoledora para reordenarlo todo sin pedir permisos. Pero el cine, como arte, no acompañará estos procesos internos vapuleados por fuerzas externas. La película levanta una atractiva puesta en escena, pero no termina de construir atmósferas que la pueblen de sentidos. Imprime escenas de belleza conceptual pero no llega a cargarlas de la tensión que requieren para latir. Explicita verbalmente el drama, apelando a diálogos literarios muy poco creíbles; y nunca lo dota de progresión escénica. Agrega personajes secundarios sin sentido (el de Mike Amigorena, por ejemplo), que entorpecen la trama sin sumarle complejidad alguna.
Las mujeres llegan tarde cuenta con actuaciones enormes, como las de Marilú Marini, Erica Rivas y Tato Pavlovski, que le ponen cuerpo y alma a algunas forzadas situaciones que pretenden instalar y desarrollar los conflictos. También muestra cuestiones formales de estilo que le abren un amplio crédito a la directora. Pero eso no alcanza. Balza comete el pecado de privilegiar el discurso por sobre la narración, abortando aquello a lo que aspira. Por incomprensible que parezca, la película no llega a ser. Como una crisálida incapaz de romperse, a mitad de camino entre la larva originaria y la mariposa que debería nacer. Lo transitorio hecho permanente. Detenida en el tiempo, como el pueblo que le permite soñar con la partida, pero nunca le dará las alas para salir volando.
Fernando Ariel García
Las mujeres llegan tarde. Directora: Marcela Balza. Protagonistas: Marilú Marini, Erica Rivas, Rafael Spregelburd, Andrea Pietra, Enrique Dumont, Guillermo Pfening, Eduardo Tato Pavlovsky, Susana Evans, Mike Amigorena, Martina Gusmán, Carlos Da Silva y Pedro Roth. Guionista: Marcela Balza, con la colaboración autoral de Luis Gusmán y Dody Scheuer. Sereno Producciones. Argentina, 2012.
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