Háganse a la idea de que van a ver una película de James Bond. No por la temática ni el tipo de personajes (¿o sí?), sino por el formato. Porque estos primeros tres números de Batman and Robin, el nuevo título mensual del Hombre Murciélago surgido tras la muerte de Bruno Díaz y la consabida batalla por la capucha, tienen todo el aire de la clásica secuencia inicial de los filmes del agente con licencia para matar. Esos minutos previos a los títulos, plagados de acción desbordante que, al mismo tiempo, sirven para comunicar al espectador las características básicas de los personajes principales y la previsible escala de lo que va a constituirse en el conflicto central. Un aperitivo rápido y suculento, capaz de brindar toda la información necesaria para conocer, disfrutar y dejarse conquistar por los mecanismos narrativos que, realmente, van a ponerse en marcha cuando comience el combate de fondo.
Grant Morrison y Frank Quitely, que saben de qué va el cómic superheroico posmoderno, satisfacen con creces la expectativa creada alrededor de este título. Ponen toda la carne en el asador de entrada, arrancan a tope y se encargan de ir dosificando los estallidos con algunos momentos intimistas en donde logran presentar la psicología de cada personaje con pocas pinceladas. A quienes no estén al tanto, dos o tres parlamentos le dejarán establecido que Batman es ahora Ricardo Tapia, que el muchacho bajo la máscara de Robin es Damian Díaz (el hijo de Bruno Díaz y Talia, la hija de Ra’s al Ghul); y que los dos no se llevan nada bien.
La dinámica interna del Dúo Dinámico es uno de los puntos más atractivos (y logrados) del cómic. Por primera vez, Batman es la cara festiva de la pareja; y Robin el lado oscuro e hiperviolento a punto de estallar. Un cambio de roles que Morrison también utiliza para confrontar los conceptos de linaje, legado y tradición; y que le permite a Quitely mostrar su dominio del lenguaje corporal y expresivo, contando sin necesidad de palabras la procesión interna que atraviesan buenos y malos.
La dinámica interna del Dúo Dinámico es uno de los puntos más atractivos (y logrados) del cómic. Por primera vez, Batman es la cara festiva de la pareja; y Robin el lado oscuro e hiperviolento a punto de estallar. Un cambio de roles que Morrison también utiliza para confrontar los conceptos de linaje, legado y tradición; y que le permite a Quitely mostrar su dominio del lenguaje corporal y expresivo, contando sin necesidad de palabras la procesión interna que atraviesan buenos y malos.
Los malos, para seguir en la escuela batmaniana de los traumas enfermizos, son una serie de circenses freaks, entremezclados con mafiosos rusos que trafican drogas duras y armas bacteriológicas, capaces de torturar sin que se les mueva (literalmente) la máscara. Y que Quitely pueda atravesar esas descarnadas secuencias sin caer en la vulgaridad del trazo grueso, habla (otra vez) de su altura narrativa para desarrollar una estética de la violencia capaz de atraer el ojo del lector sin agredir su inteligencia, dejando en claro que se está traspasando un límite cuyas secuelas son imprevisibles y, siempre, injuriosas para con la condición humana.
A esta altura, Morrison y Quitely se complementan tan bien en el terreno historietístico de género, como lo hicieran Trillo y Altuna en la historieta de autor. Y este arco inicial del amplio tapiz denominado Batman Reborn (que incluye a los demás títulos regulares del Hombre Murciélago) los muestra, realmente, en su mejor momento. Lo que siembra vientos de tormenta para los próximos números de Batman and Robin, que tendrán a Quitely sólo a cargo de las portadas.
Fernando Ariel García
Fernando Ariel García
Batman and Robin Nº 1 a 3
Guión: Grant Morrison
Dibujos: Frank Quitely
Color: Alex Sinclair
Letras: Patrick Brosseau
Editor: Mike Marts
DC Comics
32 páginas a todo color
Guión: Grant Morrison
Dibujos: Frank Quitely
Color: Alex Sinclair
Letras: Patrick Brosseau
Editor: Mike Marts
DC Comics
32 páginas a todo color
ISSN: 7 61941 27973 2
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