El Club de los Ilustres. Guión: Rodolfo
Santullo. Dibujos: Guillermo Hansz. Ilustración: Ignacio Calero. Portada:
Guillermo Hansz. El Club de los Ilustres creado por Rodolfo Santullo, Richard
Danta e Ignacio Calero. 88 páginas en blanco y negro. Grupo Belerofonte / Estuario Editora. ISBN: 978-9974-98-732-6. Uruguay, fines de 2012.
Imaginen un manual de historia uruguaya escrito
por un autor de ciencia-ficción y no por un historiador. Imaginen algo aún más
específico, un manual de historia uruguaya escrito por un autor de
ciencia-ficción de la era pulp, capaz de amalgamar discursos y figuras
históricas reales y reconocibles de fines del siglo XIX, en el escenario de una
Banda Oriental apócrifa y victoriana, donde la robótica de avanzada puede
convivir (y, de hecho, lo hace natural y orgánicamente) con los ponchos y las
tacuaras. Imaginen el resultado de estos cruces históricos tan efectivos como
improbables como un texto de lectura arrebatada, parte folletín decimonónico y
parte thriller de espionaje superheroico (o todo lo superheroico que permitan
estas costas), encarado como una comedia de enredos.
Ahora no imaginen más. Sólo déjense llevar
por El Club de los Ilustres, primera de una larga (espero) serie de novelas
gráficas firmadas por Rodolfo Santullo y Guillermo Hansz, en base a conceptos
generales desarrollados por Santullo, Richard Danta e Ignacio Calero,
protagonizada por un heterogéneo club de ilustres (en su amplia mayoría) más
conocidos del otro lado del Río de la Plata que de éste. El intelectual,
periodista y político José Pedro Varela; la poetisa y activista femenina Delmira
Agustini, el caudillo militar Aparicio Saravia; y el escritor Horacio Quiroga,
reunidos y comandados por Lorenzo Latorre, militar y político que supo ser Gobernador
de facto y Presidente constitucional, detalle a tener en cuenta al abordar la
trama política, marcada por intentonas golpistas, la profanación de cuerpos presidenciales
y una mirada humorística y liviana que le da el tono justo y necesario a la
ficción.
Y si piensan que esta inmejorable muestra del
imaginario charrúa es deudora de La Liga de los Caballeros Extraordinarios, están
en lo cierto. Pero no se dejen apurar por el prejuicio. Así como en La
comunidad (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com.ar/2013/07/el-horror.html),
Santullo partía de M. Night Shyamalan para llegar a otros puertos; aquí se
permite (y nos permite) una relectura latinoamericana de la premisa original de
Alan Moore y Kevin O’Neill tan maltratada por el cine hollywoodense. Al abrevar
tanto en la raíz británica de la ciencia-ficción especulativa como en la
naturaleza sainetera del grotesco criollo, El Club de los Ilustres termina conformando
un nuevo género narrativo, hibridación superadora de todo aquello que lo
alimenta y nutre. Especie de Steampunk rioplatense, de romántica ucronía
retrofuturista que, al tomar distancia de la realidad, nos enfrenta con algunos
dilemas identitarios locales que venimos arrastrando desde las fundaciones
patrias.
Por favor, que siga El Club de los Ilustres.
Y, de ser posible, hagan algo con Piria. Semejante personaje necesita del
tratamiento Santullo & Co.
Fernando Ariel García
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