Morir
por el Che. 1961. Guión: Roy. Dibujos: Marcos Vergara. Color: Caio Di Lorenzo.
Portada: Marcos Vergara. 96 páginas a todo color. Dragón Comics Editora / Loco
Rabia. ISBN: 978-987-29112-3-2. Argentina / Uruguay, mayo de 2013.
Si
hemos de creerle a los registros históricos, los días que fueron del 5 al 18 de
agosto de 1961 fueron días que conmovieron al Uruguay. Y lo hicieron, sobre
todo, por la presencia en el país del Che Guevara, por su exposición sobre la
Cuba revolucionaria en la Reunión Extraordinaria del Consejo Interamericano
Económico y Social de la OEA en Punta del Este; y por su conferencia en el
Paraninfo de la Universidad de la República Oriental del Uruguay, en pleno
Montevideo, luego de la cual resultó ultimado el profesor de historia Arbelio
Ramírez. Un crimen que está considerado como el primer asesinato político del
Uruguay moderno, que aún no ha sido debidamente esclarecido y, por lo tanto,
continúa generando tantas investigaciones como especulaciones.
Y en el
primer rubro se inscribe este Morir por el Che. 1961, thriller político de Roy,
Marcos Vergara y Caio Di Lorenzo que, por varias razones, se lee como uno de
los clásicos thrillers políticos filmados por Costa-Gavras. Sin descuidar la
crónica social de época, los autores rioplatenses abordan la Historia como
materia prima de la ficción, y abrazan una teoría de lo real atrapando al
lector. Policial negro de los que no da respiro, drama costumbrista, relato de
espionaje ambientado en el preciso marco de la Guerra Fría, la historieta sabe
leer la complejidad del momento y del lugar en donde se va gestando y
definiendo la tensión política que decantará en violencia arrebatada por la
bipolaridad diplomática y armamentística de los dos grandes ejes en pugna.
La
trama gira alrededor de la figura del Che, abarcando tanto a la persona física
que llega al Uruguay como al icono mítico que se derrama por el mundo,
haciéndose carne en una militancia juvenil con capacidad crítica (¿o acrítica?)
para con su propia fenomenología. Pero no se queda ahí, sino que avanza
decidida sobre las acciones y reacciones que su posición ideológica dispara
hacia estamentos irreconciliables, resignificándolo todo a su paso. Y desde
allí se construye conceptualmente a través del hilvanado de los dos niveles que
necesita toda ficción histórica: La documentación concreta que sustenta los
hechos; y la interpretación simbólica con que esos acontecimientos repercuten
en el presente.
Sobre
este escenario, con las herramientas de la ficción, Roy, Vergara y Di Lorenzo
van instalando el andamiaje narrativo que rodea los acontecimientos reales. Con
precisión quirúrgica, exhiben las partes visible y sumergida del iceberg con el
cual hemos de chocar de manera irreversible antes de llegar al final. Por un
lado, los grupos revolucionarios de izquierda y de derecha, gravitando
alrededor de las figuras convocantes del propio Che, del presidente del Consejo
Nacional de Gobierno del Uruguay, Eduardo Víctor Haedo; y del por ese entonces
senador de Chile, Salvador Allende. Y por el otro, los espías locales de la CIA
y la KGB, peones claves en la intrincada partida de ajedrez geopolítico que se juega
a escondidas de todos. Partida maestra que, gracias a los minuciosos detalles
que la historieta provee; y al conocimiento que nosotros le aportamos sobre el
futuro inmediato y mediato que espera a la región y a los protagonistas, nos va
arrinconando en un escaque, sin escapatoria, sin posibilidad de defensa ni de
ataque, sin capacidad de realizar algún tipo de movimiento. Como Arbelio
Ramírez, rendido frente a la voz que exclama, sin ningún tipo de remordimiento:
Jaque mate.
Fernando
Ariel García
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