miércoles, 6 de abril de 2011

TOY STORY Nº 7: YO SOY TU AMIGO FIEL

No me gusta Disney. Soy capaz de percibir los talentos artísticos involucrados en sus producciones, pero no me siento representado (ni incluido) en su visión del mundo, en la escala de valores conservadores que representa. No me gusta Disney pero, vaya uno a saber por qué, si me gusta Pixar. Y no sólo por lo técnico, cada día más brillante y sorprendente en el nivel de sus logros, sino por el cariz humanista con que logran vestir a cada una de sus películas, a cada uno de sus personajes. Puedo estar autoengañándome (después de todo, Pixar es Disney), pero encuentro que en dónde Disney sólo hace proselitismo mediático, Pixar hace cine. Y esa es una diferencia E-NOR-ME.


A Toy Story llegué bastante tarde. No vivo en una burbuja, así que estaba al tanto de lo que significaban Woody y Buzz para infantes (y no tanto) del globo terráqueo; y de lo revolucionario que resultó para la industria el primer largometraje de la trilogía, estrenado en 1995. Por suerte (o por desgracia) llegué a casa de Andy a mitad del año pasado, cuando el tanque de Toy Story 3 empezaba su andadura arrasadora. Padre de una hija de tres años, no hubo forma de que pudiera esquivarle el bulto por mucho tiempo. En un intervalo relativamente corto, gracias a la magia del DVD, vi Toy Story primero, Toy Story 2 después; y Toy Story 3 al final. Las vi como veinte veces cada una, enteras y por partes, juntas o por separado. Up sigue siendo el filme de Pixar que más me gusta, pero la química que manejan estos muñecos es realmente terrible, en el mejor de los sentidos.


De ahí que el cómic de Toy Story no despertara en mi demasiadas expectativas. Hay que ser un Barks, un Gottfredson, un Scarpa y/o un Cavazzano (de seguro hay otros, pero ahora se me escapan) para vencer la inercia de años que arrastran las historietas Disney. Grueso error el mío, debo reconocer, porque al frente del apartado gráfico de la revista de BOOM Kids! estaba el amigo Diego Jourdan. Que, antes de ser amigo, es uno de los grandes historietistas de este continente, capaz de manejar y articular de manera cohesiva y coherente los distintos registros que hacen a la esencia de Pixar: Humor, terror, misterio, aventura. Y con un trazo claro, expresivo, dinámico y pletórico de emociones.


Es cierto que el guión de Jake Black no se queda atrás. Lejos de las estridencias grandilocuentes de la Aventura, aquí se decanta por una historia pequeña, de alcance doméstico, posible de ser vivida por el chico lector que es su destinatario principal. Deliciosa, además, en el reparto de tiempo protagónico destinado a cada uno de los muñecos (aunque nunca tendré suficiente de Rex, mi favorito), en la valorización que hace del compañerismo y el gran leitmotiv de la saga: La amistad. Y, como si esto fuera poco, va mechando el camino con chistes que permiten distintas lecturas, acordes a la edad del lector.


Qué puedo decir que no suene a alabanza cuando, en realidad, lo que quiero hacer es dar las gracias. A Pixar, por las sonrisas y los comentarios que arrancan de mi hija cuando está sobre mis rodillas, atenta a lo que sucede en el televisor. Y a Jourdan y Black por permitirme compartir con ella nuestra primera lectura de historietas, tirados en el piso, peleando para ver quién daba vuelta la página. A todos ellos les debo un instante de plenitud y hermosura como muy pocas veces había vivido. Un abrazito al alma, en el calor del hogar. Una sensación que llevaré guardada en mi interior.

Al infinito y más allá.

Fernando Ariel García



Toy Story Nº 7. Guión: Jake Black. Dibujos: Diego Jourdan. Color: Mike Cossin. Portadas: Diego Jourdan. Editor: Christopher Meyer. 32 páginas a todo color. BOOM Kids! ISSN: 8-44284-00146-5. EE.UU., septiembre de 2010.

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