La apariencia es, siempre, un arma de doble filo. No siendo una ciencia exacta, su efectividad depende tanto de lo que uno quiera mostrar como de aquello que el otro quiera mirar. Por lo general, se piensa que la apariencia deja entrever, bastante claramente, la naturaleza real de las cosas y las gentes. Como en el funcionamiento de las fábulas, por ejemplo, donde los personajes casi siempre son animales antropomorfizados con la intención de escenificar características humanas, emparentando así conductas éticas con aspectos externos. O como en el carnaval, festividad de orígenes paganos que concede un período de permisividad y cierto controlado descontrol bajo el amparo de las máscaras y los disfraces. Máscaras y disfraces que, si bien ocultan los rasgos físicos reconocibles de las personas, revelarían la cara verdadera de quienes los portan.
Esta tensión entre el ser y el parecer está presente en Blacksad: El infierno, el silencio (Blacksad: L’enfer, le silence, 2010), cuarta entrega de la siempre asombrosa serie creada por los españoles Juan Díaz Canales y Juanjo Guarnido. Primero, por ser un policial negro (negrísimo), escondido bajo el aspecto “inocente” del género de animales antropomórficos. Y segundo, por estar ambientada en los EE.UU. de la Guerra Fría, donde la apariencia formaba parte fundamental del menú político de la época. En Blacksad, todos son lo que parecen ser (el detective es un gato, el traficante de droga un camello, el periodista una comadreja, la bruja una mona y así hasta el infinito), pero nada es como pretenden mostrarlo las instituciones (la corrupción política, las tensiones sociales y el dominio brutal y descarnado de las élites son las verdaderas caras tras las amigables máscaras que se nos exhiben). De ahí que el trabajo gráfico de Guarnido sea tan efectivo como detallado y sensible. Cada color guarda un significado. Cada rayo de luz crea la atmósfera que desnuda ambiciones y comportamientos, como si la información visual fuera la única verdadera, el único espejo capaz de reflejar el alma de las cosas y las gentes (animales) que pueblan las páginas de este álbum.
No casualmente, entonces, llegamos a la Nueva Orleans de los ’50, en plena festividad de Mardi Gras, variante local del carnaval que tiene a la cuna del jazz transitando por el filo de lo sacro y lo pagano, lo permitido y lo prohibido, la luz y la sombra. Dos caras de una misma moneda, de una noche que condensa en pocas horas la eternidad de la vida y de la muerte. Cóctel de música, color, pasión, vudú y drogas donde el ser y el parecer se confunden, se mimetizan al punto de quedar un paso antes de la transubstanciación. John Blacksad, detective privado de la época dorada de Hollywood, ha llegado a esta ciudad mágica con el encargo de encontrar a Sebastián “Little Hand” Fletcher, mítico pianista adicto a la heroína que está desaparecido desde hace meses. Lo ha contratado Fausto La Chapelle, propietario de un sello discográfico, pronto a morir a causa de una enfermedad desconocida.
Pero como nada es lo que parece ser, el camino comienza a enrarecerse con las agendas que portan el propio Fletcher, su esposa embarazada y hasta Thomas La Chapelle, hijo de Fausto. Hay peleas, muertes, cuerpos semidesnudos. Y un oscuro negocio que se quiere dejar en la impunidad de las sombras. Y máscaras, claro, porque estamos en carnaval. O porque el mundo es un carnaval perpetuo. Y en medio de de tantas dudas, de tanta sangre derramada: La música. El único valor absoluto capaz de narrar esta historia de pecado y perdón, condiciones inherentes para que resurja el amor.
¿Qué es el infierno? se pregunta el cómic al inicio. Para un músico, el silencio. Para Sartre, como lo afirma Blacksad, los otros. Para ese resto de los mortales, pareciera ser esa máquina de engañar gente en que se ha convertido esta sociedad capitalista en la que estamos inmersos. Esa misma sociedad a la cual, como hiciera antes el mítico Fausto, le hemos vendido nuestra alma para poder parecer aquello que desearíamos ser.
Fernando Ariel García
Fernando Ariel García
Blacksad Vol. 4: El infierno, el silencio. Guión: Juan Díaz Canales. Dibujos, color y portada: Juanjo Guarnido. 56 páginas a todo color. Norma Editorial. ISBN: 978-84-679-0301-0. España, diciembre de 2010.
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