Nueva York. Policial negro. Década del ’60. ¿Se puede pedir algo más? Sí, Darwyn Cooke. Ni muchas ni pocas palabras, las justas. Mucha, muchísima narración gráfica. Desbordante. Contenida. Siempre a punto de estallar. Una obra de arte conceptual, que en forma y contenido remite a los años ’60, años de diseño, años de violencia expuestos en una secuencia inicial bestialmente cruda. Demoledora. Las calles, los subtes, los bares, la gente gris que va y viene, pasa al lado de los invisibles, les tira una limosna y el humo del cigarrillo. Al piso, a la cara. La mentira, la falsedad, el dogma de la apariencia, el robo hormiga de una época recreada en sus detalles externos y sus complejidades internas.
Por ahí aparece la punta de un disco de Dean Martin, una tapa de Vogue, un bolso de Pan Am, la botellita caderona de Coca-Cola. Los penthouse de lujo, la puesta en escena de un departamento como objeto de decoración. La moda que no incomoda, la elegancia chic de las estrellas de cine a las que quieren parecerse nueve de cada diez mujeres que usan algo de lo que vende la publicidad. La estafa como modo de vida, como letra chica del contrato que firmás para acceder al sueño americano. El robo de identidad. La ilusión de pertenecer, de usufructuar el privilegio de vivir una vida digna. Aunque sólo sea por una noche, por un minuto de amor.
El hotel barato. El alcohol más barato aún. El deseo que late en la entrepierna, que no deja pensar claro ni ordenar las ideas. La plata mal avenida, que viene fácil y fácil se va. Parker, un pesado de verdad, que ha hecho de la mejicaneada constante su modo de subsistencia, sabe que el peligro dispara la pasión. Que la pasión termina en traición. Y que de la traición nace la determinación de la venganza. Impiadosa. Un camino de ida que no admite desvíos, ni aún ante el objeto de su amor. Porque entre sus brazos, bajo el peso de su cuerpo y con las piernas abiertas, la mujer es un objeto. Sólo un objeto. No importa si se trata de la amante o de la esposa o de la prostituta de turno. La amenaza de un acto violento es un acto de naturaleza violenta, intimidante. Una práctica cotidiana, tan natural como respirar o ir al baño. ¿Se puede asesinar a un cuerpo muerto?
Vivir del crimen organizado es vivir para el crimen organizado. La lógica capitalista como lógica mafiosa. Se trafican armas con destino a unos rebeldes sudamericanos. Parker que quiere matar a sus compañeros de delito, sus compañeros de delito que se le adelantan. Creen que un tiro alcanza para matarlo. Por eso le pegan un tiro, lo prenden fuego y se van. Pero Parker es testarudo. Está vivo. ¿Está vivo? ¿O está muerto y no le importa? Camina, corre, lleva adelante su venganza. Quiere recobrar la parte del dinero que le birlaron como a un nene de pecho. Tiene la decisión tomada de ir hasta el fondo. Contra todos. Contra el mismo sistema, si hace falta. Y hace falta.
El mundo es un conglomerado de masas blancas y negras. En permanente ebullición. En eterno conflicto. Un lenguaje de primeros planos cooptados por la sombra. Un haz de luz que ilumina alguna facción del rostro. Planos detalle que ponen en relieve las acciones mecánicas y automáticas que hacemos mientras hablamos. Cómo movemos las manos, qué miramos, cómo lo hacemos. Qué dice nuestro cuerpo, traductor inmediato de nuestras reales intenciones. La mejor manera de describirnos. La anatomía de un crimen que se oculta entre las calles salpicadas por el lustre de los rascacielos de la Gran Manzana. Y que se cuece a fuego alto en los claroscuros de Brooklyn. Entre gallos y medianoche. Entre estaciones de subte y obras en construcción. Es un asunto de dinero. Con faldas y a lo loco, pero de dinero.
Parker: The Hunter está basado en la primera novela de la serie policial escrita por Richard Stark, pseudónimo de Donald E. Westlake (1933-2008). Parker, el personaje principal, fisicamente inspirado en Jack Palance, se convirtió en un clásico de la literatura criminal en el mismo momento de su aparición, en 1962. Con todo lo que me gusta la novela policial, debo admitir, no leí nada de Parker. Tampoco vi su primera adaptación fílmica, A quemarropa (Point Blank, 1967) con Lee Marvin y Angie Dickinson. Y le escapo a su remake, La revancha (Payback, 1999), con Mel Gibson haciendo de duro. Así que no tengo muchas armas para opinar si esta versión de Darwin Cooke es fiel al original, si lo traiciona o lo supera. Sí sé que después de leer esta historieta ya no me interesan ni las novelas ni las películas. Por más buenas y logradas que estén, honestamente, no creo que puedan empardarse con la obscena visceralidad de estas páginas a dos colores.
No hay agujero más negro.
No puede haberlo.
Fernando Ariel García
No hay agujero más negro.
No puede haberlo.
Fernando Ariel García
Parker: The Hunter
Autor: Darwyn Cooke, en base a la obra de Richard Stark
Portada: Darwyn Cooke
Autor: Darwyn Cooke, en base a la obra de Richard Stark
Portada: Darwyn Cooke
Editor: Scott Dunbier
144 páginas en bitono
IDW
144 páginas en bitono
IDW
ISBN: 978-1-60010-493-0
EE.UU., julio de 2009
Fernando! Cómo hago para conseguir este libro???
ResponderEliminarUna posibilidad es a través de Amazon. La otra es encargarlo a alguna comiquería amiga. O, si tenés la suerte de que algún amigo viaje para los EE.UU. (que fue mi caso), encargárselo encarecidamente. La búsqueda puede ser ardua, pero el resultado es más que satisfactorio.
ResponderEliminarSi te interesa la versión en castellano, la editorial española Astiberri está por publicarlo en estos meses.