Voy a ser injusto. Lo sé; y eso es lo que más me molesta. Creo que uno debe criticar lo que ve; y no aquello que cree-supone-espera debería estar viendo. Pero hay ocasiones especiales en que uno no puede mirar tan claro como para despegar ambos conceptos. Me pasa, por ejemplo, con Messi. En el seleccionado argentino no logra alcanzar el nivel cualitativo que muestra en el Barcelona. Los por qué son varios; y superan ampliamente las pretenciones de esta columna. Lo que me importa, ahora, es el efecto de mi mirada sobre ese Messi. Porque se me hace imposible valorarlo sin entrar en la obligada comparación con el otro Messi. Porque, sencillamente, me parece una oportunidad que se va, desperdiciada, sin haber explotado todas las posibilidades que traía implícitas.
Algo parecido me pasa con la colección Correrías de Patoruzito que el diario Perfil acaba de distribuir en los kioscos argentinos, como venta opcional de los días sábado. Son doce volúmenes coloreados, que recopilan una serie de aventuras del pequeño gran cacique que nunca antes habían sido reimpresas. Para mejor, pertenecen al periodo 1975-1976-1977 que, para los lectores que hoy superamos la cuarentena resultan ser aquellas que leímos de primera mano, en los años en que las novaros se alternaban con patoruzitos, hijitus, isidoros, anteojitos y demás revistas, preparando el camino para las de Columba y la Skorpio. Leer hoy Río de oro, primer título de esta Colección Clásicos en Colores, es un inevitable viaje al centro de esa nostalgia infanto-juvenil. Pero nada más.
Y ese es mi problema.
Y ese es mi problema.
Como el Messi del seleccionado argentino, este Patoruzito se me aparece más como una promesa no totalmente cumplida, antes que como un logro completamente satisfactorio. Y es que los patoruzitos seleccionados forman parte de mi Edad de Oro como lector, pero no reflejan ni por asomo los logros alcanzados por el personaje, tanto en su verdadera Edad de Oro (la del semanario Patoruzito y los primeros años de las Correrías) como la del periodo temporal escogido para la ocasión (me hubiera gustado ver, por ejemplo, el Nº 224, Sorpresa desde las Malvinas, un escenario más que interesante para un cacique terrateniente patagónico hiperpatriota).
Y acá es cuando se me confunden las cosas. Porque esta colección no es la que yo hubiera pretendido que fuera, sino que es otra, distinta. Y está bien que sea así, aunque yo me quede esperando por la gambeta que no vino, el pase que no fue, el gol que no entró.
Lo único que me queda claro es que el sábado que viene voy a estar paradito frente al kiosco, desde temprano, comprando el segundo tomo de estas Correrías de Patoruzito. Y después, otra vez a debatirme entre lo que es y lo que podría haber sido.
Fernando Ariel García
Y acá es cuando se me confunden las cosas. Porque esta colección no es la que yo hubiera pretendido que fuera, sino que es otra, distinta. Y está bien que sea así, aunque yo me quede esperando por la gambeta que no vino, el pase que no fue, el gol que no entró.
Lo único que me queda claro es que el sábado que viene voy a estar paradito frente al kiosco, desde temprano, comprando el segundo tomo de estas Correrías de Patoruzito. Y después, otra vez a debatirme entre lo que es y lo que podría haber sido.
Fernando Ariel García
Correrías de Patoruzito: Río de oro (Colección Clásicos en Colores)
Autores: No acreditados
Color: Fabián de los Ríos y Yanina Tribelli
64 páginas a todo color
Orbit Media S.A.
ISBN: 978-987-25599-0-8
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