Esta es una de esas noticias que mete miedo. Sobre todo, por la potencia comercial para cooptar mercados e imponer pautas culturales que pueda llegar a ejercer un monstruo de semejante tamaño en el terreno del entretenimiento. Porque aunque parezca increíble, The Walt Disney Company acaba de comprar a Marvel Enterteinment. O, dicho de otra manera, Mickey, Donald, Tribilín, Pluto, Tío Rico, Toy Story, Cars, Los Increíbles y un largísimo etcétera, pasan a fusionarse con El Hombre-Araña, los X-Men, los 4 Fantásticos, Iron Man, Hulk, Thor y otro largísimo etcétera.
¿Qué surgirá de este matrimonio?
A nivel creativo, es difícil de dilucidar, aunque aparezcan como inevitables ciertos cruces de personajes, autores, formatos y políticas comunicacionales. A nivel empresarial, sin embargo, es fácil adivinar a una compañía que no se conformará con una pequeña porción del mercado mundial. “Creemos que el añadir Marvel al particular portfolio de marcas de Disney, estamos generando oportunidades significativas de crecimiento a largo plazo -declaró Robert Iger, presidente y jefe ejecutivo de Disney-. Por las habilidades creativas de Disney, su cartera global sin precedentes en lo que hace a licencias de entretenimiento; y su estructura de negocios que maximiza el valor de las propiedades creativas a través de múltiples plataformas y territorios”.
Releo el párrafo anterior y un frío glacial me corre por la columna. No sé si será por el inhumano lenguaje de los negocios. O porque este tipo de negocios siempre termina afectando las capacidades locales de producción.
O por las dos cosas.
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