Como todo en la vida, llega un momento de hacer un stop y ver que es lo que nos rodea, pensar en el camino recorrido y el que falta recorrer, tiempo de hacer balance.... y un poco el premio del Museo de la Caricatura Severo Vaccaro me llamó a esta reflexión grupal, tiempo para pensar en los amigos que están: Fernando, Norberto, Andrés y, por supuesto Mario, que siempre esta ahí aunque no lo veamos. Tiempo para recordar aquel impulso que nos llevó a juntarnos para hacer un grupo de investigación, un observatorio de la historieta argentina, latinoamericana y mundial (en ese orden), un grupo de intenciones reunidas al que graciosamente en esa charla “innaugural” Norberto bautizó (y plasmó en un boceto) como La Bañadera del Cómic. Tiempo para pensar en aquel primigenio proyecto, el libro de Patoruzú; y todos los vaivenes que nos implicó ese trabajo -incluidas la broncas de Mario con el editor- y tiempo para recordar ese café con Fernado cuando dijo: “Por qué no hacemos una revista digital”; y trajo el mono de lo que sería SONASTE MANECO después (con nombre incluido).
Despúes todo se hacer rápido, vertiginoso diría, HGO I y II; y la colección de Latinoamérica, otra locura que también va tomando forma.
Me tengo que detener a agredecer a todos los que con mucho respeto nos abren las puertas de su casa, prestos a contestar nuestras preguntas. Y, fundamentalmente, a dos personas: A Javier Doeyo, que aunque nos diga que estamos en pedo, siempre está ahí, UN AMIGO DE FIERRO (y de la vida). Y Carlos Trillo, que con la sencillez de los grandes siempre estuvo dispuesto a colaborar con nosotros, desde el primer momento, en aquel prólogo del libro sobre el cacique.
En fin .... Tiempo de balance y, en verdad, ha sido muy positivo.
HERNAN OSTUNI
Despúes todo se hacer rápido, vertiginoso diría, HGO I y II; y la colección de Latinoamérica, otra locura que también va tomando forma.
Me tengo que detener a agredecer a todos los que con mucho respeto nos abren las puertas de su casa, prestos a contestar nuestras preguntas. Y, fundamentalmente, a dos personas: A Javier Doeyo, que aunque nos diga que estamos en pedo, siempre está ahí, UN AMIGO DE FIERRO (y de la vida). Y Carlos Trillo, que con la sencillez de los grandes siempre estuvo dispuesto a colaborar con nosotros, desde el primer momento, en aquel prólogo del libro sobre el cacique.
En fin .... Tiempo de balance y, en verdad, ha sido muy positivo.
HERNAN OSTUNI
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