Crimen.
El Jubilado y otras historias de rendición. Guiones: Guido Barsi.
Dibujos y portada: Santiago Miret. Noir Ediciones. Argentina, octubre
de 2023.
Un
policía veterano, con el rostro de Bruce Willis, a punto de
jubilarse. Un ex-boxeador metido a detective privado. Un marido
atrapado en un pacto tenebroso y siniestro. Los tres protagonistas de
los tres relatos cincelados con dedicación y detalle por Guido Barsi
y Santiago Miret en este álbum abismal y desangelado, como la
vertiente del policial al que adscribe.
Los
autores saben que la novela negra le cabe a la Argentina como anillo
al dedo. La rendición a la que alude el subtítulo, al igual que la
redención a la que parecen aspirar los personajes, traza el círculo
de baba y sangre que estas pequeñas tragedias reclaman y exigen.
Dramas humanos de corte íntimo y vuelo bajo, aunque se la pasen
coqueteando con fuerzas humanas (y sobrehumanas) mucho más allá de
su alcance y control.
Episodios
de época y contemporáneos, básicamente urbanos y sórdidos, donde
el amor y la violencia copulan libremente con el placer y la muerte.
El universo de Crimen. El Jubilado y otras historias de rendición
está
habitado por canas y dealers, idealistas y corruptos, víctimas y
victimarios del sistema, aunque
nunca termine de quedar en claro quién es quién. Sobre todo porque
la irrupción de la Mujer,
siempre, termina desencadenando la
venganza y el
vertiginoso salto a la traición.
Apelando
a una poesía sórdida y marginal, oscura y desencantada, Barsi y
Miret dividen las aguas entre el delito y el crimen, entre el hecho
fáctico y la coyuntura ético-moral que lo promueve y concreta.
Pareciera
que no les importa tanto
hablar de lo que pasa (o de como se lo lea), sino de la experiencia
íntima que implica ese tránsito. Una aproximación fenomenológica
a la precariedad emocional que revela los horrores de una sociedad,
medida a través de los deseos individuales. El verdadero poder de
estas narraciones, entonces, queda colocado en los imaginarios que se
juegan, en la
carga simbólica que destilan, en el claroscuro que ponen sobre la
mesa. Como si uno tuviera acceso al eco existencialista que reverbera
detrás de las decisiones que se toman en estas páginas. Y
escuchara, atónito, la demoledora confesión del trauma: La
inocencia es sólo una etapa transitoria.
Fernando
Ariel García
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