Cadáveres.
Directores: Marco Kreuzpaintner, Haolu Wang. Protagonistas: Jacob
Fortune-Lloyd (Karl Weissman), Shira Haas (Iris Maplewood), Amaka
Okafor (Shahara Hasan), Kyle Soller (Alfred Hillinghead), Greta
Scacchi (Lady Polly Harker), Tom Mothersdale (Gabriel Defoe), Michael
Jibson (Danny Barber), Stephen Graham (Elias Mannix adulto / Sir
Julian Harker), Derek Riddell (Calloway), George Parker (Henry Ashe),
Gabriel Howell (Elias Mannix joven), Synnøve
Karlsen
(Polly Hillinghead) y Amy Manson (Charlotte Hillinghead), entre
otros. Guionistas:
Paul Tomalin, Danusia Samal. Basado en el cómic Bodies (2014-2015),
de Si Spencer (guion), Meghan Hetrick, Dean Ormston, Tula Lotay, Phil
Winslade (dibujos). Desarrollador audiovisual: Paul Tomalin. Reino
Unido, 2023. Estreno en la Argentina: Disponible en Netflix desde el
19 de octubre de 2023.
Longharvest
Lane. Calle ficticia del real barrio londinense de Whitechapel,
famoso por ser el teatro de operaciones de Jack el Destripador. El
cadáver desnudo de un hombre yace sobre los adoquines del lugar.
Murió de un balazo en el ojo, aunque el proyectil no se encuentre
dentro de su cabeza sin orificio de salida; y la única pista
aparente sea el extraño tatuaje que tiene en su muñeca. No es lo
único fuera de lo normal, por supuesto. Los protagonistas (todavía)
no lo saben, pero el mismo cuerpo aparecerá, en idénticas
circunstancias, en el mismo lugar, en cuatro años distintos: 1890,
1941, 2023 y 2053.
¿Cómo
es posible algo así? Hilvanando los discursos temporales, la
verdad se irá abriendo paso gracias al involuntario trabajo
mancomunado de los cuatro policías, que además de un caso en común
también comparten su condición de minorías con
distintos grados de discriminación
social:
Alfred Hillinghead (1890), homosexual que oculta su identidad al
mundo tras una fachada
familiar que vive con tanto
amor como culpa;
Karl Weissman (1941),
judío que en épocas de la Segunda Guerra Mundial fluctúa ente los
bombardeos nazis y el antisemitismo de sus compañeros; Shahara Hasan
(2023), afromusulmana que debe intervenir en manifestaciones
callejeras de la derecha más radicalizada; e Iris Maplewood (2053),
discapacitada motriz que puede caminar gracias al implante
tecnológico que sigue pagando con su lealtad inquebrantable al poder
político de turno.
Después
de ver
los ocho capítulos, queda claro que la fobia a la otredad que
impregna la
serie
no es el tema principal de la trama, sino la herramienta narrativa
necesaria para articular
el leitmotiv ideológico en permanente cuestión (y tensión). ¿Qué
tipo de sociedad estamos dispuestos a construir? Una
autocracia utópica, cuya perfección nos termine sometiendo al
totalitario reinado del discurso único; o una democracia distópica,
que nos permita ejercer nuestra libertad de opción y conciencia,
aunque eso se traduzca también en expresiones intolerantes,
estigmatizantes y hasta fascistas.
Lo
interesante es que los personajes no discuten estas posibilidades,
sino que las vivencian en tiempo real. Y Cadáveres (Bodies) no se
ocupa de juzgarlos, sino de representarlos con todas sus
contradicciones a flor de piel. O eso me pareció.
El
marco policial, por razones obvias, nunca desaparece. Pero con el
correr de los episodios empieza a ser impregnado por algunos tópicos
clásicos de la ciencia-ficción. Y
mientras los árboles genealógicos de los protagonistas se cruzan de
maneras misteriosas e imprevisibles, tomamos conocimiento de un culto
ocultista y oprobiso, un apocalipsis aparentemente inevitable y una
cultura supremacista enquistada en la naturaleza humana. Tres
variables consumadas y consumidas en el eslogan que cruza las eras y
sostiene la conspiración centenaria que cuenta la serie: Eres digno
de Amor.
Fernando
Ariel García
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