sábado, 18 de junio de 2011

MEMORIE DELL’ETERNAUTA TOUR – PRIMERA ESTACION: NAPOLES

Catorce horas de vuelo. Dos horas de espera, en tránsito, en el aeropuerto de Roma. Una hora más de vuelo. Cuarenta minutos de intensa y estéril pelea con la gente de Alitalia. El apretón de manos con Antonio, el apretón de manos con Mario. Un breve trecho en auto. Y entonces, con el cansancio del viaje evaporado, el hambre del mediodía saciada con unas pastas inigualables y el primero de los muchos espresso por venir, sentimos que llegamos a Nápoles. Nápoles, primera parada del tour italiano de presentación de Memorie dell’Eternauta, el libro que escribimos con Hernán Ostuni y que publicó la 001 Edizioni de Antonio Scuzzarella, el Antonio del primer apretón de manos, un hombre cordial, sumamente amable, enamoradísimo de la historieta argentina, responsable por la edición más impresionante que se haya realizado de El Eternauta, de la que hablaremos con más detalle en otra ocasión.




Estamos alojados en el centro del casco histórico de Nápoles, en Piazza Bellini, en un hotel que de monumental y aristocrático palacio del siglo XVI pasó a ser un monumental y aristocrático palacio del siglo XVI artísticamente intervenido y con todas las comodidades del siglo XXI. Ubicación privilegiada para las dos noches/tres días (del 1º al 3 de mayo) que vamos a pasar en la ciudad más poblada del sur de Italia. La ciudad que ama a Diego Maradona con el mismo fervor que a la Virgen. La ciudad que recibe con los brazos abiertos a todos los argentinos y que exhibe (con cierto orgullo, me animaría a decir) su naturaleza caótica en constante confrontación. Bella y repelente, colorida y descontrolada, sacra y profana, Nápoles ha sido formateada y reformateada por griegos, romanos, normandos y españoles, que la bastardearon como sólo puede bastardearse aquello que se desprecia por inferior, por infrahumano. Purificada por los fuegos del Vesubio, construida y vuelta a construir, abandonada y cooptada por el crimen organizado, Nápoles carga una densidad que se percibe en las calles, se huele en el aire, se sufre en el cuerpo, se goza en el cuerpo. Si Nápoles fuera una rosa (que lo es), la única forma de vivirla sería abrazando sus espinas, dejándose penetrar por el dolor y entregando la sangre (simbólica y no tanto) a las fauces de la Bestia.




Nápoles en todo su esplendor



Una Bestia signada por la muerte, la envidia y la fe, según cuentan las leyendas que se dan por ciertas en las noches sin luna que iluminan la colina de Pizzofalcone. Signada por la muerte desde aquel instante del siglo VII antes de Cristo en que los colonos griegos de Cumas levantaron la ciudad amurallada de Parténope, en honor de la homónima sirena cuyo cuerpo, muerto de pena por no haber podido seducir con su canto a Odiseo (Ulises), había sido devuelto por el mar en ese exacto lugar. Signada por la envidia de los colonos griegos de Cumas, que la destruyeron por desear la riqueza y prosperidad que Parténope exhibía sin escrúpulos. Y signada por la fe de los colonos griegos de Cumas que, siguiendo los consejos de un oráculo, construyeron sobre las ruinas de esa vieja ciudad una ciudad nueva, la Nea Polis que debería salvarlos de una epidemia. Nea Polis que las voces locales transformaron en Napule, el idioma italiano estandarizó en Napoli y el castellano tradujo como Nápoles.





Piazza Bellini




Parte de los restos arqueológicos de la muralla de Parténope (dicen) está en el corazón de Piazza Bellini, reducto urbano de la bohemia napolitana, geografía cruzada por cafés literarios, bares, restaurantes, universidades, iglesias, el Conservatorio de Música, el Museo Nacional de Arqueología, la famosa calle Spaccanapoli (la única que queda de la vieja Nea Polis), galerías de arte y la mítica librería/editorial Guida, fundada en 1920 y declarada Bien Cultural del Estado por su rol en el desarrollo del librepensamiento. En realidad, toda la Via Port’Alba (que une Piazza Bellini con Piazza Dante) es un recto laberinto medieval poblado por librerías de segunda mano, verdadera isla del tesoro donde todavía es posible encontrar incunables, ediciones de artistas y todo aquello que haga del libro impreso un objeto de adoración religiosa. Un mapa por donde deambularemos extasiados esta noche y mañana por la mañana, apurando el frugal desayuno o demorando el último vaso de vino.




Pero hoy voy a pasar la tarde-noche como invitado del Napoli Comicon (http://www.comicon.it/), el Festival Internacional de la Historieta que, desde hace 13 años, viene marcando el ritmo del cómic, al menos en Nápoles. En el último de los tres días enfocados principalmente a la relación Historieta y Música, tuve la oportunidad de conocer autores, editores y libreros; y de charlar con ellos sobre bueyes perdidos y encontrados: Cómic, por supuesto; el presente de la Argentina y el presente de la Italia, obvio; y un clarividente tentempié con Antonio Scuzzarella y Alberto Corradi, signado por la impronta fascista de la bellísima Verona, la omnipresente figura de Berlusconi y el daño irreparable que viene perpetrando a la cultura. Comentario al margen: No dejen de visitar http://www.ossario.blogspot.com/, el blog de Corradi. Es imperdible.





Poe x Crepax



Muestras: Imposible pasarle de largo a La Biblioteca de Guido Crepax, con originales del padre de Valentina dedicado a la adaptación literaria de Poe, Stevenson, Henry James y Casanova. Inútil tratar de resistirse al encanto de Cover Art, con las portadas de los discos realizadas por historietistas (El hombre de Utopía, de Zappa, por Liberatore!!!!!!!!!!!!!!!!!!). Y obligado emocionarse frente a Echi di Tamburo, homenaje a la figura de Stefano Tamburini, padre de Ranxerox y creador de Frigidaire, a 25 años de su muerte. Había más, mucho más, por supuesto (incluida la muestra dedicada a Aldo Di Gennaro), pero el tiempo que me quedaba lo pasé recorriendo el lugar donde ocurría el Napoli Comicon.





Entrada del Castel Sant’Elmo




Me refiero al Castel Sant’Elmo, amurallado castillo del miltrescientos reconvertido en museo y salón de exposiciones. Situado sobre la colina del Vomero, desde Sant’Elmo puede avistarse toda la ciudad, abierta como una obscena postal panorámica: Las islas de Capri y Procida, el imponente Vesubio y la hermosísima península sorrentina. Ubicado en una posición privilegiada, el castillo fue testigo y protagonista de la historia de los asedios a Nápoles, una historia que puede recorrerse en los pasillos, los salones, las mazmorras y un opresivo laberinto de escaleras que nos transporta por el tiempo y el espacio. Así, mientras caminaba por las grutas que hospedaron a los anacoretas (según la tradición), presencié el fervor que despertaban los artistas de la editorial Bonelli entre los fanáticos; y vi a un hombre de más de cincuenta años peleando el precio del coqueto combo de sillón y heladera de Diabolik, definitivamente establecido como icono del lifestyle contemporáneo.




Fachada del Castel Sant'Elmo



Tres gustos y un lujo. Los gustos: Poder comprar, después de infructuosa búsqueda en la web, Un fascio di bombe (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/06/estrategia-de-la-tension.html), el Nº 2 de GIUDA (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/06/la-traicion-como-una-de-las-bellas.html) y el hipnótico Corto Sconto, guía de la Venecia fantástica y escondida de Hugo Pratt, que guiará algunos de nuestros pasos en la próxima (corta) visita a la ciudad más extraordinaria de la Tierra. El lujo: Ver en vivo al cuarteto napolitano Foja, presentando su primer disco Na storia nova en el Castel, como cierre más que apropiado para la jornada dedicada a la Historieta y la Música. Más que apropiado porque el arte del cd (de Alessandro Rak) explota su deuda con el grafismo historietístico; y porque su música áspera y desgarradora es la banda de sonido emocional del asfalto napolitano, siempre y cuando estemos dispuestos a oír más allá de las canzonetas tradicionales.




Con el Castel Sant’Elmo fijo en las retinas, llegó el turno de la primera presentación oficial de Memorie dell’Eternauta. La tarde del 2 de mayo, en un lugar privilegiado: La Scuola Italiana di Comix (http://www.scuolacomix.net/) dirigida por Mario Punzo, el Mario del segundo apretón de manos en el aeropuerto de Nápoles, catedrático de la Academia de Bellas Artes de la ciudad y uno de los anfitriones más cálidos y cordiales que uno pueda imaginar. En un aula de la Scuola, junto con Antonio Scuzzarella y el propio Mario (más la atenta presencia de Cinzia Gianfelice, estrecha colaboradora de 001 Edizioni), conversamos largo tiempo entre nosotros y con los alumnos sobre los significados, las metáforas ocultas y expuestas en la obra maestra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, tomándola como ejemplo de la capacidad que tiene la historieta para exponer las problemáticas sociales.





Antes y después de la charla, tuve el privilegio de recorrer la Scuola fundada en 1994, cantera de actuales y futuros profesionales que engalanan las colecciones de Bonelli, Casterman, Soleil, Albin Michel, DC Comics y Marvel, entre otras importantes editoriales del mundo. Me detuve en la exposición dedicada al Garibaldi de Tuono Pettinato, una obra que (temo) quedará injustamente desconocida en la Argentina. Y pude disfrutar de una reveladora charla con Italo Mattone, miembro del staff de la bonelliana Julia, gran conocedor de la Escuela Argentina y su tradición narrativa, elección consciente de Bonelli a la hora de definir su identidad editorial, el estilo que reconoce como máximo referente inspiracional al argentino Ernesto García Seijas. Y como si todo esto fuera poco, me obsequiaron un ejemplar de Nero Napoletano, primera novela gráfica colectiva que la Scuola, el diario Corriere del Mezzogiorno y la Napoli Comicon realizaron el año pasado, enfocada en la dialéctica vida-muerte que une a Nápoles con la Camorra.





Con la caída del sol llegó la hora de ir a probar las deliciosas pizzas de una histórica pizzería de Nápoles. En una mesa llena de color y comida, de anécdotas y risas, de brindis y regocijo, empezamos a despedirnos de la vieja Parténope. Había llegado el momento de hacer las valijas, de prepararnos para el cruce del mar Tirreno.
Procida nos estaba llamando.



Próxima parada: Procida, días de playa, sol y novelas gráficas.



Entrada anterior: http://labitacorademaneco.blogspot.com/2011/06/partir-de-manana-memorie-delleternauta.html

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