1) Expresar ideas auténticas y sinceras.
2) Estudiar con atención la Naturaleza, para aprender a expresar esas ideas.
3) Seleccionar en el arte de las épocas pasadas aquello que resulte directo, serio y sincero, desechando todo lo convencional, autocomplaciente y aprendido de memoria.
4) Lo más importante de todo: Buscar la perfección en la creación de cuadros e imágenes.
2) Estudiar con atención la Naturaleza, para aprender a expresar esas ideas.
3) Seleccionar en el arte de las épocas pasadas aquello que resulte directo, serio y sincero, desechando todo lo convencional, autocomplaciente y aprendido de memoria.
4) Lo más importante de todo: Buscar la perfección en la creación de cuadros e imágenes.
En estos cuatro puntos (incluidos en la solapa de portada del segundo volumen de GIUDA), quedan subsumidas todas las búsquedas estéticas e intelectuales de la autoproclamada Hermandad Prerrafaelista, asociación de pintores, poetas y críticos ingleses, fundada en Londres en 1848. Al rechazar el arte académico predominante del siglo XIX y aferrarse a la búsqueda minuciosa del detalle y el efecto de la luz sobre la percepción del color que caracterizó a los pintores italianos y flamencos anteriores a Rafael (de ahí el nombre de la Hermandad), los prerrafaelistas desarrollaron un camino propio que terminó anticipando el simbolismo.
Ambientando sus historias en Serbia, Inglaterra, la región italiana de Emilia Romagna y la ciudad griega de Salónica, los autores reunidos en GIUDA (sigla de Geographical Institute of Unconventional Arts, así, en inglés, aunque se trate de italianos) abrazan los postulados prerrafaelistas como prisma desde donde enfocar dos cuestiones principales. Uno, de forma: La cartografía como ideario estético, entendiendo al viaje exterior como metáfora del viaje interior y el viaje interior como metáfora del viaje exterior. Y otra, de fondo: La obligación de subvertirlo todo, porque la única naturaleza válida del arte es su concepción revulsivamente política.
A partir de ahí, los GIUDA elaboran y reelaboran el mundo, enarbolando su rechazo a los métodos tradicionales de composición, articulando los distintos engranajes de la blasfemia. Poéticos e intimistas, grandilocuentes y herméticos, como alegato contra cualquier encarnación del despotismo, como facetada conversación entre distintas figuras relacionadas (de una u otra manera) con la Hermandad Prerrafaelista. Biografiando la geografía sentimental e ideológica de una época, apuntando a la trascendencia, sin renunciar nunca a la sensualidad, goteando sus dosis de malicia, los GIUDA exploran los lenguajes de la historieta, de la pintura de caballete, del collage, de la publicidad, de la ilustración, la afichística y la señalética, para investigar los misterios de la dualidad. De la dualidad entendida como libre interpretación de las posibilidades. De la dualidad como máxima síntesis de la condición humana.
Haciendo de la gráfica el último reducto de la palabra; y de la palabra un residuo remanente de la gráfica, explotan el concepto de tensión como movimiento vanguardista. La tensión como incomodo contrapunto inmanente, quiero decir. El sueño y el mito. La distancia y la tristeza. La figuración y el amor figurado. La enfermedad y la sangre. El espíritu y la materia. La ética y la estética. Oriente y occidente. El cuerpo y el alma. La realidad y la mitología. La fe y el satanismo. Lo que sobra y lo que falta. La poesía y el poder de la imaginación. El hálito presente de la muerte. El suicidio como expresión artística del deseo. La copia como original prostituido. La intolerancia como sobreprecio de la libertad. El terror como arma estatal y el terrorismo como herramienta del pueblo. La causa de los oprimidos y los oprimidos de la causa. Los ideales de belleza y la belleza de los ideales. El totalitarismo como manifestación física de una infección social: La desnutrición moral de las revoluciones. La traición como una de las bellas artes.
Porque si de algo entienden los GIUDA es de la traición. No en vano, su nombre, además del significado dado al Geographical Institute of Unconventional Drawing Arts, carga con el sentido bíblico depositado en Giuda Iscariote, más conocido en español como Judas Iscariote, el apóstol de la traición. Y haciendo honor a semejante deuda, transmutan la traición en el máximo acto de lealtad, postrera instancia de reafirmación de los valores traicionados. Porque ser fiel al prerrafaelismo exige la ruptura con lo académico, de lo cual ya forma parte el movimiento prerrafaelista. Y GIUDA elegirá serle fiel. Demoliendo cualquier tipo de jerarquía organizativa de la composición figurativa, cuestionando la tradición hasta el punto de renegar del propio prerrafaelismo. Asumiéndose como una intención rupturista, encontrando la síntesis de la función del Arte: El poder movilizante de la traición.
Después de todo, ¿qué hubiera sido de Jesús sin su Judas?
Fernando Ariel García
Después de todo, ¿qué hubiera sido de Jesús sin su Judas?
Fernando Ariel García
GIUDA Vol. 2. Autores: Armin Barducci, Nina Bunjevac, Gianluca Costantini, Ciro Fanelli, Rocco Lombardi, Angelo Mennillo, Robert Rebotti - Jacklamotta, Alice Socal y Elettra Stamboulis. Portada: Gianluca Costantini. Editor: Gianluca Costantini. 64 páginas en blanco y negro. GIUDA Edizioni. Italia, junio de 2010.
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