viernes, 19 de febrero de 2010

FIERRO Nº 40: SEPARACIÓN Y ELECCIÓN

Tengo 44 años. Y se supone que, hace ya cuatro, debí haber atravesado la famosa crisis de los 40. La verdad, si la pasé debe haberme pasado por arriba, porque no recuerdo nada parecido a la insatisfacción, el miedo, el extravío, las depresiones y/o cualquier otra sensación de hondo desánimo que pueda asociarse a un estadío biológico-psicológico-social de esta naturaleza. Y leyendo, como todo segundo sábado de cada mes, la nueva entrega de la renovada y saludable Fierro, caigo en la cuenta de que la revista comandada a cuatro manos por Juan Sasturain y Lautaro Ortiz llegó a la cuarentena. Y sin asomo de crisis.
Ilustración de Scuzzo para el sumario

Dicen los que saben que, al menos desde el punto de vista psi, la palabra crisis deriva etimológicamente del vocablo griego que quiere decir, al mismo tiempo, separación y elección. Qué bien, entonces, porque esta Fierro muestra claramente la separación de lo que venía siendo (o, mejor aún, de lo que uno siempre esperó que siguiera siendo) y la elección de una identidad que, sin renunciar a la mejor tradición narrativa argentina (ese hilo discursivo que atraviesa a HGO, la primigenia Skorpio y, por supuesto, los casi cincuenta primeros ejemplares de la encarnación original de Fierro), se abre para abrazar generosamente a la movida supranacional (ese otro hilo discursivo que une sin mezclar a La Productora, Suda Mery K!, Catzole, Historietas Reales y al uruguayo Grupo Belerofonte, entre otros) para parir, de nuevo, la mejor revista de historietas de la Argentina contemporánea.
La infatigable travesía de Nicola Wender, de Pablo Túnica y Martín Túnica

Y es que a los 40 uno ya tiene en claro, al menos, qué es lo que no quiere. Descree de todos los ismos y se afirma en sus convicciones. Por eso entiende (y aplaude de pie) la profunda significación latinoamericana del laburo de Frank Arbelo en base al relato de Enrique Anderson Imbert, traducido por la contundencia negra de una elección gráfica que hace quedar a Chester Gould como un pibe que no entendió nada de nada. Y asume su lado masculino cursi, el mismo que te hace tararear las canciones melosas de The Who; y en voz alta si el que las reversiona es Minaverri. Macho sensible al fin, disfruta de la identidad sexual asumida por los cowboys gay de Iturrusgarai (creados, dicho sea de paso, mucho antes de que se anduvieran secreteando en la montaña).
Diego Parés, el verdadero Gran DT
Personalmente, me gusta más la Fierro que privilegia las historias cortas que los seriados más o menos largos. Pero a los 40, también, uno ya aprendió a convivir con sus (aparentes o no) contradicciones. Así que gozo sin culpas del Altavista de Calvi (ni una palabra de más, un verdadero mazazo a las neuronas que te sigue acompañando después de la última página, todo el mes, hasta que aparece la próxima entrega), del largo (espero) peregrinar del Nicola Wender de los hermanos Túnica, de la poesía sucia y cruel de El Feo, de las peleas ficticias y los dramas reales de Vitamina Potencia, de las hijaputeces adictivas de Gustavo Sala (¡qué final, Maestro!); y del picadito propuesto por El Sr. Y la Sra. Rispo de Parés, un partido que exhibe las diferencias entre jugar al fútbol y jugar a la pelota.
A leer que se acaba el mundo

A fin de cuentas, el Picado Fino editado por Mosquito tiene razón. Visto desde los 40 en el Tercer Mundo, la fin del mundo no resulta ni tan final ni tan mundial ni tan apocalíptica. Siempre que llovió, paró. Y uno ya sabe dónde, cómo y con quién quedarse hasta que amaine.
Crisis… ¿Qué crisis?
Fernando Ariel García
Fierro Nº 40
Autores: Varios
Director: Juan Sasturain
Jefe de Redacción: Lautaro Ortiz
64 páginas a color y en blanco y negro
Editorial La Página
ISSN: 1514-6855

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