martes, 14 de enero de 2020

THE JOKER – YEAR OF THE VILLAIN: SER O PARECER

The Joker – Year of the Villain. Guion: John Carpenter y Anthony Burch. Dibujos: Philip Tan. Entintado: Marc Deering, Danny Miki, Jonathan Glapion y Philip Tan. Color: Jay David Ramos. Portada: Philip Tan y Jay David Ramos. Editor: Jamie S. Rich. DC Comics. EE.UU., diciembre de 2019. 

Estamos en la era del Guasón. Y todo se lo debemos a Joaquin Phoenix, estrella y baluarte absoluta del magnífico film de Todd Phillips, detonante en cadena del fenómeno que acapara los aplausos del público, los elogios de la crítica y los premios de la industria. Ante estos hechos, se caía de maduro que DC iba a explotar su licencia de manera desenfrenada, tratando de aprovechar al máximo las posibilidades comerciales del momento.
Y de entre el maremágnum de títulos relacionados con el Payaso del Crimen, elijo quedarme con este The Joker: Year of the Villain, cómic especial por su naturaleza unitaria, pero sobre todo por haber sido concebido por uno de los cineastas más importantes del séptimo arte norteamericano de los ’70 y ’80: John Carpenter. El director de la original Halloween, Asalto al Precinto 13, La niebla, Escape de Nueva York y la remake de La cosa, todos clásicos del terror, el thriller y la fantasía que han formateado el gusto por el entretenimiento popular de mi generación.


La única contra de este especial es su pertenencia al largo evento anual Year of the Villain, en el cual Lex Luthor intenta alcanzar la realización de la especie humana a través del ejercicio de la maldad, lo cual se traduce en un par de páginas sin sentido para todo aquel lector desinteresado de las grandes implicancias del mosaico general. Lo que vale (y mucho) es la historia que se cuenta dentro de ese marco formal. 


Apelando al universo simbólico de la serie televisiva de Batman con Adam West y Burt Ward, Carpenter (y su co-guionista Anthony Burch) se animan a dos planteos revolucionarios (por lo perturbadores) para el status quo de personajes aptos para todo público. Por un lado, plantean la relación del Guasón con Batman como una tóxica e irresuelta historia de amor. Amor que prescinde del romanticismo para exhibir su esencia sexual con prácticas que ligan el éxtasis a puntuales manifestaciones de violencia y perverso coqueteo con la muerte.


Y, por otro lado, al contar la historia desde el punto de vista de uno de los inútiles secuaces que solían acompañar al catódico Guasón interpretado por Cesar Romero, Carpenter y Burch deconstruyen la naturaleza identitaria del criminal, respondiendo la pregunta que nadie se había animado a hacer: ¿El Guasón es un demente inestable que comete actos malvados o un cuerdo malvado que comete actos dementes? 
Fernando Ariel García

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