
El Bug no tiene conciencia de sí mismo, no está humanizado en cuanto a sentimientos e intenciones, sólo busca seguir vivo. Los hombres sólo son su hábitat, alguna cosa del exterior o grandes seres que los usan como divertimentos, como experimentos, como juegos. De ahí que el término despiadado no sea el más adecuado para definir a este animalito. Los hombres eligen no tener piedad, mientras que el Bug, simplemente, no la tiene.
Sus historias transmiten emociones contrastantes: La dulzura de las formas y el disgusto de las situaciones o la idea de que nuestro cuerpo es aséptico cuando, en realidad, está poblado por una multitud de parásitos.
Para este volumen de Bug, de NPE Edizioni, Miguel Ángel Martín ha dibujado dos nuevas historias (las más largas) y una galería de sus insectos preferidos, orgánicos y artificiales, para que miremos dentro nuestro y descubramos el animal que está en nosotros.
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