Fantasía metalera adolescente de los años ’80, dicho esto sin ánimo de ofender a nadie. Al menos, es la sensación que me llevé del cine tras ver Ghost Rider. Espíritu de venganza (Ghost Rider. Spirit of Vengeance, 2012), celebración místico religiosa de la ropa de cuero negro ajustada, la alta velocidad sobre dos ruedas, la música pesada a todo volumen, las posturas de macho descerebrado o pasado de testosterona sobreexitada por la presencia de lo sobrenatural; cultos, órdenes religiosas y un satanismo de folletín que lo pone todo al borde del fin del mundo y la llegada del Anticristo. La película, que se estrena mañana en la Argentina, funciona como una acumulación de situaciones predecibles y lugares comunes, muy profesionalmente filmadas y, por un momento (fondo blanco, el Ghost Rider escupiendo cadenas de su boca) capaces de poner en pantalla la carga icónica más potente y genuina que tiene el personaje creado en 1972 por la Marvel Comics.
Estrictamente, Ghost Rider. Espíritu de Venganza no es una secuela directa del filme iniciático de 2007, aunque avanza y profundiza sobre la maldición que cuelga sobre Johnny Blaze (Nicolas Cage), el motociclista acrobático que firmó un pacto con el Diablo hace muchos años, a raíz del cual quedó poseído por un ángel caído y llevado hasta la locura. De ahí que, literalmente, se prenda fuego cada tanto y se convierta en el Motorista Fantasma del título (que aquí ha sido rebautizado, vaya uno a saber por qué, como Vengador Fantasma), verdadera fuerza natural del oscuro más allá. Aunque no es osado afirmar que los directores Mark Neveldine y Brian Taylor sí decidieron aferrarse a la carga identitaria más fuerte de la primera película: La indefinición.
Tiene el look del Blackout de los cómics pero no es Blackout ni se llama Blackout
Es que el principal problema de Ghost Rider pareciera residir en su incapacidad. Para abrazar las reglas de un género o para romperlas y generarse algunas propias (efectivas o no, sería otra historia). No crea terror, aunque la base argumental remita a sus temáticas clásicas y sus personajes principales se correspondan con algunos de sus arquetipos. No es una película de superhéroes, aunque la grandilocuencia visual y el estilo narrativo busque remitir a la estética post-Matrix de la nueva trilogía de Batman o Watchmen. No se sabe si va en serio o pretende jugarla de comedia (demasiadas sobreactuaciones, empezando por Nicolas Cage en proceso de transformación al Ghost Rider), planteando una serie de interesantes dramas humanos existenciales que resultan abordados con una liviandad epitelial que no emociona ni conmueve ni crea empatía. Desaprovechando por completo la carga referencial de los escenarios naturales de Polonia y Turquía en donde fue filmada, metidos de lleno en la tradición del mejor cine de terror europeo, Hammer a la cabeza.
Inconsistencias argumentales aparte, el guión de Scott M. Gimple, Seth Hoffman y David S. Goyer (que tiene en su haber tanto cómics como largometrajes basados en historietas) repite el esquema de referencias veladas al cómic de la primera película que, como todo, se quedan a mitad de camino. Desde el título, Spirit of Vengeance, que copia al cabezal de la historieta de los ’90, la película coquetea con la tradición del personaje en su vida impresa. Hay un niño de nombre Danny (Fergus Riordan) que bien podría ser Danny Ketch, el segundo personaje en transformarse en el Ghost Rider de los cómics. Está la relación de corte filial que terminan entablando, al igual que en las viñetas, Blaze y Danny. Y a mitad del metraje, el personaje de Carrigan (Johnny Whithworth) se convierte sin convertirse en Blackout, el archienemigo del Ghost Rider Danny Ketch. Sumatoria de detalles metalingüísticos que no terminarán de satisfacer al fanático conocedor ni le sumarán al neófito que las pasará por alto. Nada más que una acelerada a fondo, bruscamente interrumpida por el semáforo de la esquina.
Fernando Ariel García
Fernando Ariel García
Ghost Rider. Espíritu de venganza. Directores: Mark Neveldine y Brian Taylor. Protagonistas: Nicolas Cage, Idris Elba, Ciarán Hinds, Christopher Lambert, Violante Placido, Johnny Withworth y Fergus Riordan, entre otros. Guionistas: Scott M. Gimple, Seth Hoffman y David S. Goyer, basado en personajes y situaciones de la historieta editada por Marvel. Columbia Pictures. EE.UU./Emiratos Árabes Unidos, 2012.
La anterior ya era un desastre. Lo único que se salvaba era Eva Méndes, y no precisamente por su actuación. Da lástima verlo a Cage haciendo estos bodrios. ¡Abrazo!
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