El manuscrito. Guión: Marcelo Pulido, en base a situaciones y personajes creados por Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López. Dibujos: José Massaroli. Portada: José Massaroli. Ilustraciones: Quique Alcatena, Fernando Baldó, Dante Ginevra, Gabriel Ippóliti, Jok. Posfacio: Fernando Ariel García. 64 páginas en blanco y negro. Doedytores / Historieteca. ISBN: 978-987-46194-0-2. Argentina, octubre de 2016.
(Este texto se publicó originalmente como posfacio de El manuscrito) Si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia. Verdadera o inventada, en este caso, no importa mucho. Principalmente, porque la lectura de la obra de Héctor Germán Oesterheld nos permite inferir que, para el creador de El Eternauta, Mort Cinder, Sargento Kirk y tantas otras criaturas de carne, papel y tinta, la ficción fue el prisma perfecto (y siempre perfectible) desde donde abordar la realidad que se iba sedimentando a su alrededor. En el plano concreto de la geografía histórica; y en las capas simbólicas del pensamiento crítico.
Por ello, hablar de la escuela oesterheldiana es hablar de un marco conceptual que favorece el abordaje narrativo de los discursos y los conflictos en pugna. Porque más que como un fin en sí mismo, la historieta fue asumida por HGO como un medio. Un medio de comunicación, obviamente, donde lo más importante era el mensaje, un mensaje humanista (en el más amplio sentido de la palabra), abierto transversalmente a cuestiones filosóficas, políticas, sociales, culturales, económicas, sin importar la ambientación urbana o extraterrena; el pasado lejano, el futuro post-apocalíptico y/o el presente cotidiano.
Bajo estos parámetros, Marcelo Pulido y José Massaroli parieron El manuscrito. Ficción verdadera que reelabora parte de las acciones, situaciones y premisas de El Eternauta, poniendo el ojo sobre el guionista de historietas que supo escuchar las peripecias de Juan Salvo durante una noche de más de trescientas páginas. Un guionista que nació anónimo y que, con el correr de los años y el acumulamiento de experiencias, se asumió como Héctor Germán Oesterheld, alter ego del escritor infantil devenido intelectual orgánico comprometido con las luchas populares de los ’70 (el camino que va de Gatito a Latinoamérica y el Imperialismo, o del antiperonismo a Montoneros), en un derrotero ideológico cuya estación terminal exhibe sin rodeos la real dimensión del horror existencial propiciado por la última Dictadura.
Utilizando como disparadores algunas de las ideas plasmadas en El Eternauta (la duda final que Germán transfiere a los lectores: ¿Será posible evitar la invasión publicando como material de ficción todo aquello que le fue contado?) y El Eternauta - El regreso (la amenaza que Juan Salvo representa para los Ellos y el manuscrito encontrado en una casa del Tigre), los autores trazaron un thriller político fantacientífico, hibridado con el policial negro y el drama aventurero del folletín clásico, teniendo la delicadeza de incorporarle hechos concretos tomados de la realidad (las islas del Tigre que un HGO en la clandestinidad eligió como refugio, hogar y lugar de trabajo; y el reguero de barro seco que iban dejando sus pasos cuando caminaba de un lugar a otro, “marcando su territorio”, de acuerdo con las palabras de un jovencísimo Miguel Rep). Con pasión y sin respiro, Pulido y Massaroli intercalaron secuencias trepidantes y desesperadas, cargadas de adrenalina y compromiso, hasta lograr un homenaje honesto y sentido al hombre cuyos huesos aún continúan desaparecidos.
Lo más interesante (para mí) es que lo hicieron prescindiendo del ataque bestial y asesino que la Dictadura descargó sobre el Oesterheld real, respetando en silencio el dolor que derramó sobre una familia marcada (para siempre) por el signo encarnizado de la ausencia. En cambio, remitieron a los hechos por todos conocidos ideándole otro via crucis tan particular como tremebundo, pasando por todas las estaciones del Calvario que esta ficción se apropió de la realidad. Respetando la lógica interna de una saga que la supera y la contiene. Y haciendo del hombre común la medida universal de todo relato.
Animándose a responder la pregunta más importante de la historieta argentina, Pulido y Massaroli aventuran una serie de hechos hipotéticos que explican cómo fue posible que en este país pasara lo que pasó.
Fernando Ariel García
a 41 años del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976
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