Falcon y el Soldado del Invierno. Directora: Kari
Skogland. Protagonistas: Anthony Mackie (Sam Wilson / Falcon), Sebastian Stan (Bucky
Barnes / Soldado del Invierno), Emily VanCamp (Sharon Carter), Wyatt Russell (John
Walker / Capitán América), Erin Kellyman (Karli Morgenthau), Daniel Brühl
(Barón Helmut Zemo), Danny Ramírez (Joaquín Torres), Georges St-Pierre (Batroc),
Adepero Oduye (Sarah Wilson), Clé Bennett (Lemar Hoskins
/ Battlestar) y Carl Lumbly (Isaiah Bradley), entre otros. Participación
especial de Don Cheadle (James Rhodes / War Machine), Florence Kasumba (Ayo) y Julia
Louis-Dreyfus (Valentina Allegra de Fontaine). Guionistas: Malcolm Spellman, Michael Kastelein, Derek Kolstad, Dalan Musson y Josef
Sawyer, basados en personajes y situaciones creadas y desarrolladas por Joe
Simon, Jack Kirby, Stan Lee, Gene Colan, Ed Brubaker, Steve Epting, Mark
Gruenwald, Paul Neary, Robert Morales y Kyle Baker, entre otros, para los cómics
de Marvel. Desarrollador televisivo: Malcolm Spellman. Productor ejecutivo:
Kevin Feige. Marvel Studios. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: Disponible
en Disney+ desde el 19 de marzo de 2021.
Debería haber sido lo más normal, pero el
entorno pandémico lo reconvirtió en un hecho azaroso. La serie Falcon y elSoldado del Invierno (The Falcon and the Winter Soldier) estuvo pensada como
segundo eslabón de la Fase 4 del Universo Cinematográfico Marvel (UCM); y pudo
verse en segundo término. Sólo que, en los planes originales, tenía que
emitirse después de la película de Black Widow y antes de la serie WandaVision;
y no al revés. Más allá de este detalle, los seis episodios de la serie sirven
para confirmar algunos de los vectores que parecen marcar la cancha de esta
nueva etapa del UCM.
Para empezar, el simbólico pase generacional
entre los héroes de la vieja camada y la nueva, el eterno tema del legado emparentado
con la inclusión empoderada de las minorías. No se trata aquí sólo de
reemplazar a la persona debajo del traje (o de cambiar a un actor por otro),
sino de reperfilar los valores históricos que estos paladines representan, aggiornándolos
a las demandas coyunturales de esta época, marcada sobremanera por la
corrección política. Y entonces sí, cambiarlos por otro actor que encaje en el
modelo que la sociedad demanda. Y, en el camino, empezar a desagregar la idea
de equivalente oscuro del superhéroe, con capacidades para funcionar como
archivillano, paladín renegado o alma descarriada capaz de cometer las peores
acciones con las mejores intenciones. Si es que algo así es posible. Un futuro
que tiene pinta de Dark Avengers, pero habrá que ver que sigue pasando.
Retomando la hibridación entre el thriller
político y la epopeya superheroica que dio sus frutos en Capitán América y el Soldado del Invierno, la serie debate quién debe ser el próximo Capitán América,
visto que Steve Rogers pasó a retiro tras los eventos de Avengers: Endgame. Y
lo hace lanzando la pregunta más álgida para los EE.UU. del UCM y los EE.UU.
post-Trump: ¿Puede haber un Capitán América negro? ¿Es hora de que el uniforme
de barras y estrellas sea portado por un afroamericano? Si bien al final sólo
quedará uno, desde el principio son tres los personajes que se rifarán la
posesión del icónico escudo. Y autoexcluido Bucky Barnes (Soldado del
Invierno), la pelea de fondo será entre el afroamericano Sam Wilson (Falcon) y
el recién llegado John Walker, héroe de guerra rubio y grandote, con una
preocupante tendencia a las reacciones hiperviolentas. El elegido por el Gobierno para ser el próximo Capi.
Y aunque el racismo es el tópico social más
importante que aborda Falcon y el Soldado del Invierno, no es el único. También
están la violencia política derivada de la exacerbación de la grieta y aprovechada
por grupos supremacistas, el destino de los desplazados-refugiados, la amenaza
terrorista y las políticas públicas de apoyo a las poblaciones vulnerables y/o
en riesgo. De todas formas, lo más interesante es la resignificación que los
hechos fuera de la pantalla imprimieron sobre estos contenidos acordados y generados
mucho antes de salir a la luz. En particular, el masivo impacto del movimiento
Black Lives Matter, el asalto al Capitolio de enero de este año y la crisis
económica desatada por la irrupción del COVID-19.
Es una pena (para mí, al menos) que, después
de tomarse el trabajo de elaborar estas álgidas cuestiones urgentes,
trabajándolas narrativamente para dotarlas de peso específico en la trama, Falcon
y el Soldado del Invierno decida resolverlas con herramientas brutalmente
simplistas, reduccionistas y discursivas, apuradas en el último tramo del
último episodio. Como si necesitara reafirmar su compromiso con la corrección
política, por miedo al ejército global de espectadores siempre dispuestos a
desenfundar su dedo índice.
Fernando Ariel García
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