Autómata. Director: Gabe Ibáñez. Protagonistas: Antonio Banderas, Dylan McDermott, Melanie Griffith, Robert Forster, Birgitte Hjort Sørensen y Javier Bardem (voz de Blue Robot), entre otros. Guión: Gabe Ibáñez, Igor Legarreta, Javier Sánchez Donate. Green Moon / Nu Boyana Viburno. España / Francia, 2014.
Distopía pura y dura, anclada en el retrofuturismo acuñado en los ’80 por Blade Runner y continuado (con inferiores resultados) por Inteligencia Artificial y Yo, Robot. Thriller policial, con toques de western, película de acción y trillada bajada de línea filosófica. Fábula moral sobre el concepto (y la concepción) de la vida; y la convivencia entre el hombre y la máquina, a pesar del capitalismo corporativo. Todo esto es Autómata (Automata, 2014), coproducción hispano-francesa que aborda la ciencia-ficción desde el rincón más deprimente de la proyección a futuro.
Propuesta más interesante por las ideas planteadas que por su efectiva resolución dramática, la película protagonizada (y producida) por Antonio Banderas empieza por un lado (la ciudad decadente, contaminada, asfixiante y nada amigable para los humanos) y termina por otro (el desierto árido, áspero, inclemente y nada amigable para los humanos), ambos retratados con apabullante belleza formal por Gabe Ibáñez, especialista en efectos especiales que aquí debuta como realizador y co-guionista.
Las dos locaciones principales parten al filme por la mitad. Literalmente, dividen drásticamente al metraje que se esfuerza por complementarlas y complementarse. Se separan por caminos divergentes, se contradicen, se chocan. Y de esta tensión mal resuelta, la primera mitad emerge como la más atractiva, provocadora y lograda de las dos. Enhebrando como pueden el trayecto (externo e interno), Banderas y Robert Forster llenan de entrañable convicción a los agentes de seguros que deberán resolver el dilema sobre la ¿naciente humanidad? de los autómatas obreros, abandonando en el camino la inconfortable zona de confort que habitaban como privilegiados del sistema.
Entretenimiento ambicioso, Autómata fusiona las viejas y las nuevas tecnologías en una imaginería visual sólida y compacta. Pero, como obra integral, se muestra demasiado dependiente de los modelos que abiertamente refiere. Al no erigir una identidad propia que alcance para definirla como aquello que (supongo) quiso ser, el siguiente paso en la evolución de la temática fantacientífica; termina reafirmando su estatus de honesta copia aventajada. Un modelo funcional y atractivo, pero viejo.
Fernando Ariel García
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