Kick-Ass 2. Director: Jeff Wadlow. Protagonistas: Aaron Taylor-Johnson, Chloë Grace Moretz, Jim Carrey, Christopher Mintz-Plase, Olga Kurkulina, Clark Duke, Augustus Prew, Yancy Butler y John Leguizamo, entre otros. Guionista: Jeff Wadlow, basado en el cómic homónimo de Mark Millar y John Romita Jr. Universal / Marv Films / Plan B. EE.UU./Reino Unido, 2013.
Suena parecido; y hasta podría llevar a la confusión. Pero una cosa es una comedia de superhéroes adolescente y otra muy distinta, hasta opuesta me animo a afirmar, es una comedia adolescente de superhéroes. Y esa diferencia sustancial es la que distancia a Kick-Ass, filme de culto conocido en 2010; de su secuela, esta Kick-Ass 2 (2013) que acaba de estrenarse en la Argentina por pedido (y presión) de sus fanáticos.
Sin ser ninguna maravilla, la primera entrega de esta pretendida trilogía (sí, los autores quieren ponerle punto final a la saga de este aventurero verdeamarelo en una tercera entrega), acertaba en el tono del traslado mediático del cómic original de Mark Millar y John Romita Jr. Ultraviolencia, irónico humor negro, mala leche, buena dosis de misoginia; y la adopción de una pose entre post-punk y nihilista, que ayudaba a construir la sensación de autenticidad realista necesaria para que esta glorificación de la estupidez humana no quedara reducida a la estupidez que pretendía glorificar.
Nada de esto se continúa en esta continuación, dirigida sólo con corrección técnica por Jeff Wadlow y defendida (con uñas y dientes) por tres actores que hacen lo imposible para encontrarle algún sentido a tanta hueca desmesura: Aaron Taylor-Johnson, Chloë Grace Moretz (a cargo, respectivamente, de la pareja superheroica protagonica, Kick-Ass y Hit-Girl) y Jim Carrey, rey de las morisquetas que se mueve como pez en el agua encarnanando al Coronel Barras y Estrellas, responsable por juntar y coordinar a los Justice Forever, una especie de Liga de la Justicia de segunda o tercera división.
En Kick-Ass 2, el cómic original que sirvió de base argumental a la película, Millar y Romita Jr. se enfrascaron conscientemente en la naturaleza de la abundancia (y sobreabundancia) de personajes y tramas entrelazadas tan transitadas por la industria. Animándose a exponer, en el camino, temas y temáticas de cierta e interesante actualidad: ¿Qué hacer con la indignación ciudadana?, ¿cómo responder a los crecientes y naturalizados niveles de violencia? y ¿qué se entiende por identidad en un mundo que pretende homogeneizarlo todo?, entre otras cosas. Wadlow, en cambio, optó por el amontonamiento incoherente, haciendo naufragar una cantidad de historias que nunca avanzan y, menos aún, llegan a algún tipo de resolución. Además, empeorándolo todo, las abordó con el vuelo bajo de una maniqueísta sitcom para escolares secundarios, pródiga en chistes escatológicos, descerebrados, y hasta desubicados.
Hay una diferencia fundamental entre el asado y la barbacoa. Mientras en el asado la carne se cocina, lentamente, con el calor de las brasas; en la barbacoa se arrebata rápidamente al contacto con el fuego. En el primero de los casos, la carne queda cocida; y en el segundo, quemada. Al empezar a desarrollar la historieta de Kick-Ass 2, Millar y Romita Jr. barajaron el título provisorio (y finalmente descartado) de Toda la carne en el asador. Se ve que Wadlow entendió que debía hacer una barbacoa. Y cumplió.
Pero a mí, que quede claro, me gusta el asado.
Fernando Ariel García
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