Como la memoria, el
Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie. Armado mediante fragmentos
de oralidad, de miradas y recuerdos de aquellos que lo trataron, construido y
reconstruido por los sentimientos y la distancia, el Zitarrosa que aquí aparece
es el Zitarrosa quintaesencial, el que retrata una época, el que mejor encarna
ese sueño colectivo iluminado por individualidades extraordinarias. Ficciones
mínimas que, al hilvanarse con aquellas canciones de corte semiautobiográfico
que transformaron en referente generacional al poeta, al cantor, al militante,
al trabajador que hablaba (y cantaba) con la materia prima que generosamente
le entregaba la calle. Así, con pedazos de verdades relativas que permiten asir
la realidad y contarla mejor que cualquier discurso cronológico de los hechos,
el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie.
Como la voz, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie. Con la bohemia existencialista y nocturna, con la compañía del alcohol, el peso del exilio, las marcas de la prohibición en los cuerpos atizados por la dictadura militar, el Zitarrosa que aquí se expresa es el emergente vocal de la identidad de un pueblo grande, capaz de darle alas al tamaño de sus esperanzas, de sus desdichas, de sus luchas. Cantante social, bisagra entre el campo y la ciudad, entre el peón y el proletario, Zitarrosa es espejo y reflejo de las tensiones sociales de los ’60. Su estampa tanguera, tan formal como conmovedora, tan sentida como severa, hablaba la lengua del Hombre, acompañando sus gritos y gritando los silencios que le hacían callar por la fuerza. Milonga nostálgica, signo de una identidad rioplatense hecha música, hecha fervor popular, devoción, reconocimiento y dolor tras su muerte. Así, entonando la banda de sonido perfecta para la esperanza, la ausencia y el misterio, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie.
Como la convicción, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie. Fuertemente apoyado en las raíces humildes, solidarias y fraternales, el Zitarrosa que aquí dice y hace con heroica coherencia es el Zitarrosa comprometido con sus ideas e ideales, que era lo mismo que estar comprometido con su tiempo, su militancia comunista y su pertenencia social. Comprometido a través del ejemplo, del accionar cotidiano en ambas márgenes del Río de la Plata, lidiando como podía con las contradicciones de la izquierda progresista frente al Gran Mal multinacional. Ciudadano hecho acción, acción reconvertida en movimiento político. Así, sabedor de que el Hombre nace con derecho a vivir una vida digna; y que eso sólo será posible si todos los hombres viven una vida digna, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie.
Como la Revolución, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie. Sinónimo del amor a los semejantes, del respeto a uno mismo, el Zitarrosa que aquí se eleva por sobre los limites de la vida y la muerte, es el Zitarrosa que encarna el Humanismo en palpable escala humana. El humanismo real de los líderes, aquel que implica la capacidad de aceptar sus equivocaciones tanto como sus aciertos, porque los unos son indivisibles de los otros. Tierno, solidario, generoso, hondamente bello y un poco perturbador al llegar a la inevitable comparación entre aquellos días y estos actuales. Así, seguro del camino que hay que recorrer para transformar la realidad de nuestros hijos y nuestros nietos, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie.
Como la musiquita, como la pared por hiladas, como la fogata, como los mejores amores, como el día y la hora, como el futuro, ánima del rumbo seguro, el Zitarrosa de Santullo y Aguirre crece desde el pie.
Fernando Ariel García
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