Nunca estuve a favor de las remakes. Porque salvo en el caso de los autores originales que vuelven a reversionar sus propios trabajos (buscando cambiar algunos puntos de vista, como hizo Oesterheld con la segunda versión de El Eternauta, la dibujada por Alberto Breccia, por ejemplo), los resultados creativos siempre se me antojan menos logrados y menos interesantes que en el original. ¿Para qué volver a hacer lo que ya ha sido hecho? ¿Cuáles son los méritos y los valores de la Psicosis de Gus Van Sant, que no es otra cosa que la Psicosis de Alfred Hitchcock vuelta a rodar, íntegramente, cuadro por cuadro, tal como la había filmado Hitchcock, sólo que en color? Así, con todos estos preconceptos a flor de piel, abrí el primer tomo de Pluto, el manga de Naoki Urasawa (Monster), masivamente promocionado como la remake de una de las aventuras impresas más famosas y populares del Astroboy de Osamu Tezuka: El mejor robot sobre la faz de la Tierra (incluida en el tercer tomo de la edición argentina de Astroboy a cargo de Deux), la historieta que hizo de Urasawa lector de mangas y, consecuentemente, autor.
Creada en 2003 como explícito homenaje al Astroboy de Tezuka (en la ficción, el robot-niño “nació” el 7 de abril de 2003), Pluto apareció serializada en la revista Big Comic Original entre el 2003 y el 2009, siendo recopilada en libros a partir de 2004
Quince minutos después, con la mandíbula cerca del piso y pidiendo más a gritos, me veo obligado a reconsiderar mi teoría sobre las remakes. Sobre todo, si se trata (como en este caso) de reconstrucciones antes que de meras recreaciones. Porque si bien es cierto que Pluto sigue fielmente los lineamientos argumentales del mencionado episodio de Astroboy, el enfoque escogido por Urasawa es tan radicalmente divergente en tono, estructura y registro, que logra convertir aquello ya transitado en territorio virgen y atractivo por lo que tiene, justamente, de desconocido.
La belleza de los tiempos muertos, uno de los grandes logros narrativos de Urasawa
Urasawa mantiene intacto el conflicto generado por la dicotomía libre albedrío-destino prefijado, uno de los pilares de toda la obra de Tezuka, pero profundiza las reflexiones sobre el poder y la responsabilidad de su uso. Y para ello ubica la trama en un indeterminado futuro cercano, donde los derechos robóticos y los derechos humanos están en igualdad de condiciones, estableciendo que los robots son tanto o más humanos que los propios humanos. De hecho, los robots están considerados seres vivos creados artificialmente, tienen subconsciente, sueñan, se cansan y tienen sentimientos.
Durante la investigación, Gesicht deberá pedir ayuda al único robot asesino de humanos conocido, Blau 1589, en una referencia directa a Hannibal Lecter y El silencio de los inocentes
Pluto complejiza la premisa de Tezuka. Allí donde había un robot gigante que buscaba destruir a los siete robots más poderosos del mundo, Urasawa planta una seguidilla de misteriosos asesinatos con implicancias mitológicas, tanto de robots como de seres humanos, cometidos por una extraña entidad con poderes especiales (¿humano? ¿robot? ¿algún tipo de fusión?), cuyas motivaciones no están claras. Al menos, en este primer volumen. Resignando el humor blanco con que Tezuka galvanizaba sus mensajes para el público infantil, Urasawa abraza el thriller fantacientífico, el clima noir y la sensación de tragedia inevitable típica de la Guerra Fría. Aggiornándolas al mundo post 11 de septiembre de 2001, ya que los robots en peligro inminente de muerte guardan algo en común: Todos tienen posibilidades de transformarse en armas de destrucción masiva. Y todos han participado del 39º Conflicto Centroasiático, el mismo que (aparentemente) trajera la paz definitiva a Persia y el continente asiático.
Astroboy, personaje secundario en Pluto
Antes que en grandilocuentes escenas de peleas entre superpoderosos, Pluto articula su discurso, principalmente, alrededor de la investigación llevada a cabo por Gesicht (cara, en alemán) agente robot germano de la Europol, uno de los siete en peligro de desaparición. Con Astroboy en estratégico segundo plano (y algunas referencias cifradas a Black Jack, otro de los míticos personajes de Tezuka), Gesicht carga el protagonismo de Pluto con interrogantes que sólo aparecen en la edad adulta: ¿Cuál es el sentido de la vida? ¿Qué lugar ocupan la familia y los hijos? ¿Cómo enfocar lo verdaderamente importante? ¿Qué hacer con nuestras propias sensaciones contradictorias, sobre todo cuando el miedo dice presente? ¿Seremos capaces de distinguir entre lo verdadero y lo imitado? ¿Podremos hacer del hoy algo más que un ayer estancado?
Y si es así, ¿existe la fórmula para exorcisar el pasado? ¿O todo está irremediablemente condenado de antemano?
Fernando Ariel García
Y si es así, ¿existe la fórmula para exorcisar el pasado? ¿O todo está irremediablemente condenado de antemano?
Fernando Ariel García
Pluto Vol. 1
Autor: Naoki Urasawa
(en base a la creación de Osamu Tezuka)
Co-Autor: Takashi Nagasaki
Supervisión: Makoto Tezuka
Traducción: Marc Bernabé
192 páginas a color y en blanco y negro
Planeta DeAgostini
Autor: Naoki Urasawa
(en base a la creación de Osamu Tezuka)
Co-Autor: Takashi Nagasaki
Supervisión: Makoto Tezuka
Traducción: Marc Bernabé
192 páginas a color y en blanco y negro
Planeta DeAgostini
ISBN: 978-84-674-3089-9
Muy interesante. Voy a leerlo.
ResponderEliminar¡Gracias por el dato!