viernes, 26 de febrero de 2010

METROPOLIS: LA REVOLUCIÓN DE LOS DE ABAJO

Nada es casual.
Un rato antes estaba mirando por internet, con indisimulable envidia, cómo los alemanes se congelaban en la Puerta de Brandenburgo. Con indisumalable envidia, digo, porque ellos estaban presenciando la exhibición pública de la versión completa de Metropolis, la clásica e influyente película de ciencia-ficción que Fritz Lang estrenara en 1927, restaurada gracias al material fílmico encontrado (y nunca mejor utilizada la palabra) en el Museo del Cine de Buenos Aires. Las escenas no eran nuevas, habían sucedido el pasado 12 de febrero como centro neurálgico de la Berlinale, pero gracias al presente perpetuo que permite la red de redes, las estaba viendo como si se tratara de un acontecimiento transmitido en vivo y en directo.
La Metropolis de Fritz Lang…
… y la Metropolis de Osamu Tezuka
Un rato después, me acerco a la demorada pila de revistas y libros atrasados que esperan ser reseñados y, arriba de todo, me encuentro con el Metropolis de Osamu Tezuka, muy bien editado en la Argentina por Deux Graphica Studio aunque sin el escalrecedor epílogo escrito por el autor que sí incorporó Glénat en el volumen español. No sé si a esta altura hace falta aclarar que soy un fanático de Metropolis. Vi varias veces la película (incluso la versión coloreada con música de Freddie Mercury, Jon Anderson y algunos otros), me encanta el Dr. Mabuse de Beroy ambientado en Metropolis; miro bastante seguido la novela ilustrada por Mike Kaluta; y caí rendido a los pies de la relectura supermaniana firmada por Roy Thomas y Ted McKeever. Había leído la edición española del manga de Tezuka y, apenas vi su equivalencia argentina en el kiosko del barrio, la compré poseído de una incrédula felicidad. Si no la había abierto hasta este momento, fue debido a razones derivadas de la paternidad. O, prefiero creerlo así, del Destino.
Humor blanco de líneas redondeadas, en la tradición de Walt Disney y Geo McMannus

Los puntos de contacto entre la Metropolis de Lang y la Metropolis de Tezuka son muy pocos, casi inexistentes a decir verdad, aunque el Dios del Manga reconoce haber encarado la realización de esta historieta en 1949 a raíz del filme alemán, del que había visto sólo una fotografía en una revista cinematográfica japonesa. Y es que la fuerza de la obra de Lang es arrasadora. Una imagen que se cuele en nuestras pupilas y uno ya quedó irremediablemente preso de su arrebatadora belleza formal, de la abrumadora conceptualización político-social del futuro que llegó hecho presente hasta nuestros días.
El mundo subterráneo, hogar de los robots proletarios

Ambientado en un mañana próximo, el manga se asume deudor de la estética Disney antes que del expresionismo alemán que Lang capitalizó en cada fotograma. La personalidad de la urbe se traslada casi intacta; y Tezuka avanza un poco más en las referencias específicas al creciente rol protagónico de los EE.UU., incorporando (en una de las portadas) carteles publicitarios de Coca-Cola y RCA¸y menciones nada encubiertas a Superman y el Ratón Mickey, al igual que a Los miserables y a uno de sus mangas anteriores, Los monstruos del país subterráneo (1948). Testeo de personajes y problemáticas para otras obras por venir (principalmente Astro Boy), en Metropolis claramente aparecen algunas de las preocupaciones que serán recurrentes en Tezuka, como la creación de seres humanos en base a células artificiales (¿células madre?) y el acceso o no al ejercicio efectivo de sus derechos, el manejo responsable de las capacidades científico-tecnológicas, el concepto de humanidad en plena Guerra Fría, la convivencia entre el hombre y la máquina; y (otra vez) la dicotomía entre el libre albedrío y la predeterminación.
Referencias al Ratón Mickey…
… y a Superman
Si bien puede leerse en solitario, la Metropolis de Tezuka es la segunda parte de una trilogía conceptual, iniciada en Lost World (1948) y cerrada con Next World (1951), cuyo tema principal podría resumirse en el mal uso de los adelantos científicos. Ambas Metropolis (¿casualidad? No lo creo) nacieron de la fascinación de sus autores hacia los EE.UU., más exactamente el Manhattan de los años ‘20, escenario que adelantaba el futuro arquitectónico del mundo. Y no sólo en lo que atañe a edificios, sino (y sobre todo) en lo que a lucha de clases se refiere. Dicho más claro: En Lang, los ricos y poderosos, arriba; los pobres y trabajadores, abajo. En Tezuka, los humanos arriba; los robots trabajadores, abajo. En el medio, por diversos y divergentes caminos, el cine y el manga pasan por la revolución de los de abajo. La resolución, para Lang, queda en el terreno de la esperanza futura. Para Tezuka, en cambio, sólo trae muerte y un reconocimiento tardío al estadío de la lucha.
Como si la ciencia-ficción tuviera la capacidad de crear maravillas, pero estuviera incapacitada para hacer milagros.
Fernando Ariel García
Metropolis
Autor:
Osamu Tezuka
Traductor: No acreditado
160 páginas en blanco y negro
Deux Graphica Studio
ISBN: 978-987-1485-22-2

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