Black Adam. Director: Jaume
Collet-Serra. Protagonistas: Dwayne Johnson (Teth-Adam / Black Adam), Aldis
Hodge (Carter Hall / Hawkman), Noah Centineo (Albert Rothstein / Atom Smasher),
Quintessa Swindell (Maxine Hunkel / Cyclone), Pierce Brosnan (Kent Nelson /
Doctor Fate), Sarah Shahi (Adrianna Tomaz), Marwan Kenzari (Ishmael Gregor /
Sabbac), Bodhi Sabongui (Amon Tomaz) y Mohammed Amer (Karim), entre otros.
Participación especial de Viola Davis (Amanda Waller), Jennifer Holland (Emilia
Harcourt), Henry Winkler (Tío Al) y Djimon Hounsou (Shazam). Guionistas: Adam Sztykiel, Rory Haines y Sohrab Noshirvani, basado en
personajes y situaciones creados por Bill Parker, C.C. Beck, Al Carreno, Otto
Binder, Gardner Fox, Howard Sherman, Dennis Neville, Roy Thomas, Jerry Ordway,
Marc Richards, Judd Winick, Tom Raney, Mark Waid, Alex Ross, Sheldon Mayer,
Geoff Johns, Grant Morrison, Greg Rucka, Mark Waid, Keith Giffen, Drew Johnson, John Ostrander, Len Wein, John Byrne, Rob Williams, Jack Kirby y
Jim Lee, entre otros, para los cómics de DC. New Line Cinema / DC Films / Seven
Bucks Productions / FlynnPictureCo. EE.UU., 2022. Estreno en la Argentina: 20
de octubre de 2022.
Antes de ver la película,
sólo tenía la pregunta. Si Black Adam está realizada para funcionar como
relanzamiento del Universo Extendido de DC, cuenta con la presentación de un
nuevo superhéroe y un nuevo supergrupo, presenta ligazones con la saga de
Shazam (cuyo segundo film se estrenará el año que viene) y el Escuadrón
Suicida, ¿por qué basa gran parte de su campaña promocional en la supuesta escena
post-créditos que recuperaría al Superman de Henry Cavill para el séptimo arte?
¿Un puñado de minutos anecdóticos (cuya existencia no niego ni confirmo) puede
tener más peso que toda la trama de un tanque hollywoodense?
Después de ver la película,
ya tengo la respuesta. Porque, lamentablemente, Black Adam no tiene para ofrecer
más que la probable promesa de una secuela algo más excitante que su debut
cinematográfico. El arribo de la megaestrella Dwayne Johnson a DC es
visualmente impactante y hasta entretenido de ver, pero carece de historia y de
ideas. No es más que una laaarga sucesión de peleas y persecuciones; y repite
la estructura narrativa de Shazam, quitándole la pátina de comicidad
infantiloide para reempalzarla por caras con síntomas de estreñimiento previo al estallido de violencia sanguinolenta. Y una bajada antiimperialista tan
inesperada como bien recibida.
Las puntas que había
adelantado la precuela en cómic son las que instalarán la figura de Black Adam,
dejando asentado que aquello que los EE.UU. entienden como villanía, para los
nativos de Kahndaq (ficticio país de Oriente Medio) es sólo otra forma de hacer
Justicia, más emparentada con el antiheroismo que definirá la naturaleza y el
lugar del protagonista en el Universo DC. Después, sólo queda lugar para que
Pierce Brosnan la rompa como el Dr. Fate; y la repetida sensación de haber
visto antes lo que estamos viendo ahora, en DC, en Marvel, en Indiana Jones y
en cualquier otra película de acción que se estrenan como chorizos. No hace
falta quedarse hasta el final, la escena entre créditos es la última.
Fernando Ariel García
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