Ámsterdam. Director: David O. Russell.
Protagonistas: Christian Bale, Margot Robbie, John David Washington, Chris Rock,
Anya Taylor-Joy, Zoe Saldaña, Mike Myers, Michael Shannon, Timothy Olyphant, Andrea
Riseborough, Taylor Swift, Matthias Schoenaerts y Alessandro Nivola, con Rami
Malek y Robert De Niro. Guionista: David O. Russell. Regency Enterprises / New
Regency / DreamCrew / Keep Your Head / Corazón Hayagriva. EE.UU. / Canadá,
2022. Estreno en la Argentina: 6 de octubre de 2022.
A priori, Ámsterdam (Amsterdam) tiene todo lo
que se supone debe tener una película que será una gran película. Una (muy)
buena idea, un reparto realmente espectacular (está De Niro, no jodamos), una
producción de la hostia; una estética hipnótica, la mezcla de ficción y hechos verídicos; y la promesa
de un balanceado maridaje entre el thriller político, la comedia de enredos, el
melodrama romántico y la sátira social. ¿Por qué, entonces, el resultado final
ni siquiera llega al de un fiasco entretenido? Principalmente, porque la fusión
tan mentada no funciona. Las cosas no fluyen naturalmente entre los géneros; y
aunque los actores y los técnicos se pelan el tujes para llegar a buen puerto,
la película naufraga a poco de zarpar.
Mucho tiene que ver, supongo, el director: David
O. Russell. Un tipo calificado de ególatra iconoclasta y caprichoso, incapaz de
sostener el interés por la narrativa que intenta construir. No lo ayuda el
hecho de que la trama de mayor peso, relacionada con el auge del fascismo que
se venía dando, internacionalmente, en los años de entreguerra en que transcurre
el film, sea una conspiración que se ve venir a paso redoblado desde que se la insinúa
argumentalmente. Ni que los saltos espacio-temporales entre la Ámsterdam del
título y los EE.UU. del complot, estén atados con alambres y metidos con
fórceps.
Por partes, Ámsterdam funciona mucho mejor. Podría
haber sido un policial negro de época, con un crimen político que hunde los
pies en el barro del espionaje. Un drama romántico cuasi-victoriano, con una
pareja de tres que nace en las trincheras de la Primera Guerra Mundial y
florece en la libertad de la Europa entregada al exorcismo del horror a través
de los excesos artísticos, amorosos y surrealistas. El retrato deforme de una
alta sociedad excéntrica y (multi)millonaria, tóxica e inmoral, carcomida por
la ambición desmedida y capaces de todo por adueñarse de todo y un poco más. La
misma ambición que, lamentablemente, pareciera haber movido a Russell detrás de
cámara. Apostando a todo o nada, esta vez le salió nada. O un todo mucho menor
que la sumatoria de sus partes.
Fernando Ariel García
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