viernes, 15 de junio de 2018

RITUAL: EXORCISMO DE LA CULPA

Ritual. Director: David Bruckner. Protagonistas: Rafe Spall, Arsher Ali, Robert James-Collier y Sam Troughton, entre otros. Guión: Joe Barton, basada en la novela homónima de Adam Neville. Entertainment One / Imaginarium Productions. Inglaterra, 2017. Estreno en la Argentina: 14 de junio de 2018. 

Parece que la culpa no es como la fe. No mueve montañas, por eso vamos a encontrar a estos cuatro amigos en los escarpados bosques nórdicos, cumpliendo un ritual de despedida para con el quinto miembro del grupo. Forzados a variar el trayecto programado en un cálido pub británico, los cuatro van a enfrentar sus miedos más arcaicos, profundos y tenebrosos. Primero, porque están virtualmente perdidos. Segundo, porque las mochilas que cargan no reparten equitativamente el peso de las responsabilidades por lo hecho y lo no hecho. Y tercero, porque no marchan solos. 


Está claro que los personajes no vieron ninguna de las películas de la saga de Blair Witch. De haberlo hecho, no estarían haciendo aquello que les vemos hacer con el miedo a flor de piel. El que sí se las vio todas es el director, David Bruckner, que juega de callado las similitudes paganas, míticas y místicas más que presentes; mientras se hace fuerte en la construcción de climas, el ocultamiento de datos, la explotación estética de una belleza que inhibe las sensaciones agradables que sugiere el entorno. Al poner en primer plano las diferencias entre el desborde gratuito y exhibicionista de los yanquis; y la descarnada mesura de la flema británica, gana por varios cuerpos esta guerra de estilos. 


El problema más grande que sacude a Ritual (The Ritual) es que va perdiendo interés a medida que la trama avanza hacia su final cantado. Quizás porque el estilo sólo no alcanza para empardar el efecto de las respuestas con el impacto de las preguntas que supo formular durante el primer largo tramo. Tal vez porque aquello que entendíamos como elusiva originalidad no era más que una obviedad elegantemente decorada. Ante tantas certezas cancelatorias de las dudas que nos obligaban a avanzar, la película se detiene y resuelve sus cuitas apelando a los transitados arquetipos del género. Apura los bifes y quema la carne en el asador. 


Efectiva aunque irregular, acierta con el juego de espejos que propone entre los rituales paralelos, priorizando una interesante imaginería visual por sobre la esquemática psicología de la distribución de roles entre los amigos. A pesar de todo, como logra exorcizar la culpa de la copia asumiendo las responsabilidades por lo hecho y lo no hecho, Ritual termina siendo una película para ver. Pero no para recordar. 
Fernando Ariel García

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