Absolute
Superman Nº 1. Guionista: Jason Aaron. Artista y portadista: Rafa
Sandoval. Colorista: Ulises Arreola. Letrista: Becca Carey. Editor:
Chris Conroy. DC Comics. EE.UU., enero de 2025.
Es
historia vieja, desmentida por sus propios autores. Pero desde que el
Presidente argentino retuiteó la fake news de que esta nueva
encarnación del Hombre de Acero estaba basada en su persona, me
moría de ganas de hincarle el diente al primer número de Absolute
Superman, tercera entrega del remasterizado Universo DC tras Batman y
la Mujer Maravilla. Eso sí, en algo hay que darle la derecha a Javo:
Al ver la imagen de portada, la despeinada melena de Kal-El se parece
mucho a la peluca del León, pero ahí se acaban las similitudes. Las
gráficas, por lo menos, porque en la identidad de este Último Hijo
de Kryptón late el disparador que, para
muchos, está en el corazón de
la actual gestión libertaria: El odio.
La
principal (y nada sutil) diferencia viene dada por los destinatarios
de esta aversión. En la ficción de Aaron y Sandoval, la S de
Superman representa a los trabajadores precarizados por los Elon Musk
kryptonianos. De hecho, fueron las políticas fogoneadas e
implementadas por esta élite empressarial las que llevaron a la
extinción al planeta natal del superhéroe. De
ahí que el Hombre de Acero se muestre profundamente empático con
los explotados, los migrantes y las minorías; y violentamente
enfrentado con el impúdico maridaje entre los poderes económicos y
políticos, tecnológicos y militares. Actuando en las sombras desde
una favela brasileña, este Hombre de Acero promete no llevarse muy
bien con Lois Lane, agente paramilitar al servicio de las águilas
imperiales y sus dóciles felinos falderos. Quiero ver cómo sigue.
Fernando
Ariel García
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