Inmortal. Director: Fernando Spiner.
Protagonistas: Belén Blanco, Daniel Fanego, Diego Velázquez, Analía Couceyro y
Patricio Contreras, entre otros. Guionistas: Fernando Spiner, Eva Benito, Pablo
De Santis. Boya Films. Argentina, 2020. Estreno en la Argentina: 2 de diciembre
de 2021.
Cuando en 1998 vi La sonámbula, salí del cine
completamente extasiado. La película de Fernando Spiner me confirmaba que aquí
en la Argentina también podía hacerse el tipo de ciencia-ficción que a mí más
me gustaba y me gusta. El de la especulación científica con impronta e identidad
nacional, capaz de (re)crear una ciudad de Buenos Aires con todos sus tópicos y
locaciones, pero corrida del racional eje cotidiano. Un paso adelante de la
línea de lo extraño, lo inquietante, lo imprevisible, lo probable. Un estado de
duermevela entre el realismo y el fantástico, habitado por nuestra coyuntura
social, política y cultural. Un espacio conocido
y reconocible, pero colonizado por lo extraordinario.
Inmortal vuelve a reafirmar el talento y la
capacidad narrativa de Spiner para la apropiación de los cánones del género, a
la hora de producir la más interesante incomodidad que pueda atravesar al
espectador. Sobre todo, porque logra articular las lógicas de la distopía y la
ucronía al ensamblar una sucesión de hechos posibles (que no han sucedido) en
la escala de necesaria credibilidad argentina para que el presupuesto ficticio
no estalle en diez mil pedazos antes de saltar al vacío del ridículo.
En la Buenos Aires del final macrista, conviven
(sin que nadie se entere) dos universos paralelos: uno en estado de
descomposición simbólica; y otro en estado de construcción concreta. El primero
es la realidad que nos rodea y nos imprime ritmos, humores y actividades. El
segundo recibe el nombre de Leteo; y es una especie de dimensión comercial
creada por la industria de la ciencia para que los muertos puedan continuar con
su vida después de morir. Hay una cuestión sucesoria, mínima, que disparará la
acción. Pero lo importante pasa por ver cómo se tramita el duelo y la ausencia
a ambos lados de la grieta entre el más acá y el más allá. Y a dónde nos
terminará llevando la tensión que se produce al cruzar de un lado al otro.
El único problema que no logra salvar el film
está en la convivencia visual de la realidad y Leteo. La primera, marcada por
el estético ojo clínico del director, encuentra lo fantástico en los diseños
circulares y cruzados de las autopistas, en las calles vacías del microcentro
porteño, en la pomposa (y algo degradada) arquitectura de la ciudad, en el
esqueleto fabril del conurbano bonaerense, exaltando aquello que no vemos al
mirar. Leteo, al contrario, armada digitalmente con retazos yuxtapuestos de
Buenos Aires, no encuentra la identidad sobrenatural que su naturaleza reclama, exige y pretende mostrar. En este duelo discursivo de Spiner, lo
artesanal se impone a lo tecnológico; y los efectos mecánicos siempre triunfan
sobre los efectos visuales. Como si la inmortalidad viniera ganada por el
talento y no por la cantidad (y calidad) de los recursos disponibles.
Fernando Ariel García
Me gusta que en cine argentino haya intentos de algo distinto al costumbrismos, las comedias.
ResponderEliminarLa idea del mundo paralelo, que además es una clase de más allá científico, es creativa e interesante.
Saludos.