jueves, 17 de junio de 2021

AKIRA: NO FUTURE

Akira vol. 1-6. Autor: Katsuhiro Otomo. OVNI Press. Argentina, 2018-2020.


Cómo cambian las cosas los años. A principios de los ’90, cuando Akira empezó a circular por la Argentina, en papel y en VHS, uno tenía que explicar quién era Katsuhiro Otomo, desenrollar sus pergaminos creativos y evidenciar cuál era su rol en la expansión nipona que se venía sin prisa y sin pausa. Había que hablar sobre la premeditada occidentalización de los contenidos de la saga, desarrollada para capturar la imaginación (y el bolsillo) de los millones de universitarios adolescentes orientales que habían cambiado las milenarias costumbres anteriores a la explosión industrial japonesa para abrazar los comportamientos consumistas promovidos por el capitalismo de mercado.


Hoy las cosas se leen al revés. Y, con justa razón, Akira está considerada un exponente mayúsculo del arte popular japonés, fiel representante de la cultura oriental que ayudó a difundir e instalar en el mundo todo. Más allá del giro de las perspectivas, lo cierto es que a casi cuatro décadas del debut del manga en las páginas del semanario Young Magazine, Akira sigue siendo una obra moderna, potente, compleja y atrapante. Un tour de force imprescindible a la hora de enfrentar la narrativa post-apocalíptica contemporánea.


Haciéndose eco de la pesadilla nuclear instalada en el ADN japonés, Akira arranca con el estallido de la Tercera Guerra Mundial, la destrucción atómica de Tokio y la complicadísima reconstrucción social, económica y política que le sucede. Capitalizando la real paranoia apocalíptica que campeaba por el mundo bipolar de ese entonces, donde la caída del Muro de Berlín y el bloque socialista parecía un escenario de la ciencia-ficción más pedorra, Otomo sitúa la acción en un futuro tan mediato como reconocible: Un lapso de treinta años que le permite conjugar las primeras páginas de los diarios con las premoniciones más catastróficas y desahuciantes.


Del cataclismo cósmico a las cuestiones domésticas, pasando por las eternas dudas existenciales que acompañan a la raza humana desde el inicio de los tiempos, Akira combina una trama ultraviolenta con el desencanto del technothriller y cierta filosofía cyberpunk. Va por los experimentos psíquicos y extrasensoriales ultrasecretos del Gobierno y, en el camino, expone con crudeza las llagas abiertas del abandono social, el desempleo y el terrorismo. Y pone, en el ojo de la tormenta, a dos adolescentes amigos (Kaneda y Tetsuo) que condensan el pathos de una camada de jóvenes sin otro futuro que el de la delincuencia pandillera y el consumo de drogas.


Con el correr de los años y la subsiguiente canonización de algunos de los tópicos principales de Akira, el discurso fantacientífico del manga puede haber visto mermada su capacidad de generar sorpresa y asombro, pero el costado humano que Otomo encarnó en Kaneda y Tetsuo no ha perdido un ápice del interés y la profundidad que supo construir a lo largo de los seis tomos. Sobre todo a la hora de contar el distanciamiento gradual de esos dos amigos (aparentemente) inseparables. Producto de las experiencias personales de cada uno de ellos, sí, pero influida por las tensiones generadas por el marco político que los contiene y el entorno ambiental que termina de conformarlos. Cuarenta años después de su primera exposición, ese inteligente intercambio entre el No Future generacional y el No Future histórico, sigue interpelando con las mismas preguntas sin respuestas. Y eso se agradece.
Fernando Ariel García
Publicado originalmente en Comiqueando Digital Nº 1 (marzo de 2021)
 

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