miércoles, 24 de marzo de 2021

JULIA - L’UOMO DI BUENOS AIRES: MEMORIA, VERDAD Y JUSTICIA

Julia Nº48: L’uomo di Buenos Aires. Guion: Giancarlo Berardi y Maurizio Mantero, en base a un argumento de Giancarlo Berardi. Dibujos: Enio Leguizamón. Portada: Marco Soldi. 132 páginas en blanco y negro. Sergio Bonelli Editore. Italia, septiembre de 2002.


Un día como hoy, hace 45 años, la Argentina entraba en el momento más oscuro de su historia contemporánea. Con el golpe de Estado encabezado por Videla, Massera y Agosti, se instalaron la tortura, el asesinato y la desaparición de personas, junto con un proceso virulento de desindustrialización y pauperización del país y sus habitantes. La historia de este Hombre de Buenos Aires que contó una de las editoriales más importantes del fumetto italiano, la Sergio Bonelli Editore, arranca esa misma noche en Buenos Aires y culmina 25 años después, en la ficticia ciudad de Garden City, a pocas horas de New York.


El argumento tejido por Giancarlo Berardi y Maurizio Mantero se inscribe dentro del canon del policial de investigación, género al que adscriben la serie Julia y su protagonista, la joven criminóloga Julia Kendall. Y repite ciertas constantes temáticas en las que el cómic ha venido apoyando su sustento dramático por años: Las consecuencias en el presente de los hechos acaecidos en el pasado, juzgando el accionar particular de cada una de las personas sin involucrar a su colectivo de pertenencia.


El leitmotiv de la historia es la falta de Justicia para los delitos de lesa humanidad que se habían cometido en la Argentina durante la dictadura. En un momento (2001), en que las leyes de Punto Final y de Obediencia Debida todavía no habían sido anuladas; y los indultos otorgados por el presidente Carlos Menem seguían siendo constitucionales. Aún con el peso simbólico del histórico Juicio a las Juntas realizado por la Justicia civil argentina en 1985, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, la sensación que campeaba (dentro y fuera de nuestras fronteras) era la de una instalada impunidad.


De ahí que la trama busque, deliberadamente, construir la idea de un trágico destino borgeano para Daniel Ortega, hijo de desaparecidos reconvertido en killer profesional que, vaya uno a saber cómo, logró ubicar en los EE.UU. al militar genocida que asesinó a sus padres Y allí va, en vuelo de Aerolíneas Argentinas, a matar al antiguo capitán Pedrazzi, oculto tras su nueva identidad de probo profesor universitario gracias a la intervención del FBI y la CIA. Es cierto que este clásico intercambio de roles (momentáneo) entre víctima y victimario, ayuda a generar conciencia entre los lectores europeos sobre el drama vivido por los hijos de desaparecidos, pero ante los ojos argentinos no deja de leerse como otra innecesaria convalidación de la teoría de los dos demonios.


Por suerte para todos, ahí están los dibujos del argentino Enio Legizamón (1942-2011) y la intervención final de Julia, que sirven para poner las cosas en su justo lugar. Con sensibilidad y crudeza, exponen las violaciones a los derechos humanos que llevaron adelante los militares, las razzias, los secuestros, los vuelos de la muerte. Y la imperiosa necesidad, en ese entonces, de resolver tanto dolor apelando a tribunales internacionales. Porque si algo deja en claro este notable Hombre de Buenos Aires es que la venganza puede llegar a funcionar como pobre paliativo ante la injusticia generalizada. Pero la única cura real sólo puede llegar bajo el imperio de la Verdad, la Memoria y la Justicia.
Fernando Ariel García
a 45 años del Golpe de Estado del 24 de marzo de 1976

1 comentario:

  1. Hola buenos dias. Como hago para acceder el sitioweb... No puedo entrar.

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