En la oscuridad: Star Trek. Director: J.J. Abrams. Protagonistas: Chris Pine (James T. Kirk), Zachary Quinto (Sr. Spock), Karl Urban (Dr. McCoy), Zoe Saldaña (Uhura), Simon Pegg (Scotty), John Cho (Sulu), Benedict Cumberbatch (Khan), Anton Yelchin (Chekov), Bruce Greenwood (Pike), Leonard Nimoy (Spock Prime) y Peter Weller, entre otros. Guionistas: Roberto Orci, Alex Kurtzman y Damon Lindelof, en base a personajes y situaciones creadas por Gene Roddenberry. Paramount Pictures / Skydance Productions / Bad Robot. EE.UU., 2013.
River y Boca. Beatles y Rolling Stones. La Guerra de las Galaxias y Viaje a las Estrellas. Entre los seguidores de la ciencia-ficción anglosajona, el enfrentamiento clásico es entre los universos soñados por George Lucas y Gene Roddenberry. Y se lo vive con pasión cuasi absolutista, aunque en los últimos años los fanáticos hayan empezado a hacer las pases y a aceptar que, en su medida y armoniosamente, cada saga tiene lo suyo para ofrecer. Y aún a riesgo de sonar reduccionista, permítaseme delinear un par de diferencias de enfoque que han marcado la identidad de cada quién y los estilos de cada cuál. Al menos desde mi desapasionado punto de vista, ya que el único atractivo que le encuentro a ambas series es el fenómeno cultural que han montado alrededor.
Digamos que en donde Star Wars apuesta por la aventura de capa y espada en clave retrofuturista, Star Trek opta por la filosofía de sesgo existencialista; que donde Star Wars privilegia la acción física en escenarios fantásticos, Star Trek implementa un espacio de reflexión anclado en el mundo real; que mientras Star Wars festeja la algarabía de una rebelión en eterno estado de expansión, Star Trek intenta explorar las posibilidades de una coexistencia intergaláctica pacífica y consolidada; y que mientras Star Wars busca descubrir otros mundos, Star Trek encuentra nuevas civilizaciones.
La división funcionó, en compartimentos más o menos estancos, con resoluciones más o menos aburridas, digamos que hasta que el niño mimado de la industria hollywoodense, J.J. Lost Abrams, tomó las riendas de Star Trek (2009), relanzamiento/puesta a punto de la tripulación más clásica del Enterprise (Kirk, Spock, McCoy y compañía) en la película que lo arrancó todo desde cero sin renunciar al vasto y complejo background histórico de series televisivas y largometrajes cinematográficos, a cargo de viejas y nuevas generaciones, logrando fusionar con coherencia e interés lo mejor de esos dos mundos tan transitados. No en vano Abrams ha sido elegido por Disney para filmar la primera parte de la nueva trilogía de Star Wars.
En esta En la oscuridad: Star Trek (Star Trek Into Darkness, 2013), J.J. va a lo seguro porque va al núcleo emocional e ideológico que moviliza al Enterprise: La tensión existente entre el impulso y la razón, entre los sentimientos y la lógica, galvanizados en las personalidades complementarias de Kirk y Spock. Que aquí deberán hacer frente a sus naturalezas y a la naturaleza terrorista de Khan, archivillano por antonomasia de la saga, que los hará retomar, repetir y traicionar una de las instancias más clásicas y definitorias de Viaje a las Estrellas II: La ira de Khan (1982), para muchos seguidores en todo el mundo la mejor película de las protagonizadas por la primera y fundacional tripulación.
Con un pie apoyado en el faraónico espectáculo de los efectos especiales; y con el otro asentado en el cuestionamiento ético de las posiciones adoptadas, cayendo en alguna incontinencia típica del cine clase B, manipulando la sensibilidad de trekkers, trekkies y neófitos, J.J. Abrams firma una de las mejores películas de género realizadas en los últimos tiempos. Épica, pretenciosa y entretenida. No es poco.
Fernando Ariel García
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