La
luz que imaginamos. Directora y guionista: Payal Kapadia.
Protagonistas: Kani Kusruti, Divya Prabha, Chhaya Kadam, Hridhu
Haroon. Azees Nedumangad y Anandsami, entre otros. Petit Chaos /
Chalk & Cheese Films / BALDR Film / Les Films Fauves / Another
Birth / Pulpa Films / Arte France Cinéma. India / Francia /
Luxemburgo / Países Bajos, 2024. Estreno en la Argentina: 18 de
septiembre de 2025.
Tres
mujeres, tres generaciones. Podríamos verlas como abuela, madre e
hija; como hermanas o como la proyección de la misma persona en tres
edades distintas. Pero en La luz que imaginamos (Prabhayayi Ninachathellam) son tres compañeras de trabajo en un hospital de
Mumbai (antigua Bombay) especializado en salud reproductiva. Cada una
atraviesa su propia crisis personal, en todos los casos derivada o
relacionada con el amor de pareja.
La
cocinera Parvathy (Chhaya Kadam) está a punto de ser desalojada
después de haber quedado viuda, porque aquello que garantizaba la
palabra del hombre ya no corre para una mujer. La enfermera Prabha
(Kani Kusruti) continúa atada a un marido que nunca eligió y que
desde hace mucho tiempo trabaja en Alemania, sin haber dado nunca
señales de vida. Y la enfermera Anu (Divya Prahba) intenta zafar de
un casamiento acordado por sus padres, para vivir el amor secreto que
tiene con un joven musulmán, en abierto enfrentamiento a la
tradición hindú que abraza su familia.
Cada
una a su manera, las tres evidencian el hastío y el agobio de los
milenarios mandatos culturales de una sociedad cerrada y machista,
demasiado oscurantista, opresiva y represiva para mi gusto
occidental. Encarceladas en una Mumbai oscura y lluviosa, abigarrada
de sueños y frustraciones, de grandes negociados y oportunidades
arrancadas, deambulan del trabajo a sus hogares. Cargando sus
frustraciones, pasean por plazas y estaciones de trenes,
consustanciadas con el ruido que define a la gran ciudad y les
taladra la existencia. Hasta que un hecho externo les permita evaluar
la posibilidad de un cambio interior. La posibilidad de darse permiso
para ser felices, viviendo la vida que elijan vivir.
Profundamente
empática, emocionalmente demoledora desde su austeridad narrativa,
la película que el año pasado ganó el Gran Premio del Jurado del
Festival de Cannes se me hace de visión indispensable para este
momento del mundo en donde las fuerzas retrogradas avanzan sobre los
derechos ya conquistados de las mal llamadas minorías. Es
interesante resaltar que el relato de la cineasta Payal Kapadia
prescinde de la división entre buenos y malos, poniendo el foco en
las estructuras culturales, sociales, políticas y religiosas que
validan el modelo de relaciones entre hombres y mujeres, empleadores
y trabajadores, poderosos y pauperizados. Ante este escenario,
universalizable desde las experiencias locales, queda claro que la
sororidad y la solidaridad son las únicas herramientas capaces de
transformar la luz imaginaria en hechos concretos. El momento del
cambio es ahora.
Fernando
Ariel García



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