De Once a Moreno. Historietas sobre rieles. Autores: Santiago Sánchez Kutika y Hurón, Diego Rey, Daniel Perrotta, El Guillo y Majox, Emiliano Maitía, Érica Villar y Marina Muñoz, Javier Hildebrandt y Lauri Fernández, Juan Damián Correa y Emanuel Enríquez. Portada: Pietro. 92 páginas en blanco y negro. Hotel de las Ideas. ISBN: 978-987-335-603-2. Argentina, agosto de 2014.
La idea es buenísima. Una antología temática organizada de acuerdo con el trayecto de la línea del tren Sarmiento, con historietas autoconclusivas y de diferentes autores, relacionadas con algunas de las estaciones más emblemáticas del itinerario. Eficaz metáfora del relato como viaje físico y simbólico entre dos puntos, entre dos estadíos modificados por el recorrido. Algo que se percibe con la lectura, ya que los personajes protagónicos de De Once a Moreno no llegan de la misma manera que parten. Se los nota más cansados, más excitados, algo defraudados, en paz consigo mismos, victoriosos o derrotados, incluso muertos.
La idea es buenísima, además, porque engancha con una histórica premisa de la mítica Editorial Columba (la de la palomita, la de El Tony, D’artagnan, Fantasía, Intervalo y Nippur Magnum, la que durante décadas encarnó el concepto de “historieta popular” desde una producción prioritariamente industrial): La lectura de cualquiera de sus revistas debía ocuparle a sus lectores el tiempo de un viaje en tren de Once a Moreno. De este guiño se agarran los creadores para abordar los géneros clásicos, pero bajo una sensibilidad contemporánea, permeable a la hibridación y con la anécdota subjetivada desde la impronta autoral.
La idea es buenísima, porque permite que cada historia, cada estación, desarrolle un universo determinado, elabore una propuesta única capaz de sumarle al todo sin tener que resignar su propia identidad. Así, nos detenemos en el policial fantástico, en cierto realismo mágico, en el romance, en la ficción autobiográfica, en el drama de época, en la introspección onírica, en la gauchesca y el costumbrismo rioplatense, estableciendo conexiones con la comedia de situaciones y el toque bizarro que marida la crónica social y el absurdo surrealista del Juan Carlos Batman, aquel encapotado argentino que Alfredo Casero (de)construía semanalmente en Cha cha cha.
La idea es buenísima, pero (y aquí llegamos al punto que más duele), la resolución global del álbum no está a la altura de esa premisa. La inserción de las tramas en los contextos del ferrocarril es sumamente dispar, yendo de lo orgánicamente natural a lo violentamente forzado. La oferta cualitativa es, también, notoriamente despareja en el qué se cuenta y en el cómo se lo cuenta. En esta antología, más allá de lo determinante que pueda resultar el gusto personal de los lectores a la hora de evaluar los contenidos, el arco de apropiaciones técnicas de las herramientas narrativas propias de la historieta pendula entre lo sublime y lo precario, sin escalas intermedias. Y eso lastima (mucho) a aquellos autores con un nivel de ejercicio profesional más acotado.
Viéndolo en perspectiva, De Once a Moreno va tirado por una locomotora muy potente, aunque no todos sus vagones estén preparados para aguantar un viaje de esta naturaleza. De todas formas, más allá de los altibajos, sigo apostando por este medio de transporte. Hay algo en su traquetear que invita a seguir andando, a dejarse llevar.
Fernando Ariel García
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