miércoles, 15 de febrero de 2012

LAS GRANDES ENTREVISTAS DE SONASTE MANECO: FEDERICO REGGIANI

Una de las voces más interesantes del actual panorama historietístico argentino, Federico Reggiani no sólo es guionista, escritor y ensayista (y notable comedor de asados), sino que es uno de los fundadores de Historietas Reales, el blog que revitalizó el cómic independiente local en cuanto a sus modos de producción en un escenario de fuerte crisis editorial. Profesor en letras egresado de la Universidad Nacional de La Plata, tiene en su haber una versión manga del Quijote y la tan bella como perturbadora Tristeza, cuya segunda parte estará al caer por Fierro. Javier Mora Bordel lo entrevistó en exclusiva. Y hablaron de todo, de alta y baja cultura, de legitimación y consumo, de literatura y novela gráfica. Palabras cruzadas.


Foto de Andrés Valenzuela. Tomada del sitio web Cuadritos (http://avcomics.wordpress.com)


¿Cuándo nace tu interés por la historieta?
Depende un poco de qué consideremos “interés”. Leo historietas desde chico, sobre todo historietas de aventuras. Descubro ahora que nunca leí mucho las “humorísticas”, Patoruzito, Isidoro, o algunas menos recordadas como Jaimito. Sí las de Columba, que en algún momento de temprano snobismo abandoné por Skorpio. Después, en el secundario, a los 13-14 años, por impulso de mi hermano accedí (con las dificultades de una época de dólar alto y pocas importaciones) a la historieta francesa de los '70. Peregrinaba a Buenos Aires a conseguir números sueltos de la española Totem, o moría de emoción cuando aparecía algún saldo con álbumes de la editorial Nueva Frontera. Y después apareció Fierro. Hoy me da la impresión de que algunas cosas de Columba envejecieron mejor que otras que leía con admiración, pero la educación sentimental es esa. Pero creo que fueron ahí, a los 14-15 años, los primeros fantaseos de ser historietista.
¿Qué autores consideras que te influyeron más en tus primeras lecturas?
No sé si mitifico tanto las primeras lecturas. Un Eternauta que me prestó un vecino lo tengo muy fresco, aunque debo haber tenido, no sé, 8 años. Y el episodio de la gota de Sherlock Time, que vaya a saber dónde leí y recuerdo que me dio miedo. La ciencia-ficción setentosa que aparecía en Fierro, en Zona 84, en Totem (Moebius, Bilal, Caza, Altuna y Trillo) calculo que dejó marcas, aunque no sé si lo que hago tiene algo que ver con eso. En el medio se cruzaron otras cosas, que ya no son “primeras lecturas”.





¿Literatura o historieta? ¿En que medio te sientes más identificado?
Con la literatura tengo una relación, no quisiera que suene demasiado pomposo porque no lo es, pero que definiría de existencial. Digamos que no concibo no estar leyendo literatura; y sí me imagino no leyendo historietas. Eso no implica una jerarquía, sino costumbres mías y, probablemente, algo muy básico que tiene la literatura, que es ser lengua. No es joda que el insumo principal de la literatura lo aprendas a los dos años, y encima lo traigas preseteado en el hardware cerebral. La historieta me ofrece otras cosas, el placer de trabajar en equipo, de pensar con otro, sobre todo. Y una sociabilidad muy linda (amigos, bah) y un cierto y muy mínimo reconocimiento, que también es placentero.
¿Es el cómic un medio maduro, un arte de pleno derecho? ¿Es un medio cultural o popular?
Me parece que la noción de arte no tiene mucho que ver con un medio en especial. Ya nadie que no sea muy necio supone que a priori hay medios “más artísticos” que otros, así como hace añares que no hay temas “más artísticos” que otros. Si no, seguiríamos escribiendo sonetos a las perlas de los dientes de la amada. Una inmadurez de la historieta, justamente, es que busca temas o formas que se creen “más artísticas”. Sobre todo, los “grandes temas sociales”, un efecto negativo de esa historieta enorme que es Maus, supongo. O la apelación a grafismos de la plástica, una herencia maléfica de Breccia o de McKean...
La cuestión de lo popular es más espinosa. Me parece que sin dudas hay una pérdida en el hecho de que la historieta se convierta en una producción “de nicho”, pero no nos podemos olvidar que casi todos los consumos culturales, por lo menos los de base artesanal como la literatura o la historieta, se han vuelto consumos de elite o de grupos chicos. No sé si no mitificamos un poco el pasado, pero en cualquier caso no sé si hoy abundan las “grandes obras masivas”. Beatriz Sarlo (una gran crítica argentina) dijo una vez que cada vez más géneros pasan al underground. Primero fue la poesía, pero ahora le toca a buena parte de la novela y a la historieta...



Página de Tristeza, con dibujos de Ángel Mosquito


¿Qué papel juega la crítica de historieta en este proceso de legitimación cultural?
Hay varias críticas, con efectos diversos.
La crítica en medios (en diarios, en revistas) creo que acostumbra a los consumidores de productos asociados a la alta cultura a la existencia de la historieta. O, incluso, les da permiso: “Ah, esta historieta salió comentada en el suplemento cultural al lado de este reputado novelista, entonces me la puedo comprar sin que se burlen de mí”. En ese sentido, hay una “legitimación”. El libro como soporte privilegiado cumple una función parecida.
La crítica que forma parte de ese murmullo constante que es internet (lo digo como descripción, no como ataque, creo que en internet hay, hoy, mejor crítica que en diarios y revistas; y ni hablemos de radio y TV) sirve para que el campo de la historieta se constituya y se autoconfirme, lo que no es para nada trivial.
La crítica universitaria creo que va a un poco atrás del fenómeno, en la medida en que aparece cuando se vuelve legítimo un objeto de investigación tan sospechoso.
¿Qué puede aportar la vía universitaria? ¿Podemos hablar ya de estudios consolidados sobre historieta?
La “vía universitaria” tiene sus lados malos. Básicamente burocratiza todo lo que toca. Pero ya hay bastante gente dedicada al ritual de criticar a “la academia” desde irracionalismos varios, así que pasemos a buscar las virtudes. Me parece que siempre es interesante un pensamiento riguroso sobre un objeto cultural. Eso aporta la universidad en sus mejores momentos, textos que prueban sus afirmaciones, que argumentan con coherencia, que citan sus fuentes y que no se fundan en el puro gusto, en la nostalgia o categorías por el estilo.
En cuanto a consolidación... es posible. En la Argentina, es visible un crecimiento muy grande, quizás basado en buena medida en esfuerzos individuales (el trabajo de Laura Vázquez en la Universidad de Buenos Aires, el de Roberto von Sprecher en la Universidad de Córdoba), pero no hay todavía una cátedra universitaria o un instituto de investigación que le den continuidad a eso, aunque creo que va a llegar. Hay cada vez más tesis, asoman publicaciones, está el festival Viñetas Sueltas, no es tan raro ver ponencias sobre historieta en congresos o revistas de temáticas suficientemente amplias como para incorporar la cuestión.



Háblanos del Congreso Internacional sobre Historietas y Humor Gráfico Viñetas Serias (http://www.vinetas-sueltas.com.ar/congreso/). ¿Trata de seguir la línea del Di Tella?
No creo. El Di Tella -y el trabajo de los pioneros de la semiótica, de Masotta, de Steimberg- fue una intervención de vanguardia. O sea, la principal intención, me parece, era cuestionar la institución arte. Decirle al establishment cultural algo como “ustedes creen que las artes mayores son la gran cosa, miren cómo utilizo las herramientas de lectura más sofisticadas para leer estas revistitas mal impresas que a ustedes les da vergüenza leer”. Creo que lo que hacemos nosotros ahora es más conservador. Decir “leo (o estudio o investigo) historietas” no tiene hoy mayor capacidad de subversión al interior de la institución “arte” (y de a poco, va perdiendo la capacidad de escandalizar a la institución “universidad”).
¿Qué escuelas o autores críticos consideras más relevantes?
Me formé leyendo a Steimberg y a Masotta, que más allá de su uso de tales o cuales herramientas semióticas o del estructuralismo, son dos grandes ensayistas. Dos buenos escritores, digamos. Creo que esa mirada -y ese gesto de vanguardia del que te hablaba antes- me interesa más que ciertos enfoques más periodísticos o más dados al catálogo de autores y obras, que es un poco una línea dominante. De lo que se produce ahora, en Francia y Bélgica creo que hay autores ineludibles, sobre todo Thierry Groensteen (http://www.editionsdelan2.com/groensteen/) y Jan Baetens (http://users.ugent.be/~jbaetens/). En la Argentina, creo que lo más interesante que se puede leer de la producción actual (además de Steimberg, que está muy activo y escribe cada tanto alguna observación sobre historieta que siempre sorprende por la agudeza) te daría tres nombres: Roberto von Sprecher (http://robertovs.blogspot.com/), Laura Vázquez (http://lauravazquezhutnik.blogspot.com/) y Lucas Berone (http://es.wordpress.com/tag/berone-lucas/), pero creo que en un par de años una lista tan breve va a ser una injusticia.




¿Ha supuesto internet un nuevo impulso para el medio crítico?
Un poco es lo que te decía antes. Por un lado, cambió completamente el “diálogo” alrededor de las obras. Todo se conversa más. Eso me parece interesantísimo. Pero además, hay muchos textos que sencillamente no tendrían un lugar por falta de un mercado (incluso, de un mercado académico) o que dormirían en actas de congresos o revistas oscuras. La sencilla cuestión de que casi todas las revistas académicas tengan versión electrónica pone mucho más a mano la bibliografía de cualquier lugar del mundo.
Dentro de nuestro medio, ¿es aplicable y válida la comúnmente aceptada teoría de los géneros?
Hay tantas teorías de los géneros... Calculo que te referís a la cuestión de la “novela gráfica”. Supongo que sí, sobre todo si tenemos en cuenta que nadie parece ponerse muy de acuerdo en los límites de un género en literatura, así que podemos importar esas imprecisiones con tranquilidad.
¿Qué sistematización propondrías?
No sé si hace falta... Me parece que uno puede pensar en estructuras de “cuento”, de “nouvelle” o de “novela” para determinadas conformaciones de relato, podría aventurar alguna forma que cumpliera la función social de esas formas literarias que conocemos como “poemas”. Pero fijate que el cine se las arregla con una división tan tosca como “largometraje” y “cortometraje”, no sé si es muy importante la cuestión.
¿Es propio del cómic poseer un carácter maleable capaz de mezclar distintas características de estilo en algo nuevo?
Sin dudas. En la medida en que uno deje de pensar en “temas de historieta”, en “estilos de historieta”, cualquier cosa es posible. Que haya lectores para eso, es otra cuestión, pero tampoco uno tiene que vivir obsesionado por los lectores, ese es también un rasgo de madurez. A la larga, hay lectores para todo. Como dijo Osvaldo Lamborghini, un escritor argentino: “Es muy difícil no gustarle a nadie”.




¿Tu adaptación del Quijote responde a este propósito o más a una idea de fomento de la lectura?
En realidad, fue una propuesta del editor, bien definida en cuanto a estilo. Yo desconfío de fomentar la lectura de libros ofreciendo historietas. Si quiero que lean literatura, tengo que ofrecer las dificultades y placeres de la escritura. Y a la vez, me gustaría que se fomente específicamente la lectura de historietas, que son tan lindas. Cuando lo hice, de todos modos, mi principal objetivo fue conservar ciertas características del Quijote. Sobre todo, lo cómico, y todo lo ligado a lo corporal. Uno no debe olvidarse que el Quijote es un libro para hacer reír y entretener, no alimentar el aburrimiento de los académicos de la lengua. Ahí Sergio Coronel tuvo muchísimo mérito. Digamos que me interesó hacer una buena historieta con el Quijote como insumo, y que cierta “fidelidad” al libro tiene que ver con que es un libro muy divertido: No me iba a poner a inventar chistes si los de Cervantes eran mejores que los míos.
¿Cómo se gesta dicho proyecto?
Como te decía, fue una muy buena idea editorial. Espero que podamos retomar impulso y terminar la segunda parte, me parece que el libro tiene un potencial, incluso comercial, poco aprovechado...





Páginas de Don Quijote, con dibujos de Sergio Coronel

¿Guionista, escritor, ensayista? ¿Qué es lo que mejor te define?
No hago ninguna de esas actividades con suficiente regularidad como para que me definan de alguna manera. Soy más tiempo bibliotecario, o padre de familia, o comedor de asados. De todos modos, me parece que son actividades muy distintas, sobre todo escribir (narración, poesía, ensayo) y “guionar”. En los guiones tengo que lidiar mucho menos con el problema de la lengua, con el ritmo de la frase (y más con otros ritmos: Visuales, de distribución de viñetas, de organización de los diálogos). Siempre me parece que el cerebro funciona de maneras muy diferentes en ambos casos, por más que exteriormente un observador me vea siempre sentado frente a una computadora o escribiendo en un cuaderno.
¿Cómo concibes tus guiones?
Casi nunca concibo nada. Me cuesta mucho planificar, ponerme a pensar. Si ya sé lo que va a pasar, me resulta muy tedioso ponerme a escribir para “llenar casilleros”. En cambio, si avanzo sin saber a dónde hoy, a mi cerebro la desesperación lo obliga a esforzarse más. Y la cosa varía mucho según el dibujante. Con Ángel Mosquito suele venir de imágenes o propuestas temáticas de él. Y discutimos y armamos en eternos chats. Lo de las largas discusiones antes de escribir una línea me pasa también cuando trabajo con Kraneo, con Terranova o con Max Aguirre. Son trabajos realmente en conjunto (Terranova escribe casi tanto como yo, por ejemplo). Con Fran López hay una forma más rara de trabajar en conjunto, nos vamos “chumbando” uno al otro, voy corrigiendo los guiones a medida que veo lo que él hace con ellos: La mecánica de escribir y dibujar a medida que publicamos, en Autobiógrafo (http://autobiografo.blogspot.com/), es rarísima y genera resultados muy inesperados, que me causan mucho placer. Puedo releerme y reírme de mis propios chistes, porque no sé bien de dónde salieron.



Autobiógrafo



¿Consideras que posees un estilo propio?
Ojalá que no, pero calculo que es inevitable. El estilo a veces es una suma de manierismos, o de costumbres resignadas, o de temores. Ya además es difícil saber dónde buscar el “estilo” en un guionista, porque no hay muchas marcas visibles, como con los dibujantes, ni una concentración de decisiones con la lengua en cada frase, como en la literatura.
Hay ciertas constantes inevitables. Alguna mezcla de costumbrismo con el antirrealismo más desesperado (calculo que para compensar), la desconfianza por los textos en off o los diálogos muy largos (como lector, tiendo a salteármelos). El disgusto por las frases “poéticas”, las adjetivaciones profundas y todo lo que me huela a impostación literaria. La incomodidad con los “grandes temas”.
De entre tus colaboradores, ¿qué dibujante te ha influenciado más?
Probablemente Mosquito, porque es con el que llevo más tiempo colaborando, pero sobre todo porque me cruza con zonas de trabajo o temáticas a las que naturalmente no iría sólo. Y además es un historietista magnífico. Las soluciones que da a las secuencias me quedan como enseñanza para la próxima vez que escribo. Pero el trabajo con cada dibujante, en mi caso, va más allá de la influencia, es realmente trabajo de a dos. Creo que ninguna de las historietas que hice las podría haber hecho con otro, eso es influencia fuerte. Adaptarme al otro me hace otro.
Háblanos de tus primeros trabajos. ¿Encuentras en ellos al autor actual?
No sé si tengo demasiada fe en ser el mismo que la semana pasada, pero a la vez tengo que concluir con cierta melancolía que no puedo cambiar tanto como quisiera. Hay algunas cuestiones (esos rasgos de estilo que me resisto a ver pero que deben estar), cierto deseo de musicalidad en los diálogos, cierto disgusto por los textos en off...
¿Es el fanzine un medio hoy en día obsoleto ante la irrupción de las nuevas tecnologías?
No es idea mía que cuando sale un medio nuevo, resignifica la función de los anteriores, no necesariamente los vuelve obsoletos. El fanzine, o de manera más amplia, la autoedición en forma impresa tiene una función, pero esa función ya no es dar a conocer una producción que no encuentra un cauce comercial. Para eso internet es mucho más eficiente. Sí creo que el impreso sigue aportando una lectura más intensa, menos distraída. Autobiógrafo, en Historietas Reales (HR), tiene probablemente algunos miles de lectores, pero un libro de 300 ejemplares seguro que va a obtener más reseñas y más comentarios, es una lectura menos dispersa. Y además, queda la posibilidad de jugar con el formato, con la materialidad del objeto que uno imprime. Leer en papel sigue siendo placentero.



Primera recopilación en libro de Historietas Reales


¿Cómo se gestó Historietas Reales (http://historietasreales.wordpress.com/)?
El azar. Habíamos estado hablando con Fran de hacer algo juntos, y aparecía como moda emergente el blog, que en sí tenía un componente de autobiografía, así que la idea de hacer una historieta autobiográfica (aunque un poco mentirosa en nuestro caso) en un blog era bastante natural. Arrancamos, con un plan muy experimental: Hagamos una historieta semanal que dure décadas, sin saber si alguien va a leerla, puro acto. Ver qué pasa con nosotros como personas. Pero resultó que varios amigos historietistas empezaron, un poco por chiste, a decir “yo también quiero contar mi vida”, y de ahí surgió una red de gente, que se conocía del mundo de los fanzines, sobre todo. En los comentarios de los primeros capítulos de Autobiógafo está eso, es muy divertido verlo gestarse. Eso en el origen. Después, sobre la marcha, descubrimos todos que HR nos daba algo muy valioso, que es un modelo de producción. En un momento casi sin oferta editorial (sin ese modelo, perfectamente válido, de “producir por demanda”), la publicación en internet nos dio una excusa y un sistema. A los dos años todos teníamos un volumen de páginas hechas que de otro modo no hubiéramos juntado jamás, es muy difícil semejante disciplina sin un editor.
¿Piensas que es tu proyecto más personal?
HR es casi lo contrario de algo personal, es completamente colectivo. Autobiógrafo en sí, la historieta que hacemos con Fran López en HR, quizás sí, en el sentido en que, como vamos semana a semana, sin plan de ningún tipo, se nutre con mi día a día, por más retorcidas que queden esas experiencias en el guión.
¿Podríamos decir que de proyectos autobiográficos has desarrollado propuestas más narrativas?
La autobiografía siempre la encaramos como relato, en realidad.
Pregunta de compromiso: ¿Qué autores u obras destacarías?
¿En HR? ¡No me quiero pelear con mis amigos!
¿Cuándo abre Historietas Reales sus fronteras para dar cabida a autores latinoamericanos de otras nacionalidades?
La verdad es que tendría que revisar desde el principio, pero fue inmediato. El mundo de la historieta independiente se había convertido, antes de HR, en una red muy latinoamericana, con festivales (Viñetas con Altura, algo en Uruguay, el Frontera de Morón y después Viñetas Sueltas). Así que a poco de empezar se sumaron Frank Arbello y el Marco Tóxico de Bolivia, y después el grupo colombiano y los uruguayos... Una vez más, fue algo que se dio sin mucha planificación.
Las decisiones en Historietas Reales, ¿son consensuadas?
¡Demasiado! Es un raro modelo de anarquismo deliberativo. Cada paso es motivo para infinitas discusiones, muchas inconducentes. En un punto, ese modelo nos ha traído cierto inmobilismo, pero yo estoy convencido de que es lo que nos permitió crecer en su momento.



¿Cómo definirías a la historieta argentina?
Creo que la historieta argentina es el resultado de haber tenido uno de los sistemas educativos más eficientes y universales del mundo. Es un legado que los argentinos nos ocupamos de demoler en las últimas décadas, pero dejó su marca. Vos lees historietas argentinas de los '40, '50, hasta bien entrados los '80, incluso; y lo que ves es material que puede ser mejor o peor, pero que supone un lector muy formado. Quiero decir, ¿qué tradición de la historieta mundial tiene entre sus personajes más populares un guerrero sumerio amigo de Teseo? Es muy raro. O esos textos larguísimos, que uno puede discutir desde lo historietístico o desde la prosa, pero que implican habilidades de lectura muy desarrolladas. Esa relación (conflictiva, casi siempre humillada, pero al mismo tiempo muy productiva) con la “alta cultura”, y en particular con la literatura, me parece que es muy característica de la historieta argentina. En el tango podés ver algo así. Lees una letra o escuchás una orquestación y pensás “¿esto era hipermasivo hace 50 años?”.
¿Qué autores consideras más representativos?
Acá hay que ir al canon, creo, que me parece que ilustra esta relación con la “alta cultura” de que te hablaba. Oesterheld, claro. Y Breccia, que hace lo mismo desde lo gráfico. Después, Robin Wood y Carlos Trillo. Y Muñoz y Sampayo, que han hecho las mejores historietas (y diría que, en general el mejor arte) de la Argentina; y son algo así como el resultado de esa tradición, sobre todo Muñoz. Releo y veo que son casi todos guionistas, qué fallido inaceptable...




Muñoz, Sampayo y Alack Sinner


¿Hasta qué punto es una historieta influyente en el panorama mundial?
Eso es difícil saberlo. Creo que lo fue mucho hace unos años, ahora todo está un poco diluido en el caldo de la globalización.
¿Por qué la industria argentina del cómic prácticamente desapareció?
Hay hipótesis diversas. La tele, el derrumbe de la industria nacional en los '90. Mi opinión es que se cruzaron dos cosas: Primero una brutal reducción de los ingresos de las clases populares desde la dictadura en adelante, un enorme aumento de la desigualdad. El consumo de cultura es frágil, vos vas a preferir comer o comprarle un guardapolvo al nene si no te alcanza para todo. Y además, “la industria” era una mentira. Dos editoriales más o menos grandes (Columba y Record) y poco más. Si vos tenés una “industria” con sólo dos empresas, estás muy en la cuerda floja, se puede derrumbar por factores muy diversos, hasta internos de la empresa.
¿Estamos ante una nueva etapa de esplendor?
¿Esplendor? No, no creo. Yo soy bastante pesimista, buena parte de la edición es autoedición encubierta, o edición muy amateur, más allá de lo lindos que son los libros que salen. Sí es un momento muy variado, muy rico, muy libre de fórmulas. Salen historietas muy buenas que en otro sistema de producción serian imposibles siquiera de pensar, pero creo que no están saliendo tantas historietas como me gustaría; y me da un poco de temor que se estén frustrando historietas muy valiosas por no encontrar el modo de producción que les calce justo.
¿Cuáles son los nuevos valores más destacados?
Nosotros seguimos.
Voy a quedar como un sujeto dudoso, porque la mayoría son amigos míos o trabajan conmigo, pero ¿qué le voy a hacer? Mosquito, Kwaichang Kraneo, Max Aguirre y Rodrigo Terranova creo que están entre los historietistas más originales de la actualidad. Mosquito, Kraneo y Aguirre, con estilos muy distintos, trabajan en algo que me interesa mucho, que es estar en el límite de la historieta tradicional, sobre todo en términos de legibilidad. Son muy legibles, y a la vez siempre parecen estar fugándose a otra cosa. Terranova y Fran López son tipos que construyen un mundo propio. Casi lo contrario, pero al mismo tiempo, son también historietistas, no plásticos. Eso me gusta. Estoy muy orgulloso de mis dibujantes, notarás.
Por el lado más cercano al humor, los que más me gustan son tipos que trabajan eso mismo. Formas de humor “clásico”, con chiste, pero con un retorcimiento, como Parés o Fabián Zalazar. Y Batu, la tira que saca Tute en La Nación me parece una joya.



Una joya


¿Crees que la revista Fierro ha sido y es una buena muestra del pulso del cómic argentino?
No sé. Me parece que en la respuesta corro el riesgo de contaminar mi mirada por una relación sentimental con la Fierro vieja y también laboral con la nueva. Me parece que indudablemente Fierro incidió de varios modos en la historieta argentina, la interpeló, la incomodó y quizás la cambió. Eso quizás sea lo contrario de ser una muestra del pulso del cómic argentino. Me parece que el papel de Fierro, sobre todo en los '80, fue cambiar la historieta, no representarla. En la actualidad, la situación cambió tanto que es difícil, creo, hablar de un pulso único para la historieta argentina.
¿Qué diferencias sustanciales encuentras entre la Fierro actual y su antecesora?
La diferencia es más del contexto que del contenido. Fierro en los '80 era una intervención en un ambiente en que existían muchas historietas. Era un modo de decir “somos lo nuevo” (Roberto von Sprecher ha escrito sobre esta tensión entre lo nuevo y lo viejo). Podía generar un debate y lo generó, incluso mucho más allá de sus ventas concretas. Hoy, Fierro es la única revista del país, lo que la pone casi en el lugar del establishment. Pero además, la historieta en argentina, como te decía antes, está dispersa, es muy variada, es difícil pensar que hay una “historieta argentina”. Te doy un ejemplo: Hay muchos autores y lectores de menos de 30 años cuya formación mental fue el manga. No tiene nada que ver con las tradiciones con las que Fierro dialoga.



Vitamina potencia en la portada de Fierro


¿Cómo nace Vitamina potencia?
Como siempre, con una idea de Mosquito. Quería hacer una historieta con luchadores de catch viejos. Y tenía algunos nombres de personajes brillantes, de una sonoridad hermosa (¡Milton Kovadonga!). Así empezó lo que sería nuestra primera historieta en común. Estaba escrita ya a fines de los '90, si no recuerdo mal, pero nos llevó diez años verla impresa. Es una historieta que me gusta mucho, espero que la podamos seguir, porque la idea es recorrer la vida de esos personajes hacia el pasado y hacia el futuro. Potencialmente, es una historieta interminable.
¿Cuáles son tus proyectos de futuro?
En el corto plazo... arrancamos ya con Mosquito con una segunda parte de Tristeza, la historieta que salió en Fierro, nuestra investigación sobre el mundo después de un apocalipsis. Y con Fran López vamos a arrancar una serie nueva de Autobiógrafos (ahora, en HR, estamos haciendo chistes de un cuadro, un ejercicio muy placentero) mientras esperamos que salga en algún momento el segundo libro recopilatorio. Y con Terranova estamos armando un proyecto megalómano que por ahora son notas en un archivo compartido. Me gusta mucho tener dando vueltas varias cosas, cada una con sus tiempos propios. Y para mitad de año tiene que salir un libro de humor sobre fútbol que escribimos con Max Aguirre y que fue divertidísimo de hacer, sobre todo porque yo sé realmente poco de fútbol...



El apocalipsis melancólico de Tristeza


En cuanto a ensayos, debo un par de artículos a revistas y creo que en el 2012 con el grupo de investigación de Córdoba (http://historietasargentinas.wordpress.com/) vamos a sacar un par de libros más sobre historieta. Sin darnos cuenta, y si todo va bien, vamos a terminar el 2012 con una colección de cinco libros, es algo que me pone muy orgulloso. Y tengo ganas de juntar el material disperso que tengo escrito sobre historieta y armar un libro, lo que pasa es que quisiera hacer algo orgánico, no una mera colección de artículos. Y soy bastante haragán.

1 comentario:

  1. Muchas gracias, Javier y Manecos, por la nota. Un honor y un gustazo. De paso aviso a los improbables interesados en mi cara que la foto en que tan agraciado aparezco es obra del ojo y la cámara de Andrés Valenzuela.

    Federico

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