Edicola. Así llaman en Italia a los kioscos de diarios y revistas. Y en ese territorio, el líder indiscutido del rubro historietas es Sergio Bonelli Editore. Desde hace años (muchos años), sus publicaciones marcan el ritmo del fumetto. Al punto de haber instalado un formato que devino estilo, el estilo Bonelli. ¿Cómo sintetizar una definición de ese estilo? A grandes rasgos, podríamos aventurar que se trata de un punto medio entre la historieta de género y el cómic de autor, fusionando la impronta continuista de personajes fuertes y probados, con las capacidades metalingüísticas de la historieta “culta”. Sus publicaciones son, también, el resultado de la unión del tipo de contenidos que uno podría encontrar en una cuidada revista de historietas de aventuras populares, con la extensión y el formato físico de la novela de bolsillo.
La influencia prattiana en la obra de Vanna Vinci, un romance gótico que es lo mejor del Dylan Dog Color Fest Nº 6
El equilibrio justo entre tradición y modernidad, podríamos decir. Una fórmula que devino exitosa porque planteó una alternativa editorial no explorada (en su momento), aprovechando las puertas que iba abriendo el cine de género de gran presupuesto (principalmente estadounidense) en las nuevas generaciones que se iban acercando a las lecturas de historietas. Una fórmula que, después del éxito y la repetición, perdió la capacidad de sorpresa y agotó las variables en que pueden ser mezclados sus ingredientes. Una fórmula que, tras un promedio de diez años de publicación, deja de arriesgar para ir a lo seguro, a lo ya conocido, a lo ya transitado. Lo mejor de las historietas de Bonelli se encuentra, siempre, en los primeros cien números, me comentaron en los pasillos del Napoli Comicon diversos estudiosos y profesionales de la industria. El problema con la línea Bonelli es que ya no hace historietas para los lectores de historietas, sino para los coleccionistas, me dijeron en la librería especializada Alastor de Milán, durante la última jornada de presentación de Memorie dell’Eternauta.
Julia, claro ejemplo del policial deductivo donde el eje central está puesto en la palabra
Está claro que Bonelli conoce el campo donde juega y que sabe cómo explotar sus puntos fuertes. Más de sesenta años de Tex, cincuenta de Zagor, más de treinta y cinco de Mister No, casi treinta de Martin Mystère (ver http://labitacorademaneco.blogspot.com/2010/07/misterio-la-orden.html), veinticinco de Dylan Dog, veinte de Nathan Never, trece de Julia, once de Dampyr… y la cuenta sigue y sigue. El estilo Bonelli funciona. Y funciona tanto para los coleccionistas fanáticos (que son muchos, muchos, muchos) como para los lectores ocasionales que se acercan a las edicolas en busca de un momento de económico esparcimiento. Yo, que no soy ninguno de esos dos lectores prototípicos, me encuentro entre medio de ambos. Conozco las series y los personajes, los he leído y, por lo tanto, reconozco sin problemas la aparición de sus elementos constitutivos. Pero no las leo tan seguido como para haber quedado saturado por el peso de la reiteración. Tal vez, por ese motivo, las disfruto y no tanto. Mientras esperaba la demorada partida del ferry que iba a llevarme de Nápoles a Procida; y para amenizar la media hora larga de viaje que tenía por delante, me compré tres de las más de veinte ofertas bonellianas que el kiosco del puerto estaba ofreciendo: Un Julia y dos Dylan Dog.
Luces y sombras del detective de las pesadillas
En los dos ejemplares que sobrepasaron las cien entregas mensuales (Julia Nº 152 y Dylan Dog Nº 296), la fórmula se cumple a rajatabla. Nada fuera de lo previsible, todo dentro de lo esperable. En Julia, un típico policial deductivo ambientado en el mundo del cine, con las consabidas idas y vueltas anteriores a la resolución del enigma. En Dylan Dog, una intriga policial que apela a la continuidad interna de la serie y a una vuelta de tuerca sobre el viaje temporal. En ambos casos, lo más interesante es lo que pasa fuera de la trama principal: El proceso de adopción a distancia en el que está metida Julia; el sentimiento de culpa de Dylan frente al fin de una relación amorosa bipolar. Cuatro o cinco páginas entre las más de noventa que tiene cada álbum.
Dylan Dog recibe la visita de La Naranja Mecánica
La sorpresa viene publicada en el Dylan Dog Color Fest Nº 6, título regular semestral a todo color del detective de las pesadillas. Se trata de una entrega especial, subtitulada Femmes Fatales por estar realizada, íntegramente, por mujeres. Y en las cuatro aventuras autoconclusivas, se nota el enfoque de género sobre la temática fantástica. En tres de las cuatro el disparador es el amor, no como noble sentimiento sino como movilizador de las truculencias humanas, como enfermedad capaz de corromperlo todo con su deformada belleza. Y el cuarto es una metahistorieta que, además de crítica a la alienación dominante en la sociedad moderna, funciona también como reflexión sobre los alcances comunicativos del uso de la repetición.
Otra muestra del Dylan Dog de Vanna Vinci
Profesionales. Ese es el saldo último y definitivo que queda tras la lectura de estos ejemplos Made in Bonelli. Como el sabor de la Coca-Cola, se mantienen inalterables y fieles a sí mismos. Encontraron la fórmula y, por nada del mundo, parecen estar dispuestos a modificarla. Si hasta generan las propias excepciones necesarias para confirmar la regla. No me gustan las gaseosas como bebidas cotidianas. Pero eso sí, cada tanto, disfruto tomándome alguna.
Fernando Ariel García
Fernando Ariel García
Dylan Dog Nº 296. Guión: Paola Barbato. Dibujos: Giampiero Casertano. Portada: Angelo Stano. Supervisión: Tiziano Sclavi. Edición: Giovanni Gualdoni. 96 páginas en blanco y negro. Sergio Bonelli Editore. ISSN: 9-771121-580009. Italia, mayo de 2011.
Dylan Dog Color Fest Nº 6. Guiones: Vanna Vinci, Rita Porreto y Silvia Mericone, Paola Barbato, Chiara Caccivio. Dibujos: Vanna Vinci, Simona Denna, Lola Airaghi, Valentina Romeo. Color: Vanna Vinci, Chiara Fabbri Colabich, Stefania Faccio, Ketty Formaggio. Portada: Laura Zuccheri. Edición: Giovanni Gualdoni. 128 páginas a todo color. Sergio Bonelli Editore. ISSN: 9-771971-947007. Italia, mayo de 2011.
Julia Nº 152. Guión: Giancarlo Berardi y Lorenzo Calza. Dibujos: Ernesto Michelazzo. Portada: Marco Soldi. Edición: Giancarlo Berardi. 128 páginas en blanco y negro. Sergio Bonelli Editore. ISSN: 9-771127-177005. Italia, mayo de 2011.
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