Zorro.
Directores: Javier Quintas, Jorge Saavedra, José Luis Alegría.
Protagonistas: Miguel Bernardeau (Diego de la Vega / Zorro), Paco
Tous (Bernardo), Renata Notni (Lolita Márquez), Emiliano Zurita
(Enrique Sánchez Monasterio), Dalia Xiuhcoatl (Nah-Lin / Zorro /
Serpiente Roja), Rodolfo Sancho (Gobernador Pedro Victoria), Fele
Martínez (Padre Antonio), Elia Galera (Lucía Márquez), Ana
Layevska (Irina Ivanova), Chacha Huang (Mei), Cuauhtli Jiménez
(Cuervo Nocturno) y Andrés Almeida (Tadeo Márquez), entre otros.
Participación especial de Luis Tosar (Alejandro de la Vega), Cristo
Fernández (Zorro), Francisco Reyes (Vanderveen), Cecilia Suárez
(Guadalupe Montoro), Joel Bosqued (Samael / Alejandro Montoro).
Guionistas:
Carlos Portela, Javier Quintas. Basado en personajes y situaciones
creados por Johnston McCully en 1919. Diseño de personajes, bocetos
y estética del programa: Carlos Pacheco. Creador y desarrollador de
contenidos: Carlos Portela. Secuoya Studios / KC Global Media / C&T
Mobs / NoStatusQuo Studios. España, 2024. Estreno en la Argentina:
Disponible en Prime Video desde el 19 de enero de 2024.
Dicen
que todo esfuerzo tiene su recompensa. Y en el caso de este Zorro, a
mí la frase se me cumplió a rajatabla. Porque después de fumarme
los ocho primeros episodios de la serie protagonizada por Miguel
Bernardeau, los últimos dos demostraron (y explotaron) el potencial
que escondía la propuesta, junto con los elementos distintivos que
buscan posicionarla dentro del canon. El destino del Padre Antonio
(¿y el rol de toda la Iglesia en la confabulación?); y la promesa
de un paladín encapotado reconvertido en vengador urbano, le abren
crédito a la producción española de cara a una hipotética segunda
temporada.
Mientras
tanto, lo que pude ver dejó mucho que desear. No a nivel de realización, que exhibe sin resquemores su sueño hollywoodense. Un
gran acierto es haberse desprendido de cualquier referencia hacia el
Zorro de Guy Williams, aunque la aparición de un Enrique Sánchez
Monasterio avive inútilmente la gloria de aquellos fantasmas
inalcanzables. Aquí, el diálogo (o la competencia) apunta para el
lado de Antonio Banderas y la épica spielbergiana. Mucha acrobacia
coreografiada, demasiado ritmo ralentizado para las peleas y un par
de guiños a Matrix, para dejar contento al espectro más amplio de
la muchachada.
Diseño de Carlos Pacheco para Zorro.
El
gran problema de este Zorro 2024, para mí, es su sumisión
irrestricta al reinado de la corrección política. La incorporación
de un legado místico indígena (sumado a una tradición heroica
deudora del Fantasma), un empoderamiento femenino impensable para la
época (que incluye a una Zorro tan determinada como extremista); y
un aluvión racial de chinos y rusos que, aún siendo históricamente
correcto (cosa que desconozco), aparece medio forzado en el escenario
californiano. Todo sobre un subtexto que cita la lucha de clases y el derecho de autodeterminación de los pueblos.
Por
supuesto, el déficit no se debe a las siempre bienvenidas políticas
de inclusión, sino al uso narrativo que se hace de las mismas.
Esquemático y maniqueísta, pueril y exacerbado, históricamente
discutible y casi caricaturesco en la construcción de los perfiles
orientales e indígenas. Ni siquiera se anima a poner en tela de juicio la cultura
machista ni el peso de los mandatos patriarcales. Para mi gusto, un
cóctel demasiado contraproducente, como si hubiera sido combinado
exclusivamente pour la galerie. ¿El resultado? Un Zorro
desbalanceado, estéticamente acertado (se nota la mano del
inolvidable Carlos Pacheco) y conceptualmente desvirtuado.
Deambulando perdido entre el folletín clásico y la deconstrucción
moderna. Un héroe intrascendente para una historia con aristas
interesantes.
Fernando
Ariel García
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