martes, 12 de septiembre de 2023

LOS LOCOS ADDAMS 2: NO ESPEREN UNA FIESTA

Los locos Addams 2. Directores: Greg Tiernan, Conrad Vernon. Voces (en inglés): Oscar Isaac (Homero Addams), Charlize Theron (Morticia Addams), Chloë Grace Moretz (Merlina Addams), Nick Kroll (Tío Lucas), Javon Walton (Pericles Addams), Bette Midler (Abuela Addams), Conrad Vernon (Largo), Snoop Dogg (Tío Cosa) y Bill Hader (Cyrus Strange), entre otros. Voces (en castellano): Pisano (Homero Addams), Susana Zabaleta (Morticia Addams), Gloria Aura (Merlina Addams), Carlo Vázquez (Tío Lucas), Carlos Siller (Pericles Addams), Erica Edwards (Abuela Addams), Rubén Moya (Largo) y Raúl Anaya (Cyrus Strange), entre otros. Guionistas: Dan Hernandez, Benji Samit, Ben Queen y Susana Fogel, sobre una historia de Dan Hernandez y Benji Samit. Basado en personajes y situaciones creadas por Charles Addams y desarrolladas por David Levy y Donald Saltzman para la serie de TV Los locos Addams. Banda de sonido: Incluye las canciones Crazy Family, interpretada por Megan Thee Stallion, Maluma y Rock Mafia; My Family, por Yoshi Flower; I Will Survive, por Dominic Lewis (como Largo), It ain’t Nuthin, por Sniip Dogg y October London; y The Addams Family Theme, por Christina Aguilera. Metro-Goldwyn-Mayer / Bron Creative / Cinesite Studios / The Jackal Group / Glickmania. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 7 de octubre de 2021.


No sé por qué, pero se me puso en la cabeza que antes de ver la Merlina de Tim Burton, tenía que entrarle a Los Locos Addams 2 (The Addams Family 2), secuela del largometraje animado de 2019 que tanto me había gustado. Sé que aunque ambas son deudoras del mismo universo creativo original, las elecciones narrativas de cada una las llevan por distintos senderos, prácticamente enfrentados. Lo único que parecen tener en común (a priori), es el protagonismo casi exclusivo (y excluyente) de la niña degolladora de muñecas.


Con su primer film, los directores Greg Tiernan y Conrad Vernon habían logrado una síntesis exquisita entre la estilizada iconografía de Charles Addams, el sentido del humor de la vieja sitcom televisiva en blanco y negro; y el expresionismo gótico de Burton. Su familia Addams había salido airosa del mayor de los desafíos, funcionar para los espectadores clásicos y tradicionales, sin por ello expulsar a las nuevas camadas de paladar algo más siniestro y oscuro. Pero esa alquimia de orfebre, cucarda cualitativa que la diferenciaba y la definía, parece haberse esfumado en el camino.


La debacle, creo, no se produjo tanto por la decisión de sacar a los Addams de su mansión para tomar unas merecidas vacaciones, sino por hacerlo según el canon establecido por el setentista dibujo animado de Hanna & Barbera. A bordo de su caserón motorizado, recorren Salem, las cataratas del Niágara, Sleepy Hollow y el Gran Cañón; perdiendo gracia en cada parada. Optando por chistes más infantiles e inconexos, la trama se estira y comienza a ocupar espacios declamativos que machacan en el valor intangible (e innegable) del amor familiar.


A pesar de su interesantísimo disparador, la duda de Merlina sobre su real filiación con Homero y Morticia, el film elige no profundizar los planteos que exhibe. La cosificación de los hijos, entendiéndolos como “propiedad” de los padres; la relación existente entre la carga biológica y la elección identitaria; los roles parentales marcados por la herencia genética o el amor incondicional. Ideas que los Addams bien pueden transitar desde la inteligencia emocional que los define como núcleo familiar, pero que aquí se pierden en discursos voluntariosos sobre la ética científica y la manipulación del ADN, antes de terminar en una pelea kaiju digna de Godzilla. Si van a verla, no esperen una fiesta.
Fernando Ariel García

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