(Información de prensa) El Festival de Cine Alemán se complace en anunciar su edición N° 16, que se realizará del 15 al 21 de septiembre en las salas de Village Cines Recoleta y Village Cines Caballito. La programación incluirá 13 películas en pre estreno, junto a las secciones La movida berlinesa, Next Generation Short Tiger 2016 y un clásico del cine mudo alemán musicalizado en vivo.
Como todos los años, German Films ha realizado una selección de lo más destacado de la producción alemana. Se enorgullece en anunciar la visita del director de la película Yo y Kaminski (Ich und Kaminski) Wolfgang Becker, reconocido a nivel mundial por su film Good Bye, Lenin!
Yo y Kaminski es la historia de un anciano pintor invidente que vive anclado en el pasado por un amor de juventud. Un joven escritor interesado en publicar su biografía, lo ayudará a buscar esa vieja novia que nunca olvidó. Basada en la novela homónima de Daniel Kehlmann, protagonizada por Daniel Brühl y Jesper Christensen, critica el esnobismo del mundo del arte y la banalidad de la fama.
Wolfgang Becker nació en Hemer en 1954. Estudió en la Universidad Libre de Berlín y en la Academia Alemana de Cine y Televisión de Berlín (DFFB). Schmetterlinge (Mariposas) realizada en 1987, fue su primera película. Good Bye, Lenin! vendió más de seis millones de entradas en todo el mundo, fue la película alemana con más éxito de 2003. Vendida a más de 60 países, consiguió popularidad internacional.
Dentro de la amplia oferta de películas programadas para el Festival de Cine Alemán se destaca Herbert, del realizador Thomas Stuber. El largometraje plasma la vivencia de un ex boxeador de la antigua RDA que trabaja como guardia de seguridad y al que le diagnostican esclerosis. Peter Kurth construye un personaje maravilloso tierno y rudo que lucha contra su propio cuerpo.
También se presentará el último film de la aclamada directora Doris Dorrie, multifacética y de amplia reputación por su filmografía, aquí presenta Fukushima mon amour, relato intimista con el que Dorrie vuelve a sus orígenes estéticos para contar una historia basada en la tragedia del terremoto y posterior tsunami en esa ciudad del Japón.
Otro plato fuerte será la proyección de Fassbinder, donde Annekatrin Hendel ofrece un retrato del polémico artista a través de imágenes de sus películas, material de archivo y declaraciones de algunos de sus colaboradores, como Hanna Schygulla, Irm Hermann, Harry Beard o Volker Schlöndorff.
En esta edición en colaboración con el Goethe-Institut se presentara la sección La movida berlinesa que aborda los movimientos contra culturales que se produjeron en las dos Alemanias en las décadas del '70 y del '80. Nuevamente podrán disfrutar de Next Generation Short Tiger 2016, la sección que incluye los cortos más destacados de estudiantes de las distintas escuelas de cine y animación de Alemania, en los que puede apreciarse la diversidad de formas, géneros y temáticas de alto nivel que las audiencias internacionales suelen esperar de los cineastas alemanes.
Con esta sección, German Films y el Instituto Federal alemán para el Fomento del Cine (FFA) quieren invitarlos a descubrir por anticipado nuevas tendencias y jóvenes talentos. La programación ofrece historias profundamente personales a la vez que con un carácter muy universal, contadas desde diferentes puntos de vista y en estilos. Una vez más, la programación de este año confirma que el cortometraje es una forma artística independiente que merece llegar a la gran pantalla y ser tenida en cuenta por las audiencias.
Largometrajes
24 semanas (24 Wochen, 2016), de Anne Zohra Berrached: Astrid y su pareja se enteran de que su segundo hijo nacerá con síndrome de Down. Tras recibir el diagnóstico y sin mucho tiempo para tomar la decisión, ella deberá evaluar interrumpir su embarazo de 6 meses. Astrid es una comediante de Stand Up, una mujer de carácter fuerte, con respuestas ingeniosas para todo, pero ante esta situación se siente perdida, sola e insegura. Al tener que enfrentar que su bebé tiene complicaciones adicionales, su mundo se desmorona. En definitiva, sólo ella puede tomar esta decisión tan difícil. ¿Qué hará? ¿Quién decide si el bebé tendrá una vida que “valga la pena vivir”?
En su segundo largometraje, la directora Anne Zohra Berrached, nos demuestra gran valentía, sensibilidad y exactitud en el tratamiento de temas que a menudo son tabú para la sociedad, presenta en este film a personajes inteligentes, amorosos y emocionales quienes deberán tomar decisiones que pueden resultar controversiales desde la teoría. Fiel a su manera de filmar, sin filtros con tomas en primer plano, Berrached nos presenta escenas que parecen tan auténticas que 24 Semanas casi podría calificase como un documental. Una película valiente con un argumento consecuente, que trata sobre inseguridades humanas, con escenas honestas, siempre cerca de los personajes y sus rostros.
Coconut Hero (2015), de Florian Cossen: Todos sabemos que no es fácil ser adolescente y Mike no es la excepción. Con sus 16 años está pasando por el peor momento de su vida. Vive con su madre Cynthia. No tiene padre, no tiene amigos, ni siquiera tiene una comida preferida. Lo único que desea es desaparecer de la faz de la tierra. Entonces, decide poner fin a esta cínica broma que el destino, o la vida, le está jugando. Escribe su propio obituario y se pega un tiro.
Pero para su gran decepción, a la mañana siguiente despierta en el hospital. La fe de Mike toma un giro rotundo cuando los médicos descubren un tumor en su cerebro. Mike apenas puede creer en su suerte y guarda el secreto de su enfermedad para evitar una cirugía que le salvaría la vida. Al mirar a la muerte directamente a los ojos, Mike cambia su punto de vista sobre la vida. En esta tragicomedia, su director Florian Cossen, logra transformar el humor negro en un melodrama adolescente enérgico y emocional con una variada banda sonora y excelentes actores jóvenes.
En la casa de las telarañas (Im Spinnwebhaus, 2015), de Mara Eibl-Eibesfeldt: En este relato sobre una infancia de maltratos en los años setenta, todas las nociones, especialmente cinematográficas, asociadas a la conciencia adulta y al universo infantil quedan irreversiblemente trastocadas. Es la historia de cómo tres niños se ven forzados a sobrevivir solos, tras ser abandonados por su madre y crear su propio concepto de familia. Contada desde el punto de vista de Jonas, el hermano mayor que debe hacerse adulto antes de tiempo, la historia permite que la magia infantil empape con su encantamiento el tratamiento aparentemente descarnado de la película.
La joven directora envuelve la tragedia en la telaraña de una fábula infantil, gótica y alucinada, filmada en un blanco y negro a ratos naturalista y a ratos ensoñador, delimita una delgada línea entre la realidad y la fantasía. ¿Acaso sólo con el poder de la fabulación es posible sobrevivir a la traumática experiencia que los pequeños actores, todos prodigiosos, nos hacen sentir en carne propia?
Fassbinder (2015), de Annekatrin Hendel: Este documental propone revelar el alma de Fassbinder mediante el retrato del personaje, con sus luces y sus sombras, embarcando al espectador en un viaje a la profundidad de sus demonios y anhelos como ser humano. Haciendo hincapié en su carácter provocador y su espíritu insurgente que atrapó como ningún otro cineasta el sentir de los años setenta y el nacimiento de la nueva Alemania.
La película combina entrevistas filmadas al cineasta con material de archivo y una infinidad de fragmentos de sus más de cuarenta películas, pero la intervención fundamental es la de los amigos y colaboradores del cineasta a lo largo de su vida. Grandes nombres del cine alemán como Hanna Schygulla, Irm Hermann, Volker Schlöndorff y Harry Bear exponen, prácticamente dramatizan, sus puntos de vista, recorriendo los momentos más decisivos en la vida del cineasta alemán: desde sus trabajos recientes, destrozados por la crítica, hasta sus éxitos internacionales; sus relaciones sexuales, su personalidad tiránica en los rodajes, su abrumadora sensibilidad, sus adicciones y autodestrucciones.
Fukushima Mon Amour (Grüße aus Fukushima, 2016) de Doris Dörrie: Mientras huye de su propio cataclismo sentimental, la joven Marie decide conocer en persona los devastadores efectos de la triple catástrofe de Fukushima. El baile Butoh y la mímica del clown – emergen como puente de comunicación entre culturas y costumbres distantes. Marie forma parte de una compañía de payasos benéfica que quiere devolver la semilla de la felicidad a una población cruelmente golpeada y suspendida en el trauma.
Los jóvenes han abandonado el lugar y solo queda la gente mayor que se resiste a abandonar su hogar devastado, ese que Satomi (Kaori Momoi) la última geisha de Fukushima, quiere reconstruir a toda costa. La hermosa y cambiante relación que establecen ambas mujeres ocupa el centro de una película que no renuncia al experimentalismo formal y narrativo para profundizar en la psicología humana.
Ha vuelto (Er ist wieder da, 2015), de David Wnendt: Adolf Hitler regresa a la vida en 2014. Los setenta años de supuesta paz y armonía europea que median entre la Segunda Guerra Mundial y nuestros días no tendrán ningún peso biográfico sobre él. ¿Sus convicciones imperialistas, xenófobas, patrióticas y exterminadoras podrían acaso encontrar caldo de cultivo en la sociedad contemporánea del siglo XXI? ¿Qué ocurriría en ese hipotético escenario? Hitler se convertiría en una inspiración para los partidos extremistas, en un exitoso telepredicador, en la estrella iconoclasta de un show mediático donde un comediante loco estaría supuestamente siendo irónico al hablar seriamente como si fuera el mismísimo Hitler.
Las semillas nazis, o sus secuelas, volverían a florecer en un continente atemorizado por la ola de refugiados, el empobrecimiento de la sociedad y la pérdida de los valores tradicionales germanos. No hay lugar para las sutilezas ni para la corrección política en este film de extremo humor negro. No es ficción histórica sino historia-ficción. Se trata de señalar los demonios ideológicos del presente mediante la fantasía de la resurrección de un pasado traumático con humor paródico.
Herbert (2015), de Thomas Stuber: Solitario, taciturno, con la apariencia de una bestia, Herbert es un excampeón de box de la RDA luchando contra sus demonios interiores, mientras se gana la vida como guardia de seguridad en una discoteca, como recolector de deudas para prestamistas y como sparring de jóvenes aspirantes. Sólo puede confiar en su cuerpo como motor de supervivencia.
La devastación que retrata el actor Thomas Stuber se despliega con sobriedad hacia los efectos destructivos de toda una vida recibiendo golpes: Herbert es diagnosticado de ELA (Esclerosis lateral amiotrófica). Asistiremos con crudeza y frialdad al proceso aniquilador de una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. El orgullo de un boxeador que se considera una isla, que no necesita de nadie y nadie al parecer necesita de él, se convierte en el trauma interior de un relato tan implacable como a su modo compasivo, en torno a las deudas que hay que saldar con la vida antes de que nos gane por puntos o, peor, nos noquee y lance fuera del ring.
Mi vida a los sesenta (Miss Sixty, 2014), de Sigrid Hoerner: La bióloga Luise y el galerista Frans se encuentran en sus radiantes 60 años. Ella todavía vive con su madre; él tiene una relacion sentimental con su becaria veinteañera. El plan de vida para Luise tras su jubilación es quedar embarazada y cumplir con su anhelo de maternidad. La nueva misión que se autoimpone Frans es descubrir a la nueva estrella en la escena del arte contemporáneo. Entonces sus caminos se cruzarán, pero de forma muy inesperada.
Con estos ingredientes, la directora Sigrid Hoerner construye una comedia tan vital como chispeante, repleta de diálogos ingeniosos y personajes inusuales. El humor de la película se propone desafiar las leyes naturales, como lo haría una inseminación artificial en la vejez. De paso, mirar de frente con encanto y elegancia un tabú social que parece empeñado en arrebatar el factor de la belleza en la tercera edad.
Nosotros los monstruos (Wir Monster, 2015) de Sebastian Ko: Todos somos monstruos. O al menos podríamos serlo. ¿Qué no haríamos por nuestros hijos? ¿Dónde trazamos los límites para protegerlos? ¿En qué circunstancias se puede quebrar el inquebrantable vínculo que nos ata a ellos? Estas son las cuestiones a las que se enfrenta Paul cuando su hija adolescente Sarah le confiesa que acaba de matar a su mejor amiga.
El verdadero relato, la verdadera perturbación, empieza cuando los padres toman el control y los designios de su hija. Entre el perdón y la condena, padre y madre, divorciados, encontrarán un motivo común para convivir de nuevo, para hacer frente común, abocados a una espiral de apariencias y mentiras que arrastran al espectador a la perplejidad. Sebastian Ko conduce su primer largometraje con precisión, tensando sus implicaciones morales, construyendo los necesarios espacios de reflexión y radiografiando a una generación que cada día se aleja más de sus progenitores.
Pecado (Verfehlung, 2015), de Gerd Schneider: Jakob, Oliver y Dominik son grandes amigos, compañeros de fútbol y de bar, además de sacerdotes católicos por convicción. Dominik se ocupa de jóvenes provenientes de sectores sociales sensibles, Oliver enfrenta grandes desafíos en busca de un ascenso y Jakob busca reconocimiento como padre espiritual para presos. Cuando a Dominik se lo acusa de abuso sexual de un menor y es puesto en prisión preventiva, el mundo de Jakob se derrumba. Mientras Oliver se ocupa de atenuar el daño para que el prestigio de la iglesia no se vea afectado a la luz del escándalo, Jakob se encuentra atrapado entre su amistad y su responsabilidad ética como párroco ante la presunta víctima y su madre.
La situación se torna en una prueba de fuego para su fe y su identidad como sacerdote: existen verdades que acogemos con agrado y verdades que tememos, que suelen llevar al silencio. Pero Jakob comienza a rebelarse contra este silencio dentro de la iglesia y quiere actuar. O no. En su primer largometraje, Gerd Schneider, trata un tema políticamente delicado con mucha sensibilidad psicológica y una dramaturgia que retrata una amistad expuesta al desafío más difícil.
Refugio (Freistatt, 2015), de Marc Brummund: Hasta mediados de los setenta existieron en Alemania Occidental internados de educación cristiana en los que la violencia y la represión formaban parte del aprendizaje. Eran verdaderos santuarios del terror, reformatorios para chicos difíciles, jóvenes violentos nacidos en la posguerra. Esta película nos traslada a los escenarios reales de una de esas instituciones aún en pie, concebidas como campos de trabajo y centros penitenciarios de alta seguridad, aisladas en fangosos pantanos y extensiones de llanuras, para poner en escena el descenso al infierno al que se ve abocado Wolfgang.
De la vida desprendida del amor materno de una familia disfuncional a la hostilidad de la estricta educación y la tortura. El actor Louis Hofmann interpreta con energía y magnetismo a uno de esos adolescentes “difíciles”, despierto, confiado, de naturaleza insurgente. La tragedia histórica y el drama carcelario, la historia de iniciación y el melodrama familiar, la solidaridad y la brutalidad, luz y oscuridad entrelazados con extraordinario pulso.
Rico, Oscar y el misterio del Bingo (Rico, Oskar und das Herzgebreche, 2015), de Wolfgang Groos: Los pequeños Rico y Oscar se reúnen para empezar sus andanzas en el bingo semanal de una residencia de ancianos. Allí suceden una serie de robos en los que posiblemente esté implicada la madre de Rico. Los niños se aliarán con uno de los ancianos para intentar descubrir qué está ocurriendo. Una película de aventuras, desde un humor que no es ni inocente ni grotesco, sino que encuentra su propia personalidad a través de personajes concebidos con complejidad y humanismo.
Es la segunda adaptación cinematográfica de la secuela de los premiados libros infantiles de Andreas Steinhöfel. Una producción de cine familiar que concede tanta importancia al mundo infantil como al adulto, extraordinariamente colorista, imaginativa y divertida, pero que no rehuye abordar de frente las dificultades familiares y sociales a las que se enfrentan el mundo de los padres y que ocupan, de hecho, el catalizador de la trama.
Salvaje (Wild, 2016), de Nicolette Krebitz: El film relata la metamorfosis de Ania, una mujer inteligente y atractiva, pero incapaz de adaptarse a los ritmos y responsabilidades de su vida de secretaria es inminente. Ella no sólo quiere huir de una existencia aletargada, pareciera que también de su propia naturaleza. El encuentro epifánico con un lobo salvaje en su trayecto del hogar a la oficina propulsará su vida y la película a una espiral de mutaciones, de oscuridad y claustrofobia, de ferocidad y extrañamiento.
En el tercer largometraje de la actriz y directora Nicolette Krebitz encontramos la creación de una atmósfera casi irrespirable que narra las crisis sociales de nuestros tiempos. Una película cuyo misterio central no cesa de arrojarnos cuestiones sobre el destino de una civilización que regresa de forma inconsciente a las cavernas, al contacto animal con sus instintos más primarios.
Toni Erdmann (2016), de Maren Ade: Inés, una ambiciosa empresaria que se trasladó de Alemania a Bulgaria para crecer en su carrera profesional, recibe la inesperada visita de Winfried, su padre, con el que casi no tiene contacto. Inés reemplazó su apreciación juvenil del particular sentido de humor de su padre, por el serio impulso de subirse al tren del éxito empresarial. Durante su visita, Winfried se preocupa por la vida sin sentido y triste que lleva su hija, por lo que interviene de la única forma que sabe: causando estragos mediante bromas. Logra aparecerse en todas partes con diferentes disfraces excéntricos.
Su preferido, “Toni Erdmann”, es un hombre descarado con peluca que cuenta historias bizarras en momentos equivocados y pone en peligro la carrera de Inés, pero también la hace reflexionar sobre su estilo de vida. El tercer largometraje de Maren Ade se desarrolla sin fisuras y navega entre la comedia y el drama.
Yo y Kaminski (Ich und Kaminski, 2015), de Wolfgang Becker: El filme retrata la vida del pintor ciego, Manuel Kaminski, encarnado por Jesper Christensen. Todas las vanguardias, los hitos culturales, los grandes iconos y maestros pasaron por él. Desde Henri Matisse a Bob Dylan, el arte moderno le pertenece, aunque hoy sea una figura olvidada. Por supuesto, es una invención, un intruso en la historia de las artes creado por el escritor Daniel Kehlmann.
El actor Daniel Brühl da vida al personaje del ambicioso Sebastian Zöllner, un periodista sin escrúpulos, determinado a convertirse en el biógrafo definitivo y controvertido del artista. Consigue entrar en su círculo y cree que tiene el as en la manga para rescatarlo del olvido, la gran primicia cultural de nuestros tiempos: Kaminski, en realidad, no es ciego. O al menos no lo era cuando pintó sus obras maestras. Hará lo que sea necesario para demostrarlo, para ganarse la confianza del artista y desenmascarar su impostura. Esta película construye con inteligencia una improbable amistad y la revelación de un personaje extraordinario mediante la intervención de un personaje grotesco.
La movida berlinesa
B Movie: Lujuria y música en Berlín occidental. 1979-1989 (B-Movie: Lust & Sound in West Berlin, 1979-1989, 2015), de Jörg A. Hoppe, Klaus Maeck, Heiko Lange y Miriam Dehne: Este documental retrata la energía y el caos del Berlín occidental de la última década de la Guerra Fría mediante material de archivo editado de forma dinámica y audaz por cuatro directores.
El hilo conductor es Mark Reeder, un músico de Manchester que viajó a la ciudad atraído por la música electrónica y se convirtió en testigo privilegiado de su cultura underground. A su alrededor gravitaron personajes estrafalarios de la noche y otros tan relevantes como Nick Cave, Heino, Christiane F., Nena, el grupo Die Toten Hosen, Tilda Swinton, Keith Haring o el entonces jovencísimo WestBam (más tarde padrino de la Love Parade). Un fascinante collage en el que los videos personales de Reeder se convierten en el valioso documento de una época.
¡Muerte a los hippies! Que viva el Punk (Tod den Hippies! Es lebe der Punk, 2015), de Oskar Roehler: Un retrato fascinante del escenario de arte, sexo, drogas y punk que fue el Berlín underground de los '80, pero desde la ficción. Todo comienza en el sur de Alemania donde el idealismo hippie y la vida planificada son moneda corriente.
Robert, un joven de 19 años harto de la hipocresía hippie y la limitación intelectual y moral de la burguesía, decide dejar a su familia y a su novia, y huye al Berlín occidental. Allí quiere encontrar la verdadera libertad de expresión y espíritus rebeldes como él. Se sumerge en una extravagante vida nocturna, un paraíso de nihilismo ácido y post-apocalíptico, poblado de personajes extravagantes, donde se termina enamorando de una de las bailarinas del show erótico en el que trabaja limpiando. En un tono paródico, su director Oskar Roehler, nos narra con comicidad la rabia juvenil.
Película muda
Las tres luces (Der müde Tod, 1921), de Fritz Lang: Una pareja de enamorados llega a un pueblo donde conocen a un hombre misterioso. El novio desaparece junto a él, y la novia lo busca desesperadamente, hasta que descubre que este misterioso hombre es la Muerte, que se ha llevado a su prometido. Ella le implora que se lo devuelva. Entonces, es conducida a una sala llena de velas: son las luces que simbolizan las vidas de las personas y se apagan tan pronto termina una de ellas.
Tres de esas velas están a punto de consumirse, si la joven evita que se extinga una de ellas le devolverán a su amado. En tres episodios visionarios que tienen lugar en diferentes lugares y épocas: Bagdad, la Italia del Renacimiento y la China imperial experimentará el destino y el fracaso de su amor. Pero la muerte vuelve a darle una oportunidad. Una película muda que forma parte del más clásico cine expresionista donde Fritz Lang ha sabido encontrar un lugar privilegiado.
Next Generation Short Tiger 2016
Para presentar en 2016 los cortos más creativos del año, German Films y el Instituto Federal Alemán para el Fomento del Cine (FFA) han aunado por sexta vez sus esfuerzos a fin de dar a conocer los ganadores del certamen Short Tiger (mejores cortos alemanes de menos de 5 minutos) a la vez que la serie Next Generation, que incluye algunos de los cortos más destacados de estudiantes alemanes con duración máxima de 15 minutos. Un jurado de expertos se ha encargado de seleccionar doce cortos para conformar Next Generation Short Tiger 2016. En ellos puede apreciarse la diversidad de formas, géneros y temáticas de alto nivel que los espectadores suelen esperar de los cineastas alemanes.
Con Next Generation Short Tiger 2016, German Films y el FFA quieren invitarnos a descubrir por anticipado nuevas tendencias y jóvenes talentos cinematográficos. La programación ofrece historias profundamente personales y al mismo tiempo con un carácter muy universal, contadas desde diferentes puntos de vista y en estilos diversos. Los cineastas han sabido manejar con maestría los recursos cinematográficos, sondeando bajo la superficie de la vida cotidiana actual y ofreciéndonos novedosas perspectivas. Una vez más, la programación de este año confirma que el cortometraje es una forma artística independiente que merece llegar a la gran pantalla y ser tenida en cuenta por las audiencias.
Amour Fou (2015), de Florian Werzinski: Un aficionado locamente enamorado del cuadro ha robado del Louvre la Mona Lisa. Contado desde la perspectiva del ladrón, el corto nos hace acompañar al ladrón en su emocionante cabalgada mientras intenta escapar de la policía que intenta darle caza a través del centro de París.
Chay (2015), de Charlotte A. Rolfes: Una familia iraní está de luto por la muerte del padre, asesinado por ultraderechistas. Ali, uno de los hijos, se refugia en el odio y en fantasías de venganza, en lugar de ocuparse de su madre y hermanos. Pese a todo, el vínculo entre padre e hijo tiene la fuerza suficiente para salvar al joven en un momento crítico.
Eat My Dream! (2015), de Jessica Dürwald: Impresiones de una piscifactoría noruega.
Emily debe esperar (Emily must wait, 2016) de Christian Wittmoser: Mientras Europa se sume en el caos, Emily tiene que quedarse en su apartamento con la esperanza de reunirse con su amado. La promesa de esperar se va volviendo cada vez más difícil de mantener según se agudiza la desesperación y se disipan las esperanzas.
Eric, el soldado (Eric, der Soldat, 2015), de Charlotte Funke: A sus 21 años, Eric está en la marina de guerra alemana. En vez de escribir mensajes de Whatsapp, lleva un diario. En el morral lleva bordado un poema, de Goethe nada menos. ¿Por qué quiere Eric ser soldado? Una historia sobre anhelos y la búsqueda del verdadero camino en la vida.
Eye For An Eye (2016), de Louise Peter, Mahyar Goudarzi y Steve Bache: Frederick Baer lleva más de diez años en la Prisión del Estado de Indiana esperando a que se ejecute su pena capital. Un documental dibujado a mano alzada sobre el tiempo de un asesino en el corredor de la muerte y sus conflictos con la culpa y el destino.
Ascéptico (Germ-free, 2015), de Samuel Pleitner: Ya no existe la tierra tal como la conocemos. El género humano tiene que buscar albergue en el espacio. Generaciones de científicos han fallado en la tarea de encontrar otro planeta habitable. Por fin, un joven investigador parece estar cerca de hacer el avance decisivo... Y al lado tiene a un aprendiz muy, muy motivado.
Pianoid (2015), de Janina Putzker: Un virtuoso del piano eléctrico, de carácter narcisista, se vuelve loco por culpa de su conejito doméstico.
El príncipe Alfred (Prinz Alfred, 2015), de Mingus Ballhaus: El Príncipe Alfred se ha despertado demasiado tarde como para preocuparse de llegar a tiempo a clase. Así que matará el tiempo en casa hasta que, con muy poca convicción, decide ponerse en marcha hacia la ciudad a pesar de todo.
¿Quién paga la cuenta? (Wer trägt die Kosten?, 2015), de Daniel Nocke: Tres expertos nos ilustran sobre un asunto altamente explosivo. Es bastante dudoso que se vuelva a invitar al experto número cuatro.
Sweeper's Pride (Wert der Arbeit, 2015), de Matthias Kossmehl: Noche tras noche, Bodo barre las calles vacías de la ciudad. Un trabajo sucio en el que nadie repara. Atraído por sonidos graves de música electrónica y el fulgor de luces, llega a una fiesta de inauguración. Un extraño mundo donde descubrirá algo muy familiar y decidirá no seguir siendo invisible.
What Happens in Your Brain if You See a German Word Like...? (2015), de Zora Rux: El idioma alemán es muy flexible: para crear palabras nuevas no hay más que juntar dos, una detrás de otra. Zora Rux, que dirige la obra, mezcla animación y acción en tiempo real para contar con humor qué pasa en el cerebro de un hombre cuando lee una palabra de complejidad extrema.
Celebración y resistencia
por Javier Porta Fouz
Crítico de cine y director artístico del Bafici, curador de Qubit.tv
Más allá de que se estrenen películas diversas con pequeños lanzamientos, el consumo cinematográfico está cada vez más concentrado en pocos títulos. Más allá de que haya películas de distintos orígenes, el idioma que se escucha mayormente en el cine ya ni siquiera podemos decir que sea el inglés, porque el doblaje gana lugares a pasos agigantados. En este contexto, una nueva edición de un festival afianzado como el de cine alemán, con regularidad en su sede, en su fecha y en su éxito, es una excelente noticia. Un festival de un cine de un país de los que han dejado su sello fundamental, insoslayable, en la historia de este arte. Un cine de un país del que cualquier cinéfilo puede nombrar grandes directores, un cine que -como casi todos los cines el mundo- no circula en salas de estreno tanto como nos gustaría a quienes creemos firmemente en que el acceso a la diversidad es esencial para la riqueza cultural. Esta decimosexta edición del Festival de Cine Alemán es, además, una buena noticia con creces, porque esa variedad a la que aporta en el panorama de oferta cinematográfica es replicada en su programación.
Maren Ade, cuyas dos primeras películas se exhibieron y fueron premiadas en el Bafici, revolucionó y entusiasmó a críticos y compradores este año en Cannes con Toni Erdmann. Y, a pocos meses de su estreno mundial en Cannes, y apenas unas semanas después de estrenarse con éxito en Alemania y Austria -y han comenzado los rumores de su pre-candidatura al Oscar- estará en el Festival de Cine Alemán. En el menú también aparecen las recientes películas de directores que reconocemos y que han tenido previamente estrenos locales como Doris Dörrie, de quien se podrá ver Fukushima Mon Amour y Wolfgang Becker, el director de Good Bye, Lenin!, con Yo y Kaminski. Y esto es apenas la punta del iceberg, porque hay mucho más, personajes singulares como un ex campeón de boxeo de la RDA en Herbert y una señora de sesenta años que quiere ser madre en Mi vida a los sesenta. Y un largometraje intrigante y climático como Salvaje de Nicolette Krebitz. Y una especulación polémica como Ha vuelto de David Wnendt, en la que Adolf Hitler vuelve a la vida en 2014, basada en el best seller de Timur Vermes. Este acceso privilegiado -porque esos son los festivales, además de lugares de encuentro- presente del cine alemán permite recorrer otros senderos: en cortometrajes con Next Generation Short Tigers, en un compacto y vibrante programa como el de La Movida Berlinesa, e incluso en una película para compartir con los niños. Pero este festival del presente no estaría completo sin la presencia de algunos de los grandes nombres históricos del cine alemán, y en ese sentido la propuesta es doble. Por un lado, un documental actual sobre la obra del cada vez más gigante Rainer Werner Fassbinder: Fassbinder de Annekatrin Hendel. Y el evento de Las tres luces de Fritz Lang, musicalizada por Cue Trio. La fiesta del cine alemán está dispuesta, y es una fiesta con la variedad y los atractivos necesarios para llamar una vez más la atención sobre la monocromía de la cartelera. Otra vez un festival, sin negar sus dimensiones festivas y placenteras, es llamado a ser un espacio de resistencia cinematográfica.
Como todos los años, German Films ha realizado una selección de lo más destacado de la producción alemana. Se enorgullece en anunciar la visita del director de la película Yo y Kaminski (Ich und Kaminski) Wolfgang Becker, reconocido a nivel mundial por su film Good Bye, Lenin!
Yo y Kaminski es la historia de un anciano pintor invidente que vive anclado en el pasado por un amor de juventud. Un joven escritor interesado en publicar su biografía, lo ayudará a buscar esa vieja novia que nunca olvidó. Basada en la novela homónima de Daniel Kehlmann, protagonizada por Daniel Brühl y Jesper Christensen, critica el esnobismo del mundo del arte y la banalidad de la fama.
Yo y Kaminski
Wolfgang Becker nació en Hemer en 1954. Estudió en la Universidad Libre de Berlín y en la Academia Alemana de Cine y Televisión de Berlín (DFFB). Schmetterlinge (Mariposas) realizada en 1987, fue su primera película. Good Bye, Lenin! vendió más de seis millones de entradas en todo el mundo, fue la película alemana con más éxito de 2003. Vendida a más de 60 países, consiguió popularidad internacional.
Herbert
Fukushima Mon Amour
Fassbinder
Otro plato fuerte será la proyección de Fassbinder, donde Annekatrin Hendel ofrece un retrato del polémico artista a través de imágenes de sus películas, material de archivo y declaraciones de algunos de sus colaboradores, como Hanna Schygulla, Irm Hermann, Harry Beard o Volker Schlöndorff.
B Movie: Lujuria y música en Berlín occidental. 1979-1989
En esta edición en colaboración con el Goethe-Institut se presentara la sección La movida berlinesa que aborda los movimientos contra culturales que se produjeron en las dos Alemanias en las décadas del '70 y del '80. Nuevamente podrán disfrutar de Next Generation Short Tiger 2016, la sección que incluye los cortos más destacados de estudiantes de las distintas escuelas de cine y animación de Alemania, en los que puede apreciarse la diversidad de formas, géneros y temáticas de alto nivel que las audiencias internacionales suelen esperar de los cineastas alemanes.
Las tres luces, de Fritz Lang
Con esta sección, German Films y el Instituto Federal alemán para el Fomento del Cine (FFA) quieren invitarlos a descubrir por anticipado nuevas tendencias y jóvenes talentos. La programación ofrece historias profundamente personales a la vez que con un carácter muy universal, contadas desde diferentes puntos de vista y en estilos. Una vez más, la programación de este año confirma que el cortometraje es una forma artística independiente que merece llegar a la gran pantalla y ser tenida en cuenta por las audiencias.
Largometrajes
24 semanas (24 Wochen, 2016), de Anne Zohra Berrached: Astrid y su pareja se enteran de que su segundo hijo nacerá con síndrome de Down. Tras recibir el diagnóstico y sin mucho tiempo para tomar la decisión, ella deberá evaluar interrumpir su embarazo de 6 meses. Astrid es una comediante de Stand Up, una mujer de carácter fuerte, con respuestas ingeniosas para todo, pero ante esta situación se siente perdida, sola e insegura. Al tener que enfrentar que su bebé tiene complicaciones adicionales, su mundo se desmorona. En definitiva, sólo ella puede tomar esta decisión tan difícil. ¿Qué hará? ¿Quién decide si el bebé tendrá una vida que “valga la pena vivir”?
En su segundo largometraje, la directora Anne Zohra Berrached, nos demuestra gran valentía, sensibilidad y exactitud en el tratamiento de temas que a menudo son tabú para la sociedad, presenta en este film a personajes inteligentes, amorosos y emocionales quienes deberán tomar decisiones que pueden resultar controversiales desde la teoría. Fiel a su manera de filmar, sin filtros con tomas en primer plano, Berrached nos presenta escenas que parecen tan auténticas que 24 Semanas casi podría calificase como un documental. Una película valiente con un argumento consecuente, que trata sobre inseguridades humanas, con escenas honestas, siempre cerca de los personajes y sus rostros.
Coconut Hero (2015), de Florian Cossen: Todos sabemos que no es fácil ser adolescente y Mike no es la excepción. Con sus 16 años está pasando por el peor momento de su vida. Vive con su madre Cynthia. No tiene padre, no tiene amigos, ni siquiera tiene una comida preferida. Lo único que desea es desaparecer de la faz de la tierra. Entonces, decide poner fin a esta cínica broma que el destino, o la vida, le está jugando. Escribe su propio obituario y se pega un tiro.
Pero para su gran decepción, a la mañana siguiente despierta en el hospital. La fe de Mike toma un giro rotundo cuando los médicos descubren un tumor en su cerebro. Mike apenas puede creer en su suerte y guarda el secreto de su enfermedad para evitar una cirugía que le salvaría la vida. Al mirar a la muerte directamente a los ojos, Mike cambia su punto de vista sobre la vida. En esta tragicomedia, su director Florian Cossen, logra transformar el humor negro en un melodrama adolescente enérgico y emocional con una variada banda sonora y excelentes actores jóvenes.
En la casa de las telarañas (Im Spinnwebhaus, 2015), de Mara Eibl-Eibesfeldt: En este relato sobre una infancia de maltratos en los años setenta, todas las nociones, especialmente cinematográficas, asociadas a la conciencia adulta y al universo infantil quedan irreversiblemente trastocadas. Es la historia de cómo tres niños se ven forzados a sobrevivir solos, tras ser abandonados por su madre y crear su propio concepto de familia. Contada desde el punto de vista de Jonas, el hermano mayor que debe hacerse adulto antes de tiempo, la historia permite que la magia infantil empape con su encantamiento el tratamiento aparentemente descarnado de la película.
La joven directora envuelve la tragedia en la telaraña de una fábula infantil, gótica y alucinada, filmada en un blanco y negro a ratos naturalista y a ratos ensoñador, delimita una delgada línea entre la realidad y la fantasía. ¿Acaso sólo con el poder de la fabulación es posible sobrevivir a la traumática experiencia que los pequeños actores, todos prodigiosos, nos hacen sentir en carne propia?
Fassbinder (2015), de Annekatrin Hendel: Este documental propone revelar el alma de Fassbinder mediante el retrato del personaje, con sus luces y sus sombras, embarcando al espectador en un viaje a la profundidad de sus demonios y anhelos como ser humano. Haciendo hincapié en su carácter provocador y su espíritu insurgente que atrapó como ningún otro cineasta el sentir de los años setenta y el nacimiento de la nueva Alemania.
La película combina entrevistas filmadas al cineasta con material de archivo y una infinidad de fragmentos de sus más de cuarenta películas, pero la intervención fundamental es la de los amigos y colaboradores del cineasta a lo largo de su vida. Grandes nombres del cine alemán como Hanna Schygulla, Irm Hermann, Volker Schlöndorff y Harry Bear exponen, prácticamente dramatizan, sus puntos de vista, recorriendo los momentos más decisivos en la vida del cineasta alemán: desde sus trabajos recientes, destrozados por la crítica, hasta sus éxitos internacionales; sus relaciones sexuales, su personalidad tiránica en los rodajes, su abrumadora sensibilidad, sus adicciones y autodestrucciones.
Fukushima Mon Amour (Grüße aus Fukushima, 2016) de Doris Dörrie: Mientras huye de su propio cataclismo sentimental, la joven Marie decide conocer en persona los devastadores efectos de la triple catástrofe de Fukushima. El baile Butoh y la mímica del clown – emergen como puente de comunicación entre culturas y costumbres distantes. Marie forma parte de una compañía de payasos benéfica que quiere devolver la semilla de la felicidad a una población cruelmente golpeada y suspendida en el trauma.
Los jóvenes han abandonado el lugar y solo queda la gente mayor que se resiste a abandonar su hogar devastado, ese que Satomi (Kaori Momoi) la última geisha de Fukushima, quiere reconstruir a toda costa. La hermosa y cambiante relación que establecen ambas mujeres ocupa el centro de una película que no renuncia al experimentalismo formal y narrativo para profundizar en la psicología humana.
Ha vuelto (Er ist wieder da, 2015), de David Wnendt: Adolf Hitler regresa a la vida en 2014. Los setenta años de supuesta paz y armonía europea que median entre la Segunda Guerra Mundial y nuestros días no tendrán ningún peso biográfico sobre él. ¿Sus convicciones imperialistas, xenófobas, patrióticas y exterminadoras podrían acaso encontrar caldo de cultivo en la sociedad contemporánea del siglo XXI? ¿Qué ocurriría en ese hipotético escenario? Hitler se convertiría en una inspiración para los partidos extremistas, en un exitoso telepredicador, en la estrella iconoclasta de un show mediático donde un comediante loco estaría supuestamente siendo irónico al hablar seriamente como si fuera el mismísimo Hitler.
Las semillas nazis, o sus secuelas, volverían a florecer en un continente atemorizado por la ola de refugiados, el empobrecimiento de la sociedad y la pérdida de los valores tradicionales germanos. No hay lugar para las sutilezas ni para la corrección política en este film de extremo humor negro. No es ficción histórica sino historia-ficción. Se trata de señalar los demonios ideológicos del presente mediante la fantasía de la resurrección de un pasado traumático con humor paródico.
Herbert (2015), de Thomas Stuber: Solitario, taciturno, con la apariencia de una bestia, Herbert es un excampeón de box de la RDA luchando contra sus demonios interiores, mientras se gana la vida como guardia de seguridad en una discoteca, como recolector de deudas para prestamistas y como sparring de jóvenes aspirantes. Sólo puede confiar en su cuerpo como motor de supervivencia.
La devastación que retrata el actor Thomas Stuber se despliega con sobriedad hacia los efectos destructivos de toda una vida recibiendo golpes: Herbert es diagnosticado de ELA (Esclerosis lateral amiotrófica). Asistiremos con crudeza y frialdad al proceso aniquilador de una enfermedad degenerativa de tipo neuromuscular. El orgullo de un boxeador que se considera una isla, que no necesita de nadie y nadie al parecer necesita de él, se convierte en el trauma interior de un relato tan implacable como a su modo compasivo, en torno a las deudas que hay que saldar con la vida antes de que nos gane por puntos o, peor, nos noquee y lance fuera del ring.
Mi vida a los sesenta (Miss Sixty, 2014), de Sigrid Hoerner: La bióloga Luise y el galerista Frans se encuentran en sus radiantes 60 años. Ella todavía vive con su madre; él tiene una relacion sentimental con su becaria veinteañera. El plan de vida para Luise tras su jubilación es quedar embarazada y cumplir con su anhelo de maternidad. La nueva misión que se autoimpone Frans es descubrir a la nueva estrella en la escena del arte contemporáneo. Entonces sus caminos se cruzarán, pero de forma muy inesperada.
Con estos ingredientes, la directora Sigrid Hoerner construye una comedia tan vital como chispeante, repleta de diálogos ingeniosos y personajes inusuales. El humor de la película se propone desafiar las leyes naturales, como lo haría una inseminación artificial en la vejez. De paso, mirar de frente con encanto y elegancia un tabú social que parece empeñado en arrebatar el factor de la belleza en la tercera edad.
Nosotros los monstruos (Wir Monster, 2015) de Sebastian Ko: Todos somos monstruos. O al menos podríamos serlo. ¿Qué no haríamos por nuestros hijos? ¿Dónde trazamos los límites para protegerlos? ¿En qué circunstancias se puede quebrar el inquebrantable vínculo que nos ata a ellos? Estas son las cuestiones a las que se enfrenta Paul cuando su hija adolescente Sarah le confiesa que acaba de matar a su mejor amiga.
El verdadero relato, la verdadera perturbación, empieza cuando los padres toman el control y los designios de su hija. Entre el perdón y la condena, padre y madre, divorciados, encontrarán un motivo común para convivir de nuevo, para hacer frente común, abocados a una espiral de apariencias y mentiras que arrastran al espectador a la perplejidad. Sebastian Ko conduce su primer largometraje con precisión, tensando sus implicaciones morales, construyendo los necesarios espacios de reflexión y radiografiando a una generación que cada día se aleja más de sus progenitores.
Pecado (Verfehlung, 2015), de Gerd Schneider: Jakob, Oliver y Dominik son grandes amigos, compañeros de fútbol y de bar, además de sacerdotes católicos por convicción. Dominik se ocupa de jóvenes provenientes de sectores sociales sensibles, Oliver enfrenta grandes desafíos en busca de un ascenso y Jakob busca reconocimiento como padre espiritual para presos. Cuando a Dominik se lo acusa de abuso sexual de un menor y es puesto en prisión preventiva, el mundo de Jakob se derrumba. Mientras Oliver se ocupa de atenuar el daño para que el prestigio de la iglesia no se vea afectado a la luz del escándalo, Jakob se encuentra atrapado entre su amistad y su responsabilidad ética como párroco ante la presunta víctima y su madre.
La situación se torna en una prueba de fuego para su fe y su identidad como sacerdote: existen verdades que acogemos con agrado y verdades que tememos, que suelen llevar al silencio. Pero Jakob comienza a rebelarse contra este silencio dentro de la iglesia y quiere actuar. O no. En su primer largometraje, Gerd Schneider, trata un tema políticamente delicado con mucha sensibilidad psicológica y una dramaturgia que retrata una amistad expuesta al desafío más difícil.
Refugio (Freistatt, 2015), de Marc Brummund: Hasta mediados de los setenta existieron en Alemania Occidental internados de educación cristiana en los que la violencia y la represión formaban parte del aprendizaje. Eran verdaderos santuarios del terror, reformatorios para chicos difíciles, jóvenes violentos nacidos en la posguerra. Esta película nos traslada a los escenarios reales de una de esas instituciones aún en pie, concebidas como campos de trabajo y centros penitenciarios de alta seguridad, aisladas en fangosos pantanos y extensiones de llanuras, para poner en escena el descenso al infierno al que se ve abocado Wolfgang.
De la vida desprendida del amor materno de una familia disfuncional a la hostilidad de la estricta educación y la tortura. El actor Louis Hofmann interpreta con energía y magnetismo a uno de esos adolescentes “difíciles”, despierto, confiado, de naturaleza insurgente. La tragedia histórica y el drama carcelario, la historia de iniciación y el melodrama familiar, la solidaridad y la brutalidad, luz y oscuridad entrelazados con extraordinario pulso.
Rico, Oscar y el misterio del Bingo (Rico, Oskar und das Herzgebreche, 2015), de Wolfgang Groos: Los pequeños Rico y Oscar se reúnen para empezar sus andanzas en el bingo semanal de una residencia de ancianos. Allí suceden una serie de robos en los que posiblemente esté implicada la madre de Rico. Los niños se aliarán con uno de los ancianos para intentar descubrir qué está ocurriendo. Una película de aventuras, desde un humor que no es ni inocente ni grotesco, sino que encuentra su propia personalidad a través de personajes concebidos con complejidad y humanismo.
Es la segunda adaptación cinematográfica de la secuela de los premiados libros infantiles de Andreas Steinhöfel. Una producción de cine familiar que concede tanta importancia al mundo infantil como al adulto, extraordinariamente colorista, imaginativa y divertida, pero que no rehuye abordar de frente las dificultades familiares y sociales a las que se enfrentan el mundo de los padres y que ocupan, de hecho, el catalizador de la trama.
Salvaje (Wild, 2016), de Nicolette Krebitz: El film relata la metamorfosis de Ania, una mujer inteligente y atractiva, pero incapaz de adaptarse a los ritmos y responsabilidades de su vida de secretaria es inminente. Ella no sólo quiere huir de una existencia aletargada, pareciera que también de su propia naturaleza. El encuentro epifánico con un lobo salvaje en su trayecto del hogar a la oficina propulsará su vida y la película a una espiral de mutaciones, de oscuridad y claustrofobia, de ferocidad y extrañamiento.
En el tercer largometraje de la actriz y directora Nicolette Krebitz encontramos la creación de una atmósfera casi irrespirable que narra las crisis sociales de nuestros tiempos. Una película cuyo misterio central no cesa de arrojarnos cuestiones sobre el destino de una civilización que regresa de forma inconsciente a las cavernas, al contacto animal con sus instintos más primarios.
Toni Erdmann (2016), de Maren Ade: Inés, una ambiciosa empresaria que se trasladó de Alemania a Bulgaria para crecer en su carrera profesional, recibe la inesperada visita de Winfried, su padre, con el que casi no tiene contacto. Inés reemplazó su apreciación juvenil del particular sentido de humor de su padre, por el serio impulso de subirse al tren del éxito empresarial. Durante su visita, Winfried se preocupa por la vida sin sentido y triste que lleva su hija, por lo que interviene de la única forma que sabe: causando estragos mediante bromas. Logra aparecerse en todas partes con diferentes disfraces excéntricos.
Su preferido, “Toni Erdmann”, es un hombre descarado con peluca que cuenta historias bizarras en momentos equivocados y pone en peligro la carrera de Inés, pero también la hace reflexionar sobre su estilo de vida. El tercer largometraje de Maren Ade se desarrolla sin fisuras y navega entre la comedia y el drama.
Yo y Kaminski (Ich und Kaminski, 2015), de Wolfgang Becker: El filme retrata la vida del pintor ciego, Manuel Kaminski, encarnado por Jesper Christensen. Todas las vanguardias, los hitos culturales, los grandes iconos y maestros pasaron por él. Desde Henri Matisse a Bob Dylan, el arte moderno le pertenece, aunque hoy sea una figura olvidada. Por supuesto, es una invención, un intruso en la historia de las artes creado por el escritor Daniel Kehlmann.
El actor Daniel Brühl da vida al personaje del ambicioso Sebastian Zöllner, un periodista sin escrúpulos, determinado a convertirse en el biógrafo definitivo y controvertido del artista. Consigue entrar en su círculo y cree que tiene el as en la manga para rescatarlo del olvido, la gran primicia cultural de nuestros tiempos: Kaminski, en realidad, no es ciego. O al menos no lo era cuando pintó sus obras maestras. Hará lo que sea necesario para demostrarlo, para ganarse la confianza del artista y desenmascarar su impostura. Esta película construye con inteligencia una improbable amistad y la revelación de un personaje extraordinario mediante la intervención de un personaje grotesco.
La movida berlinesa
B Movie: Lujuria y música en Berlín occidental. 1979-1989 (B-Movie: Lust & Sound in West Berlin, 1979-1989, 2015), de Jörg A. Hoppe, Klaus Maeck, Heiko Lange y Miriam Dehne: Este documental retrata la energía y el caos del Berlín occidental de la última década de la Guerra Fría mediante material de archivo editado de forma dinámica y audaz por cuatro directores.
El hilo conductor es Mark Reeder, un músico de Manchester que viajó a la ciudad atraído por la música electrónica y se convirtió en testigo privilegiado de su cultura underground. A su alrededor gravitaron personajes estrafalarios de la noche y otros tan relevantes como Nick Cave, Heino, Christiane F., Nena, el grupo Die Toten Hosen, Tilda Swinton, Keith Haring o el entonces jovencísimo WestBam (más tarde padrino de la Love Parade). Un fascinante collage en el que los videos personales de Reeder se convierten en el valioso documento de una época.
¡Muerte a los hippies! Que viva el Punk (Tod den Hippies! Es lebe der Punk, 2015), de Oskar Roehler: Un retrato fascinante del escenario de arte, sexo, drogas y punk que fue el Berlín underground de los '80, pero desde la ficción. Todo comienza en el sur de Alemania donde el idealismo hippie y la vida planificada son moneda corriente.
Robert, un joven de 19 años harto de la hipocresía hippie y la limitación intelectual y moral de la burguesía, decide dejar a su familia y a su novia, y huye al Berlín occidental. Allí quiere encontrar la verdadera libertad de expresión y espíritus rebeldes como él. Se sumerge en una extravagante vida nocturna, un paraíso de nihilismo ácido y post-apocalíptico, poblado de personajes extravagantes, donde se termina enamorando de una de las bailarinas del show erótico en el que trabaja limpiando. En un tono paródico, su director Oskar Roehler, nos narra con comicidad la rabia juvenil.
Película muda
Las tres luces (Der müde Tod, 1921), de Fritz Lang: Una pareja de enamorados llega a un pueblo donde conocen a un hombre misterioso. El novio desaparece junto a él, y la novia lo busca desesperadamente, hasta que descubre que este misterioso hombre es la Muerte, que se ha llevado a su prometido. Ella le implora que se lo devuelva. Entonces, es conducida a una sala llena de velas: son las luces que simbolizan las vidas de las personas y se apagan tan pronto termina una de ellas.
Tres de esas velas están a punto de consumirse, si la joven evita que se extinga una de ellas le devolverán a su amado. En tres episodios visionarios que tienen lugar en diferentes lugares y épocas: Bagdad, la Italia del Renacimiento y la China imperial experimentará el destino y el fracaso de su amor. Pero la muerte vuelve a darle una oportunidad. Una película muda que forma parte del más clásico cine expresionista donde Fritz Lang ha sabido encontrar un lugar privilegiado.
Next Generation Short Tiger 2016
Para presentar en 2016 los cortos más creativos del año, German Films y el Instituto Federal Alemán para el Fomento del Cine (FFA) han aunado por sexta vez sus esfuerzos a fin de dar a conocer los ganadores del certamen Short Tiger (mejores cortos alemanes de menos de 5 minutos) a la vez que la serie Next Generation, que incluye algunos de los cortos más destacados de estudiantes alemanes con duración máxima de 15 minutos. Un jurado de expertos se ha encargado de seleccionar doce cortos para conformar Next Generation Short Tiger 2016. En ellos puede apreciarse la diversidad de formas, géneros y temáticas de alto nivel que los espectadores suelen esperar de los cineastas alemanes.
Con Next Generation Short Tiger 2016, German Films y el FFA quieren invitarnos a descubrir por anticipado nuevas tendencias y jóvenes talentos cinematográficos. La programación ofrece historias profundamente personales y al mismo tiempo con un carácter muy universal, contadas desde diferentes puntos de vista y en estilos diversos. Los cineastas han sabido manejar con maestría los recursos cinematográficos, sondeando bajo la superficie de la vida cotidiana actual y ofreciéndonos novedosas perspectivas. Una vez más, la programación de este año confirma que el cortometraje es una forma artística independiente que merece llegar a la gran pantalla y ser tenida en cuenta por las audiencias.
Amour Fou (2015), de Florian Werzinski: Un aficionado locamente enamorado del cuadro ha robado del Louvre la Mona Lisa. Contado desde la perspectiva del ladrón, el corto nos hace acompañar al ladrón en su emocionante cabalgada mientras intenta escapar de la policía que intenta darle caza a través del centro de París.
Chay (2015), de Charlotte A. Rolfes: Una familia iraní está de luto por la muerte del padre, asesinado por ultraderechistas. Ali, uno de los hijos, se refugia en el odio y en fantasías de venganza, en lugar de ocuparse de su madre y hermanos. Pese a todo, el vínculo entre padre e hijo tiene la fuerza suficiente para salvar al joven en un momento crítico.
Eat My Dream! (2015), de Jessica Dürwald: Impresiones de una piscifactoría noruega.
Emily debe esperar (Emily must wait, 2016) de Christian Wittmoser: Mientras Europa se sume en el caos, Emily tiene que quedarse en su apartamento con la esperanza de reunirse con su amado. La promesa de esperar se va volviendo cada vez más difícil de mantener según se agudiza la desesperación y se disipan las esperanzas.
Eric, el soldado (Eric, der Soldat, 2015), de Charlotte Funke: A sus 21 años, Eric está en la marina de guerra alemana. En vez de escribir mensajes de Whatsapp, lleva un diario. En el morral lleva bordado un poema, de Goethe nada menos. ¿Por qué quiere Eric ser soldado? Una historia sobre anhelos y la búsqueda del verdadero camino en la vida.
Eye For An Eye (2016), de Louise Peter, Mahyar Goudarzi y Steve Bache: Frederick Baer lleva más de diez años en la Prisión del Estado de Indiana esperando a que se ejecute su pena capital. Un documental dibujado a mano alzada sobre el tiempo de un asesino en el corredor de la muerte y sus conflictos con la culpa y el destino.
Ascéptico (Germ-free, 2015), de Samuel Pleitner: Ya no existe la tierra tal como la conocemos. El género humano tiene que buscar albergue en el espacio. Generaciones de científicos han fallado en la tarea de encontrar otro planeta habitable. Por fin, un joven investigador parece estar cerca de hacer el avance decisivo... Y al lado tiene a un aprendiz muy, muy motivado.
Pianoid (2015), de Janina Putzker: Un virtuoso del piano eléctrico, de carácter narcisista, se vuelve loco por culpa de su conejito doméstico.
El príncipe Alfred (Prinz Alfred, 2015), de Mingus Ballhaus: El Príncipe Alfred se ha despertado demasiado tarde como para preocuparse de llegar a tiempo a clase. Así que matará el tiempo en casa hasta que, con muy poca convicción, decide ponerse en marcha hacia la ciudad a pesar de todo.
¿Quién paga la cuenta? (Wer trägt die Kosten?, 2015), de Daniel Nocke: Tres expertos nos ilustran sobre un asunto altamente explosivo. Es bastante dudoso que se vuelva a invitar al experto número cuatro.
Sweeper's Pride (Wert der Arbeit, 2015), de Matthias Kossmehl: Noche tras noche, Bodo barre las calles vacías de la ciudad. Un trabajo sucio en el que nadie repara. Atraído por sonidos graves de música electrónica y el fulgor de luces, llega a una fiesta de inauguración. Un extraño mundo donde descubrirá algo muy familiar y decidirá no seguir siendo invisible.
What Happens in Your Brain if You See a German Word Like...? (2015), de Zora Rux: El idioma alemán es muy flexible: para crear palabras nuevas no hay más que juntar dos, una detrás de otra. Zora Rux, que dirige la obra, mezcla animación y acción en tiempo real para contar con humor qué pasa en el cerebro de un hombre cuando lee una palabra de complejidad extrema.
Celebración y resistencia
por Javier Porta Fouz
Crítico de cine y director artístico del Bafici, curador de Qubit.tv
Más allá de que se estrenen películas diversas con pequeños lanzamientos, el consumo cinematográfico está cada vez más concentrado en pocos títulos. Más allá de que haya películas de distintos orígenes, el idioma que se escucha mayormente en el cine ya ni siquiera podemos decir que sea el inglés, porque el doblaje gana lugares a pasos agigantados. En este contexto, una nueva edición de un festival afianzado como el de cine alemán, con regularidad en su sede, en su fecha y en su éxito, es una excelente noticia. Un festival de un cine de un país de los que han dejado su sello fundamental, insoslayable, en la historia de este arte. Un cine de un país del que cualquier cinéfilo puede nombrar grandes directores, un cine que -como casi todos los cines el mundo- no circula en salas de estreno tanto como nos gustaría a quienes creemos firmemente en que el acceso a la diversidad es esencial para la riqueza cultural. Esta decimosexta edición del Festival de Cine Alemán es, además, una buena noticia con creces, porque esa variedad a la que aporta en el panorama de oferta cinematográfica es replicada en su programación.
Maren Ade, cuyas dos primeras películas se exhibieron y fueron premiadas en el Bafici, revolucionó y entusiasmó a críticos y compradores este año en Cannes con Toni Erdmann. Y, a pocos meses de su estreno mundial en Cannes, y apenas unas semanas después de estrenarse con éxito en Alemania y Austria -y han comenzado los rumores de su pre-candidatura al Oscar- estará en el Festival de Cine Alemán. En el menú también aparecen las recientes películas de directores que reconocemos y que han tenido previamente estrenos locales como Doris Dörrie, de quien se podrá ver Fukushima Mon Amour y Wolfgang Becker, el director de Good Bye, Lenin!, con Yo y Kaminski. Y esto es apenas la punta del iceberg, porque hay mucho más, personajes singulares como un ex campeón de boxeo de la RDA en Herbert y una señora de sesenta años que quiere ser madre en Mi vida a los sesenta. Y un largometraje intrigante y climático como Salvaje de Nicolette Krebitz. Y una especulación polémica como Ha vuelto de David Wnendt, en la que Adolf Hitler vuelve a la vida en 2014, basada en el best seller de Timur Vermes. Este acceso privilegiado -porque esos son los festivales, además de lugares de encuentro- presente del cine alemán permite recorrer otros senderos: en cortometrajes con Next Generation Short Tigers, en un compacto y vibrante programa como el de La Movida Berlinesa, e incluso en una película para compartir con los niños. Pero este festival del presente no estaría completo sin la presencia de algunos de los grandes nombres históricos del cine alemán, y en ese sentido la propuesta es doble. Por un lado, un documental actual sobre la obra del cada vez más gigante Rainer Werner Fassbinder: Fassbinder de Annekatrin Hendel. Y el evento de Las tres luces de Fritz Lang, musicalizada por Cue Trio. La fiesta del cine alemán está dispuesta, y es una fiesta con la variedad y los atractivos necesarios para llamar una vez más la atención sobre la monocromía de la cartelera. Otra vez un festival, sin negar sus dimensiones festivas y placenteras, es llamado a ser un espacio de resistencia cinematográfica.
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