jueves, 19 de octubre de 2017

PENDEJA, PAYASA Y GORDA: LA VENGANZA ES COSA DE MINAS

Pendeja, Payasa y Gorda. Director: Matías Szulanski. Protagonistas: Mirta Wons, Flor Benítez, Ana Devin, Germán Tripel, Fernando Miró, Claudia Schijman, Macarena del Corro, Vicky Alsúa, Andrés Gil y Denise Yañez. Guión: Matías Szulanski. Afiche: Gabriel Altamirano. Música: Leo y Mateo Sujatovich. Kligger + Szulanski/Crescia. Argentina, 2017. Estreno en la Argentina: 19 de octubre de 2017. 

La culpa es del afiche. Cuanto más miraba ese laburazo de Gabriel Altamirano, más me imaginaba esa síntesis perfecta de cine bizarro, hiperviolento y pornosoft, con mucho humor negro, mala leche, acelere lúdico y shots de adrenalina. Intuía esos aires tarantinescos en los diálogos, los toques meyerescos de su estética barata y estridente. Si hasta respiraba esos aires de western barrial del conurbano, idónea ambientación marginal para situaciones marginales. 


No es que Pendeja, Payasa y Gorda no cumpla con las promesas que yo puse en ese afiche, es sólo que, aun estando bien (y, por momentos, muy bien), el afiche está mucho mejor que la película. Lo mejor de la trama original de Matías Szulanski no es lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. En ese sentido, la premeditada fragmentación de su discurso temporal es el gran acierto narrativo del filme, yendo y viniendo en el tiempo para que el principio cierre de maravillas al final, como corresponde a un relato de amor y venganzas disfrazado de policial negro. 


La fusión de géneros, traducida a los códigos argentos, aprovecha hasta el último centavo el bajo presupuesto que está en el adn del cine clase B. Y en el camino, mientras resignifica pegadizas canciones viejas y pedorras, baja línea sobre los trasplantes de órganos y se planta con un discurso anticosificación de la mujer que ya quisieran para sí las organizaciones feministas. Porque la acción, la emoción y la ternura (como la brutalidad y la completa deshumanización) se articulan aquí en los cuerpos, las palabras y la testosterona femenina, haciendo que todas las mujeres vayan alternando sus roles de víctimas y victimarias. 


Película impulsiva, que avanza a pesar de todo porque avanza sobre todo, Pendeja, Payasa y Gorda tiene con qué plantarse ante cualquiera, pero no lo hace valer. Eso, o yo me pasé de rosca viendo el laburazo de Gabriel Altamirano. 
Ya lo dije. La culpa es del afiche. 
Fernando Ariel García

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