Ant-Man. El Hombre Hormiga. Director: Peyton Reed. Protagonistas: Paul Rudd (Scott Lang/Ant-Man II), Michael Douglas (Dr. Hank Pym/Ant-Man I), Evangeline Lilly (Hope Van Dyne), Corey Stoll (Darren Cross/Yellowjacket), Bobby Cannavale (Paxton), Judy Greer (Maggie Lang), Abby Ryder Fortson (Cassie Lang), Michael Peña (Luis), David Dastmalchian (Kurt) y T.I. (Dave), entre otros. Participación especial de Hayley Atwell (Peggy Carter, Janet Van Dyne/The Wasp), John Slattery (Howard Stark), Chris Evans (Steve Rogers/Capitán América), Anthony Mackie (Sam Wilson/Halcón), Sebastian Stan (Bucky Barnes/Soldado del Invierno), Dax Griffin (joven Hank Pym/Ant Man I) y Stan Lee. Guionistas: Edgar Wright, Joe Cornish, Adam McKay, Paul Rudd; basado en personajes y situaciones de los cómics Marvel, con especial referencia a la obra de Stan Lee, Larry Lieber, Jack Kirby, Roy Thomas, John Buscema, Gene Colan, David Michelinie, John Byrne y Robert Kirkman, entre otros. Marvel Studios. EE.UU., 2015.
Estoy cada vez más ñoño. O viejo choto, que viene a ser lo mismo. Por eso, quiero creer, además de gustarme esta Ant-Man. El Hombre Hormiga (Ant-Man, 2015), me emocionó casi hasta las lágrimas. Máximo exponente del pathos disneyano en la larga andanada cinematográfica marvelita, el filme de Peyton Reed aborda un tema recurrente en toda la obra del Tío Walt: La reconstrucción de los lazos familiares largamente desgastados, poniendo el foco sobre el rol de la figura paterna y explorando qué (no) haría un padre por su hija. Y como yo estoy atravesando ese delicioso momento en que mi hija se ha puesto explícitamente pegota conmigo, me acabé la corta provisión de pañuelos de papel antes de llegar a la parte más sensible del filme (la pelea del clímax, dicho sea de paso).
Queda más que claro (es realmente innecesaria la redundancia verbal en la que cae el guión) que Hank Pym (Michael Douglas) y Scott Lang (Paul Rudd) son almas gemelas. Científico y ex-superhéroe encubierto de S.H.I.E.L.D. el primero, ladrón reformado y experto en electrónica el segundo; ambos vienen de perderlo casi todo, aunque por distintos motivos y en diferentes medidas: Esposa, hija, razón de ser en esta vida. Y se sobreentiende que, a la hora de ocupar el lugar hipotético del hijo varón que Pym no tuvo, Paul resulta mejor elección que Darren Cross (Corey Stoll); y por eso uno termina siendo Ant-Man, el héroe de la historia; y el otro acaba como Yellojacket, el malo.
Fiel al espíritu de las películas Marvel, Ant-Man combina acción y humor, incorporando altas dosis de una violencia estilizada de acuerdo con el canon de los veteranos (e inoxidables) dibujitos animados de la Warner. Paroxismo del movimiento físico a la hora de ir montando cada paso de comedia sobre las diferentes posibilidades que ofrecen los mundos a escala real y reducida. Y una desfasada utilización de las minorías latinas y negras como recurso humorístico de la trama, que queda a un paso de caer en la discriminación disfrazada de caricatura caduca.
Como siempre, los links metahistorietísticos están a la orden del día: Desde las referencias al dibujante Al Milgrom y la revista Tales to Astonish (donde Ant-Man debutó en 1962) hasta la elíptica mención al más famoso arácnido trepamuros del cómic, pasando por una acertada reelaboración de las distintas encarnaciones impresas del superhéroe (en algún momento de su vida de papel, Pym adoptó el nombre y el disfraz de Yellowjacket). Obviamente, hay que quedarse hasta la mitad de los créditos para ver el verdadero final de Ant-Man; y hasta el final de los largos títulos finales para ver el principio de Capitán América: Guerra Civil. Están avisados. Es un chispazo ínfimo, pero garpa.
Fernando Ariel García
Estoy cada vez más ñoño. O viejo choto, que viene a ser lo mismo. Por eso, quiero creer, además de gustarme esta Ant-Man. El Hombre Hormiga (Ant-Man, 2015), me emocionó casi hasta las lágrimas. Máximo exponente del pathos disneyano en la larga andanada cinematográfica marvelita, el filme de Peyton Reed aborda un tema recurrente en toda la obra del Tío Walt: La reconstrucción de los lazos familiares largamente desgastados, poniendo el foco sobre el rol de la figura paterna y explorando qué (no) haría un padre por su hija. Y como yo estoy atravesando ese delicioso momento en que mi hija se ha puesto explícitamente pegota conmigo, me acabé la corta provisión de pañuelos de papel antes de llegar a la parte más sensible del filme (la pelea del clímax, dicho sea de paso).
Queda más que claro (es realmente innecesaria la redundancia verbal en la que cae el guión) que Hank Pym (Michael Douglas) y Scott Lang (Paul Rudd) son almas gemelas. Científico y ex-superhéroe encubierto de S.H.I.E.L.D. el primero, ladrón reformado y experto en electrónica el segundo; ambos vienen de perderlo casi todo, aunque por distintos motivos y en diferentes medidas: Esposa, hija, razón de ser en esta vida. Y se sobreentiende que, a la hora de ocupar el lugar hipotético del hijo varón que Pym no tuvo, Paul resulta mejor elección que Darren Cross (Corey Stoll); y por eso uno termina siendo Ant-Man, el héroe de la historia; y el otro acaba como Yellojacket, el malo.
Fiel al espíritu de las películas Marvel, Ant-Man combina acción y humor, incorporando altas dosis de una violencia estilizada de acuerdo con el canon de los veteranos (e inoxidables) dibujitos animados de la Warner. Paroxismo del movimiento físico a la hora de ir montando cada paso de comedia sobre las diferentes posibilidades que ofrecen los mundos a escala real y reducida. Y una desfasada utilización de las minorías latinas y negras como recurso humorístico de la trama, que queda a un paso de caer en la discriminación disfrazada de caricatura caduca.
Como siempre, los links metahistorietísticos están a la orden del día: Desde las referencias al dibujante Al Milgrom y la revista Tales to Astonish (donde Ant-Man debutó en 1962) hasta la elíptica mención al más famoso arácnido trepamuros del cómic, pasando por una acertada reelaboración de las distintas encarnaciones impresas del superhéroe (en algún momento de su vida de papel, Pym adoptó el nombre y el disfraz de Yellowjacket). Obviamente, hay que quedarse hasta la mitad de los créditos para ver el verdadero final de Ant-Man; y hasta el final de los largos títulos finales para ver el principio de Capitán América: Guerra Civil. Están avisados. Es un chispazo ínfimo, pero garpa.
Fernando Ariel García
Marvelinks:
Agents of S.H.I.E.L.D. (1º temporada y 2º temporada)
Daredevil (Netflix)
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