La invocación. Director: Mac
Carter. Protagonistas:
Jacki Weaver, Liana Liberato, Harrison Gilberston, Ione Sky, Brian Wimmer y
Danielle Chuchran, entre otros. Guionista: Andrew Barrer. Qued International /
Revolver Picture Company. EE.UU.,
2013.
Cuando era pibe, a pesar de las consabidas fórmulas repetidas y
recicladas por el cine de género, cada película lograba invocar y mantener una
cierta identidad propia e intransferible. Eso, o mis ojos todavía mantenían
alguna virginal capacidad para el asombro, el mínimo nivel requerido
para hacer de cada película de terror (pongamos el caso) una película de
terror. Hoy eso ya no me pasa (o el cine ha perdido efectivamente todo atisbo
de originalidad, quedando reducido a un administrativo ordenamiento de golpes de efecto) y, por eso, cada película de terror (pongamos el caso) se me
hace otra película de terror. Que es como decir la misma película de terror.
La invocación (Haunt, 2013) ratifica esa
sensación. Con una casa embrujada como tantas otras, en un paraje perdido como
tantos otros; y habitada por un fantasma sin descanso, como tantos otros. Allí
llegará una familia tipo, justo a tiempo para iniciar un desgraciado amor
adolescente y descubrir aquello que los espectadores ya sabemos: El pasado no
está tan muerto como parece; y un secreto no tan oculto va a salir a la luz. En
el medio, una especie de radio a galena para comunicarse con los difuntos y un
final (no confundir con la última escena, supertrillada) que permite pensar
que, en algún momento entre la escritura del guión y la etapa de montaje, algo
distinto podría haberse generado.
Sólo para fanáticos incondicionales del género, la película de Mac
Carter sigue a pie juntillas el manual de estilo del cine de terror
contemporáneo, exigiendo del espectador una abusiva cuota de voluntaria
suspensión del sentido crítico con tal de aceptar semejante catarata de lugares
comunes e inconsistencias, mientras juega a asustarse tragando sapos y
pochoclos.
Fernando Ariel García
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