Cuánto desconoce uno de la cultura portuguesa, no? Qué error el suponer que toda la música de un país pueda reducirse al melancólico son del fado. O que toda la literatura quede subsumida en la enormidad de Saramago, Lobo Antunes y Pessoa. Después de mi paso por Amadora y Lisboa, lo único que sé es cuánto me queda por descubrir. Y las ganas que tengo de ponerme a trabajar en ello.
Por lo pronto, en el terreno literario, me queda muy claro que hay otro nombre para agregar a la lista: David Soares. Soares, como Neil Gaiman y Tiziano Sclavi, son escritores que dominan tanto la novela como la historieta. Porque antes que escritores son, sencillamente, narradores de historias. Y no importa el lenguaje que elijan para expresarse, su talento para enhebrar el sentido de las palabras siempre termina opacando a quien le oficie de ocasional coequiper. Mucha, el álbum editado por Kingpin Books para el Festival de Amadora, no es una excepción.
Brillantemente ilustrado por Osvaldo Medina y Mário Freitas, Mucha parte del presupuesto establecido por Eugene Ionesco en la obra El rinoceronte, pieza clave del Teatro del Absurdo en donde todos los habitantes de un pequeño pueblo francés amanecen transformados en rinocerontes. ¿Todos? En realidad, no. Sólo un hombre común y corriente parece haber quedado al margen de esta inesperada metamorfosis colectiva, que le sirve a Ionesco para hablar de la uniformidad en los tiempos del surgimiento de los fascismos en la Europa de entreguerras.
En las manos de Soares, los rinocerontes se vuelven moscas gigantes, algo mucho más horroroso y revulsivo que los mamíferos placentarios con cuerno. Un dato no menor si tenemos en cuenta que Mucha busca identificarse como un relato de horror en la vena clásica de las historietas de la antigua EC Comics, editorial norteamericana famosa por los Cuentos de la Cripta, que entendía el terror como un espejo en dónde reflejar la realidad. Desde este punto de vista, Mucha alcanza (y supera) los objetivos autoimpuestos. Sobre todo porque logra incomodar al lector. Con algunas escenas de una dureza y crueldad extremas. Pero sobre todo por exponer, con la sutileza de una trompada en medio de la cara, el actual huevo de la serpiente, la deshumanización creciente de los seres humanos para con sus congéneres.
“Estas son cosas de un futuro próximo”, escribe Sófocles en el epígrafe de Mucha. Que la protagonista de la historieta sea una campesina embarazada, obliga a todos los lectores a pensar en el futuro. Su futuro. Nuestro futuro.
Siempre y cuando, claro, tengamos uno.
Fernando Ariel García
Siempre y cuando, claro, tengamos uno.
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