domingo, 20 de abril de 2025

VIDA DE JESÚS: CARNE CONTRA VERBO

Vida de Jesús. Guionista: No acreditado. Dibujante: Enrique Breccia. Colorista: No acreditado. Letrista: No acreditado. Portadista: No acreditado. Editor: No acreditado. Imprimátur: Cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires. Editorial Esquiú. Argentina, abril de 1979.


Por si alguien no lo recuerda (o no lo sabe), entre 1960 y 1993 el Episcopado Argentino puso en la calle el semanario Esquiú, revista católica que abordaba hechos políticos, sociales, culturales y religiosos desde la óptica más rancia que tenía para ofrecer la extrema derecha de la Iglesia Católica Apostólica local. Dirigida a concientizar a toda la familia en los valores moralmente aceptados y recomendables, la publicación (y la institución) buscó influir políticamente en la sanción de leyes y el diseño de las políticas públicas.


En particular, entre fines de los años ’70 y principios de los ’80, Esquiú comenzó a publicar una serie de historietas (que hoy consideraríamos novelas gráficas) dedicadas a las vidas de santos, mártires y figuras insoslayables de la historia y liturgia católica. Entre los autores que se prodigaron en esas páginas estaban algunas de las figuras más importantes del noveno arte local: Alfredo Julio Grassi, Alberto Salinas, Alberto Breccia y Enrique Breccia, cuyas autonomías autorales quedaron siempre supeditadas al férreo mandato del cardenal Juan Carlos Aramburu, arzobispo de Buenos Aires entre 1975 y 1990, cuya gestión estuvo marcada por el apoyo incondicional a la última Dictadura, un abierto enfrentamiento contra la apertura democrática de Alfonsín y el lisonjeo indisimulado a las políticas entreguistas de Menem.


Como máxima autoridad de la institucionalidad eclesiástica, Aramburu entregó a esta Vida de Jesús el necesario Imprimátur (eufemismo para la censura previa), declaración oficial de la Iglesia que garantiza la veracidad de sus contenidos doctrinarios y teológicos, dando la total seguridad de que estas páginas están libres de herejías y errores. De ahí que Jesús aparezca representado como una máquina divina de hacer milagros mientras dispara frases célebres de la Biblia y sostiene, a capa y espada, el status quo moral de una Nación que se precie de tal.


Bajo una interpretación literal de las Sagradas Escrituras, el articulado de los hechos narrativos incluye una visión bastante racista y condenatoria del pueblo judío, además de rechazar cualquier mirada crítica sobre la naturaleza de los actos de fe que se enuncian como verdades absolutas e innegables, lo cual suena lógico viniendo de donde viene. Pero si algo logra humanizar (aunque sea un poco) la figura y las acciones del Nazareno, es el trazo de Enrique Breccia. Allí está la carne, la emoción y la empatía que aportan estas páginas. El resto, es sólo verbo duro y puro; supeditado a la pompa autocelebratoria de la Iglesia.
Fernando Ariel García 

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