martes, 2 de noviembre de 2021

EL CASO COLLINI: EL HUEVO DE LA SERPIENTE

El caso Collini. Director: Marco Kreuzpaintner. Protagonistas: Elyas M'Barek, Alexandra Maria Lara, Franco Nero, Heiner Lauterbach, Stefano Cassetti, Manfred Zapatka, Jannis Niewöhner y Rainer Bock, entre otros. Guionistas: Robert Gold, Jens-Frederik Otto y Christian Zübert, basado en la novela homónima (2011) de Ferdinand von Schirach. Constantin Film / SevenPictures Film / Mythos Film / Rolize GmbH & Co. Alemania, 2019. Estreno en la Argentina: 28 de octubre de 2021.


Empieza la película y al toque uno ya sabe para dónde va a rumbear. El asesinato de un emblemático hombre de negocios alemán, a manos del silencioso italiano de apellido Collini (un Franco Nero que se los come a todos a fuerza de miradas y gestos tan ásperos como contenidos), viene gritando a los cuatro vientos que el oculto motivo tiene que estar emparentado con el momento más oscuro, aberrante y condenado de la historia germana contemporánea: El nazismo, los crímenes de guerra y la reinserción de los jerarcas nazis menos conocidos en las distintas capas de la moderna sociedad alemana.


Demorarse cerca de medio metraje para llegar a este punto es el mayor pecado de El caso Collini (Der Fall Collini), film de Marco Kreuzpaintner que adapta el homónimo best-seller del escritor y jurista Ferdinand von Schirach. Es cierto que necesita presentar a los personajes principales para hacernos empatizar con sus historias, sus causas y sus decisiones, sobre todo porque los lazos que los unen (y separan) son los que conforman el nudo emocional que evita que la película sea sólo la lectura de uno (o varios) expedientes procesales.


Porque El caso Collini es, principalmente, la puesta en escena de un drama judicial resuelto, como corresponde, en las salas de un tribunal de Justicia. Ámbito burocrático dónde se llevará a cabo el duelo, real y simbólico, entre un joven abogado principiante, idealista y preocupado por dictar Justicia; y un leguleyo veterano, ya hecho y derecho en los negocios afines a los acuerdos extrajudiciales, ocupado en hacer cumplir la Ley. En el medio, el asesinato que hecha a rodar la imparable bola revisionista y todos los giros administrativos que uno pueda imaginarse.


Lo más interesante de El caso Collini es que, en el momento en que todo corre riesgo de quedarse anclado en la previsibilidad del thriller legal narrado de manera clásica, sólida y muy convincente, el quid de la cuestión salta de la responsabilidad personal a la colectiva. Y ahí hace estallar una serie de planteos éticos y morales que contienen y sobrepasan los alcances puntuales del caso en cuestión. ¿Cuál es el límite entre la culpa y la responsabilidad? Y, en consecuencia, ¿cómo se castiga a una generación de culpables cuándo esa misma generación de culpables es la responsable por el dictado de las leyes que deben garantizar la Justicia a las víctimas y sus deudos?


Aceptando la culpabilidad de Collini, pero haciendo valer el derecho a su legítima defensa y al sanador valor absoluto de la Verdad, del careo entre estas dos monstruosidades incomparables entre sí, debería salir a la luz una sentencia reparadora para las víctimas del nazismo, aunque su condición de víctima nunca justifique su metamorfosis hacia la figura de victimario. Pero, ¿qué pasaría si esa transición fuera el resultado no deseado de un proceso espúreo de desnazificación de las estructuras del Estado? ¿Es posible que la propia Justicia haya garantizado la impunidad del nazismo remanente en Alemania? ¿Será ese el huevo de la serpiente de las nuevas ultraderechas europeas? El caso Collini se anima a responder esas preguntas. Lástima que tarde tanto en asumir su condición de gran película.
Fernando Ariel García

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