jueves, 2 de septiembre de 2021

SHANG-CHI: CELEBRACIÓN SUPERHEROICA DE LA CULTURA ORIENTAL

Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos. Director: Destin Daniel Cretton. Protagonistas: Simu Liu (Shang-Chi), Awkwafina (Katy), Tony Leung (Xu Wenwu / El Mandarín), Florian Munteanu (Razor Fist), Meng'er Zhang (Xialing), Fala Chen (Jiang Li), Michelle Yeoh (Ying Nan) y Andy Le (Death Dealer), entre otros. Participación especial de Benedict Wong (Wong), Ben Kingsley (Trevor Slattery), Tim Roth (Abominación) y Jade Xu (Viuda). Guionistas: Dave Callaham, Destin Daniel Cretton y Andrew Lanham, basados en personajes y situaciones creadas y desarrolladas por Steve Englehart, Jim Starlin, Doug Moench y Paul Gulacy, entre otros, para los cómics Marvel. Marvel Studios. EE.UU., 2021. Estreno en la Argentina: 2 de septiembre de 2021.


Lo que Pantera Negra implicó en términos de representación real y simbólica de la comunidad afroamericana dentro del Universo Cinematográfico de Marvel (UCM), Shang-Chi y la leyenda de los Diez Anillos (Shang-Chi and the Legend of the Ten Rings) viene a cumplimentarlo para los sinoestadounidenses, como se ha dado en llamar a los norteamericanos descendientes (total o parcialmente) de ciudadanos chinos. Tanto en la estructura formal como en los contenidos, la película de Destin Daniel Cretton busca afirmar y reafirmar los valores filosófico-culturales con que la tradición oriental ha contribuido al American Way of Life. Una forma de reconocimiento que se inscribe de lleno en la exigencia de multiculturalidad que impone el actual imperio de la corrección política. Que el malo de la historia sea un chino milenario y el bueno un chino americanizado de los EE.UU., es un dato irrelevante.


Por cuestiones de derechos, el linaje comiquero que unía a Shang-Chi con el demoníaco Dr. Fu-Manchú ha desaparecido de la historia (sólo se salvaron Razor Fist y Death Dealer). Aquí, el Maestro de Kung-Fu es el hijo de Xu Wenwu, líder inmortal de la organización clandestina de los Diez Anillos, especie de yakuza corporativa que ha estado detrás de todos los acontecimientos criminales de la historia de la humanidad. El drama filial, obvio, es el que guiará la trama hasta su eclosión final, un tanto grandilocuente en su deseo de amalgamar la mitología oriental con la imaginería fantástica de Game of Thrones. En el camino, demasiados flashbacks y mucho humor de sitcom, capitalizado por la impronta standupera de Awkwafina.


Argumentalmente, el film es tan pobre como previsible. Y teniendo un poco de mala leche, se podría resumir como un equilibrado cóctel entre Star Wars y Dragon Ball, acompañado por un cuenco de galletitas de la fortuna cuyas citas pretenden reducir siglos de sabiduría oriental en retórica comercial de occidente. Y si Shang-Chi se permite semejante debilidad es porque sabe que su fuerte está en las escenas de acción, coreografiadas con la vertiginosa precisión de una película de Jackie Chan y la poética visual de La casa de las dagas voladoras de Zhang Yimou, uno de los ejemplos más conocidos del cine wuxia, ese que hace de las artes marciales un efecto especial de espectacular adn.


Específicamente, la Fase 4 del UCM dice presente en la escena post-créditos, dejando más preguntas que respuestas. El resto son juegos referenciales de nula implicancia en la trama principal, pero que sirven para linkear al recién llegado Shang-Chi con el historial superheroico de la pata audiovisual de Marvel: El Mandarín falso que Ben Kingsley interpretó en Iron Man 3 y el corto All Hail The King (complemento del DVD de Thor: Un mundo oscuro); el Wong de la saga de Doctor Strange, la inesperada reaparición de la Abominación vista en El increíble Hulk y la invisible (e innecesaria) presencia de la anónima Viuda Negra que Jade Xu personificara en Black Widow.
Lo dije ayer, lo repito hoy. Me está gustando mucho (mucho) más el menú televisivo del UCM que su complemento cinematográfico.
Fernando Ariel García

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