sábado, 22 de febrero de 2020

GRETEL & HANSEL: OSCURA FÁBULA EMPODERADA

Gretel & Hansel. Un siniestro cuento de hadas. Director: Oz Perkins. Protagonistas: Sophia Lillis(Gretel), Sam Leakey (Hansel), Charles Babalola (el Cazador) y Alice Krige (la bruja Holda), entre otros. Guion: Rob Hayes, basado en el cuento Hansel y Gretel, de los hermanos Grimm. Orion Pictures / Automatik Entertainment / Bron Creative. EE.UU. / Canadá / Irlanda, 2020. Estreno en la Argentina: 20 de febrero de 2020. 

En su naturaleza primigenia, los cuentos de hadas exhiben una misión de aleccionador adoctrinamiento patriarcal. Mujeres y niños, en ese orden, suelen aparecer representados como los emergentes de la otredad que deben ser reprimidos y domesticados. Por su propio bien, por supuesto. Una educación sentimental generada para naturalizar el ejercicio del dominio jerárquico que estipula la inamovible Ley del Padre que tan bien supo (y sabe) predicar la Iglesia. 


Por eso, lo más interesante que tiene esta Gretel & Hansel no es la subversión del “orden natural” en que se presentan los personajes, sino la adecuación de aquellos viejos contenidos a los contemporáneos paradigmas feministas. En lo formal, por supuesto, pero sobre todo en el terreno del campo simbólico. Porque además de ser la adolescente que debe atravesar el bosque haciéndose cargo de su hermano menor, Gretel es también la mujer que deberá atravesar el interregno madurativo que va de la niñez a la adultez, si es que decide hacerse cargo del rumbo de su vida. 


Dentro de una película notable por la inteligencia de sus planteos, la idea más atrevida cobra forma en la instalación dramática del empoderamiento femenino. Un poder (literal y metafórico) al que sólo pueden acceder algunas mujeres, aquellas que se animan a ser. Como Gretel, si finalmente decide hacer valer sus deseos y expectativas por sobre los mandatos históricos y culturales. O como Holda, la bruja que desde hace años (¿siglos?) los viene haciendo valer en medio del bosque. Lo revolucionario del planteo del guionista Rob Hayes y el director Oz Perkins está ahí, en el diálogo que mantienen Gretel y Holda, en la conceptualización del empoderamiento como una herramienta desprovista de valores ético-morales, una puerta hacia el bien o hacia el mal, al alcance de la mujer que quiera potenciar lo mejor o lo peor de su condición humana. 


Por suerte, la puesta en escena prescinde del efecto sanguinolento fácilmente asimilable a una bruja que se come a los chicos, crudos o cocidos. En vez del asco, Perkins apela al desarrollo de una atmósfera de incomodidad creciente, capaz de hacer confluir las tragedias naturales con las perversiones sobrenaturales. Una dualidad gótica donde los límites entre la realidad y el sueño (¿o la pesadilla?) se manifiestan de manera sutil y brutal, configurando un mundo estético dominado por figuras de luz que sólo pueden dibujarse con sombras. 
Fernando Ariel García

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