jueves, 9 de octubre de 2014

UAHAT: EL CONTRAMILAGRO DE LA DISMINUCIÓN DE LOS PECES

Uahat. El padre río negado para sus hijos. Directores: Julián Borrell, Franco González y Demián Santander. Guión: Franco González. UnViaje Films. Argentina, 2013. Estreno exclusivo en Espacio INCAA - Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. 

El hecho está contado un montón de veces en los Evangelios. Y no es para menos, ya que según los apóstoles, Jesús dio de comer a cuatro mil hombres con cinco panes y dos peces. Y parece ser que quedaron bastante pipones y satisfechos, porque con los restos que sobraron llenaron siete canastas que siguieron repartiendo por ahí. A la historia se la conoce como “el milagro de la multiplicación de los panes y los peces”; y viene a cuento porque, con mucho menos, los gobiernos noventistas de la Argentina y el Paraguay lograron el contramilagro perfecto: Desviar artificialmente el cauce del río Pilcomayo, secarlo de sábalos y, de un plumazo, empezar a matar de hambre a las comunidades wichí/weenhayek que habitan en el Chaco Salteño, en la frontera común a la Argentina, Bolivia y el Paraguay.


Las respuestas a todos los porqués tienen ahora forma de documental cinematográfico: Uahat. El padre río negado para sus hijos (2013) que filmaron a seis manos Julián Borrell, Franco González y Demián Santander, dejando que las cámaras y los micrófonos nos permitan dialogar con los pueblos originarios; cuyas voces, gestos, ritmos, cadencias, serán los encargados de hacernos entender la trascendencia del reclamo. Y el transnacional entramado político, social y económico al que se ha dado en llamar Proyecto Pantalón, responsable de que los peces falten de las aguas y las aguas falten del río.


Lo mejor de todo es que, abordando este hecho puntual, Borrell, González y Santander ponen en escena la total dimensión de la problemática que siguen enfrentando los pueblos originarios de aquí y del resto de América Latina: La ausencia de políticas de Estado específicas, que reducen las acciones gubernamentales a paliativos cortoplacistas; las fatales consecuencias que les acarrean los daños al ecosistema y, sobre todo, el estigma de la invisibilización permanente de sus personas, sus comunidades y sus conflictos con los distintos Gobiernos.


El final de Uahat deja abierta una puerta a la esperanza de una solución que, como Godot, siempre está viniendo pero nunca llega. En el mientras tanto, a los wichí/weenhayek les convendría afiliarse a la Iglesia Católica Apostólica Romana, a ver si Jesusito les pasa la receta salvadora.
Fernando Ariel García

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