sábado, 19 de febrero de 2022

SPENCER: LA PRINCESA QUE QUERÍA VIVIR

Spencer. Director: Pablo Larraín. Protagonistas: Kristen Stewart (Diana Spencer, princesa de Gales), Timothy Spall, Jack Farthing (Carlos, príncipe de Gales), Sean Harris, Sally Hawkins, Jack Nielen (príncipe Guillermo), Freddie Spry (príncipe Enrique), Stella Gonet (Reina Isabel II), Amy Manson (Ana Bolena) y Emma Darwall-Smith (Camilla Parker Bowles), entre otros. Guionista: Steven Knight. Komplizen Film / Fábula / Shoebox Films / FilmNation Entertainment. Alemania / Chile / Estados Unidos / Reino Unido, 2021. Estreno en la Argentina: 17 de febrero de 2022.


Diciembre de 1991. Tres días y tres noches en donde la familia real británica celebrará la Navidad con toda la pompa y circunstancia que ordena el protocolo y marca la tradición. Tres días y tres noches que definirán el futuro de la princesa de Gales, Diana Spencer; mediante la ratificación de su pasado, de su elección personal por sobre las imposturas impuestas. El tránsito definitivo de la difusa mujer detrás del futuro Rey a la refulgente Princesa del Pueblo. De la fugaz Diana Spencer a la eterna Lady Di.


En Spencer, como antes lo hiciera con Jackie, Pablo Larraín vuelve a la biopic concentrando su interés sobre un momento específico en la vida de la mujer biografiada. Esa secuencia que marca el momento justo del cambio, de la asunción plena y consciente de su identidad, de la elección definitiva de su destino. Y Kristen Stewart logra habitar tanto a la Diana real como a la Diana mítica, cargando el cuerpo y el alma de la película en un trabajo realmente consagratorio.


En la superficie, el punto de quiebre viene dado por el hartazgo de Diana ante la relación paralela entre su esposo, el príncipe Carlos, y el verdadero amor del futuro Rey, Camilla Parker Bowles. Pero en lo profundo, el dilema interno de Diana pasa por la construcción de su rol histórico, dentro de la Corona y de frente a los británicos de a pie que la aman y la eligen sin condiciones. Hostigada y perseguida por la familia real; atrapada en un rulo bulímico-depresivo y autodestructivo, la princesa de Gales deberá mirar hacia atrás, a sus días como Spencer, para poder romper la crisálida y proyectarse hacia adelante.


Lo interesante de este proceso, desde el punto de vista narrativo, es la elección cinematográfica de Larraín. Sin romper los parámetros formales del docudrama, amplía su registro para abarcar el relato victoriano de las casas embrujadas, con el fantasma de Ana Bolena dando vueltas por las habitaciones del palacio y el lóbulo emocional de Diana. No es que sea una película de terror, aunque pululen los monstruos, pero hay momentos puntuales en que el film parece (o me lo pareció) abrazar la atmósfera gótico-existencial de la Hammer. Y el resultado no podría ser mejor. Una oscura fábula romántica, un perverso cuento de hadas con final feliz, que sabemos nosotros (no los personajes) es sólo otra mueca burlona de la muerte.
Fernando Ariel García

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